“Las palabras sin pensamiento no van al cielo”.
Shakespeare
Cada quién su Navidad. En mi caso hace ya algún tiempo que no envío cartas a Santa Claus. No soy religioso y por lo tanto esa fibra no me conmueve. Sin embargo, como lo ha descrito deslumbrantemente Carlos Fuentes en ese gran libro que es En Ésto Creo, Jesús como personaje y hecho histórico siempre obliga a la reflexión. Las lecciones son infinitas. Para estas fechas pudiéramos tomar a la palabra y su valor como eje. Quizá alguna de las primeras reflexiones sobre el poder de la palabra sean precisamente las bíblicas. En el Génesis está la muestra. Dios dijo “Haya luz”. Dijo Dios “Haya firmamento en medio de las aguas, que se separen unas de las otras...” Y por supuesto en San Juan “al principio era el verbo y el verbo es Dios” Así que, para los creyentes tener conciencia del poder de la palabra es mandato.
Para los no creyentes el valor de la palabra también es claro. Shakespeare ya nos dio su versión. Huxley agregaría: “Gracias a las palabras nos hemos elevado por encima de los animales, pero también por ellas nos hundimos frecuentemente al nivel de los demonios”. Bien haríamos los mexicanos en volver a tomar en serio a la palabra. La plaza pública está convertida en una arena en la cual las imprecisiones intencionales, las incansables maledicencias, las denostaciones, los insultos francos y hasta las leperadas se han convertido en lo cotidiano. ¿Para qué decirles necios a los diputados? ¿Qué gana el presidente de todos los mexicanos? ¡No nos vayan a salir ahora con que esa es otra conquista de la democracia! Ya lo decía Gramsci, en política sólo con buenas formas se allanan las diferencias. Entre más delicado sea un asunto, más cuidado debemos poner en su tratamiento. Entre maledicencias e insultos nadie cede, nadie accede al dicho del otro. Así que mi deseo navideño se encamina a recuperar el bien decir para pensar mejor. Cero tolerancia a los agravios.
El lector me regala su confianza, su atención. No hay cómo valorar algo así. Como cada año, lo único que tengo para regalar son algunas sugerencias. Se trata de objetos portadores de mensajes que nos pueden ayudar a recrearnos, nutrirnos y, por qué no, gozar. Un gran lector y querido amigo, Eulalio Ferrer me regaló hace unos meses un libro apasionante: Los Discursos del Poder, Belacqva, 2003, Barcelona. El texto es una fantástica recopilación contextualizada de las palabras que cambiaron el curso de los hechos. De Cortés a Churchill, Einstein, Malcom X, o el Che o los Kennedy pasando por Robespiere o Napoleón. No tiene desperdicio.
Ese gran escritor francés que es Michel Tournier nos volvió a ofrecer una joya: Celebraciones, El Acantilado, 2002, Barcelona. Viñetas, reflexiones tan breves como intensas que Tournier nos lanza desde la distancia que ha interpuesto entre el ruido y su vida: el árbol y el bosque, la bajamar, la rodilla, el alma del vino. Su prosa, como siempre, es nítida. La sabiduría gotea.
Una sorpresa fue la novela El Lector, Compactos de Anagrama, 2000 Barcelona, de un autor alemán, Bernhard Schlink. Es una demostración del poderío latente en una buena pluma. Es una historia contemporánea, tierna y terrible, intrigante. No lo puede uno soltar.
La obra de ese gran arquitecto y artista que es Teodoro González de León andaba suelta. Por fortuna entre varias instituciones, (UNAM, El Colegio Nacional, Conaculta, SRE) decidieron la publicación de un bello y generoso libro que reúne su brillante y extensísima obra. Dos ensayos de presentación y análisis a cargo de Miquel Adriá y William J.R. Curtis abren el camino a los planos y fotografías de muchas de sus edificaciones. Con las públicas tiene uno la fortuna de poder convivir. Con las privadas sólo a través del texto. El título para fortuna de todos es impreciso: Obra Completa.
La edición conmemorativa del cuarto centenario de la aparición de Don Quijote de la Mancha, Alfaguara, 2004, Brasil, impulsada por la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua es un gran suceso editorial. Los materiales de Vargas Llosa, Ayala, De Riquer y Rico son una auténtica relectura del clásico. La limpieza del texto, la riqueza de las notas y el bien logrado libro-objeto, trae además la sorpresa de su muy accesible precio. Obligado.
A “Chucho” Silva-Herzog Márquez debo este año dos regalos. El primero es la correspondencia de Isaiah Berlin (Letters, 1928-1946; Cambridge University Press, 2004), autor del cual los dos somos admiradores. El prefacio y toda la recopilación se le deben por supuesto a Henry Hardy. Berlin es un filósofo que delata su pensamiento poco a poco, siempre refiriéndose a otros temas como pretexto. Letters está repleto de pistas.
El otro regalo fue The Fog of War, el documental del Errol Morris. En él, de manera descarnada, el ex Secretario de Estado estadounidense Robert S. McNamara relata cómo se vivió, entre otros sucesos, la guerra de Vietnam desde dentro. La realización es espléndida.
Canadiense, poeta y cantante muy particular, Leonard Cohen encontró desde los sesenta su propio sendero. Suzanne nos marcó a muchos. Cohen regresa ahora, a sus setenta años, con una voz sincera y por ello cascada y nos entrega en su tono a veces burlón y profundo un nuevo CD con el extraño título, More Best of Lonard Cohen. “Take This Waltz” es una muestra magistral de su pluma intrigante que descubre territorios sensibles. De Billy Joel todo mundo canta “The Piano Man”, pocos se refieren al fresco y sólido compositor de música “culta”. Fantasies and Desilusions, música para sólo de piano es un delicioso paseo por armonías clásicas tocadas por la modernidad.
De Wim Mertens desconozco todo, nacionalidad, formación, etc. Pero una pieza, “Estrategia de Ruptura”, me indica que estamos ante un gran autor. Se trata del misterioso paseo de una voz acompañada de un piano por territorios melódicos entre el canto gregoriano y el soul, por extraño que parezca. Cualquier información se agradecería enormemente.
Quizá el museo de arte contemporáneo en México con mayor definición conceptual sea el fundado por Manuel Felguérez en Zacatecas. Arte abstracto y sólo arte abstracto. El sitio es alucinante pues la modernidad contrasta y se acopla con los trazos antiguos de la exprisión y exconvento. Pero quien desea hacer una visita cualquier día y sin moverse de su casa ya puede recurrir al catálogo. La sala con las obras monumentales de la fallida feria de Osaka en los setenta con obra de Brian Nissen, Arnaldo Coen, Lilia Carrillo, Aceves Navarro, Corsas por supuesto Felguérez, entre otros es inolvidable.
Corpus, Rizzoli, 2003 Nueva York de Alejandra Figueroa: alucinante viaje fotográfico por el desnudo escultórico.
Leonardo Da Vinci, Taschen, 2003, Colonia, un lujo de edición a un precio asombroso. Finalmente Memorias de mis Putas Tristes, Mondadori, 2004, Barcelona, simplemente García Márquez como en el mejor de sus clásicos. Gozo puro.