El espectáculo político más asombroso en muchas semanas será escenificado hoy jueves en el Congreso. René Bejarano, ex líder de la Asamblea de Representantes del Distrito Federal, ex dirigente urbano en la capital, ex operador político del principal aspirante a la Presidencia en 2006 Andrés Manuel López Obrador, será quemado en leña verde ante un pleno que se reunirá para que lo quiten el fuero parlamentario y poco después, se espera sea detenido por la policía y puesto tras las rejas, para que responda a las acusaciones de tres delitos del orden común.
No cometió ningún pecado en el cual alguno de la clase política mexicana no haya incurrido. Recibió dinero de un empresario, en este caso el constructor Carlos Ahumada, para comprar favores y disipar temores, lo que ha sido una práctica de rutina en México y el mundo entero. La diferencia y por eso lo van a incinerar, es que el momento en que recibe el dinero y dialoga con el empresario quedó videograbado para siempre, colocándose como el primer político en recibir sumas de dinero sospechosas y como un icono de la corrupción.
Bejarano ha sido abandonado a su suerte por casi todos sus correligionarios. Sólo su esposa, la diputada Dolores Padierna, sus leales aunque pocos colegas en la Asamblea, y las tímidas defensas de López Obrador, han salido a abogar a su favor. Bejarano no muestra resentimiento profundo contra priistas, panistas, verdes o petistas. Pero contra quienes no oculta sus odios y deseos de venganza, es contra sus propios camaradas de partido que han contribuido a su deshonra política.
Por eso, prepara una furiosa embestida. Está listo, afirma, para denunciar cuántos perredistas recibieron dinero de Ahumada, por la vía de la ex dirigente nacional Rosario Robles, a quien también acusa de chantajista. En ese camino piensa documentar los dineros que presuntamente obtuvieron Cuauhtémoc Cárdenas y su hijo, el gobernador de Michoacán Lázaro Cárdenas de las arcas de Ahumada. También piensa dedicarle dagas a algunos delegados capitalinos, como Leticia Robles y Armando Quintero y no dejar de pasar alguna factura en contra del coordinador del PRD en el Congreso, Pablo Gómez.
Parecería que Bejarano está listo a hacer explotar una mina de profundidad en el corazón del PRD, pero no es así. Un observador memorioso del PRD podrá darse cuenta que las personas contra las cuales desea descargar Bejarano su ira son, no fortuitamente, enemigos de López Obrador y en el caso de Cuauhtémoc Cárdenas y Robles, a quienes el jefe de Gobierno defeño veía desde hace más de un año como las personas que podrían dañar sus pretensiones de alcanzar la candidatura presidencial para 2006.
El conflicto político dentro del PRD comenzó con la batalla entre López Obrador y Robles, donde la pared en la cual rebotaron todas las balas se llama Ahumada y esta semana, con el proceso de desafuero de Bejarano en el Congreso, se continuará ese combate que fue opacado por el enorme escándalo de los videoescándalos y de la corrupción en el Gobierno del Distrito Federal. Sí existen los videos, como también se dio la corrupción. Lo que no ha salido a flote es que en el fondo, de lo que se trata es del control del PRD, como partido, como proyecto de nación y como apoderamiento de la candidatura presidencial.
Los dineros de Ahumada, por lo que ha salido a la luz pública, parece haber ayudado a todos los perredistas en el Distrito Federal. El empresario no fue un altruista con formación política ni mucho menos, sino que apostó por un partido en el poder que le pudiera pagar sus servicios con obras públicas. Lo que hizo Ahumada lo han hecho otros empresarios en el pasado. Uno de los grandes en el campo de los energéticos también grababa a secretarios de Estado en el ámbito de la economía en aquelarres con mujeres y bebidas en el viejo régimen priista y muchos de ellos le entregaron dinero a Francisco Labastida y Vicente Fox en la última campaña presidencial.
Lo que cambió la dinámica de los acontecimientos es que Ahumada, ahorcado porque el Gobierno capitalino no le pagaba casi 100 millones de pesos que le debía en obras públicas, ofreció sus videos a los enemigos de López Obrador. El agudo conflicto dentro del PRD hizo que se crisparan los ánimos y las pasiones cegaron a la razón, dejando que el constructor caminara por Los Pinos y la Secretaría de Gobernación ofreciendo el explosivo material que puso al PRD y a su precandidato a la Presidencia dentro de un pantano.
Bejarano va a tratar de revertir esta tendencia y regresar el estado de cosas a como estaban hasta antes del primero de marzo, cuando empezó la temporada de videos involucrando a colaboradores cercanos de López Obrador. Es altamente posible, siempre y cuando tenga pruebas contundentes que demuestren su dicho, que los enemigos de López Obrador resulten seriamente heridos, quizá hasta de muerte política, particularmente Cuauhtémoc Cárdenas, quien ya anunció que desea contender por la nominación del PRD a la Presidencia. Pero si como hasta ahora, Bejarano no va más allá de la retórica, López Obrador no podrá evitar un mayor desgaste en su persona y alejarse un poco más sus posibilidades de alcanzar la candidatura.
El ex operador político de López Obrador dejó de ser un activo y se convirtió en un lastre para el jefe de Gobierno. Puede, con su sacrificio político esta semana, dentro de un espectáculo digno del Imperio Romano cuando a los súbditos les daban pan y circo en el Coliseo para que no pensaran en sus tribulaciones cotidianas, volver a ser un activo y pagar temporalmente con la cárcel sus negociaciones con Ahumada. Si logra persuadir a la opinión pública y demostrar que más que él, la relación política y económica de Ahumada era con Robles y los Cárdenas, le hará un enorme favor a López Obrador, limpiándole el camino hacia 2006 y recibirá, en el próximo futuro, la gracia, el perdón y la reivindicación pública. No es la corrupción lo que se encuentra en el fondo del pozo en el que se encuentra el PRD, sino el poder. Nadie, salvo el respetable público al cual se manipula cotidianamente, piensa lo contrario.
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