Pasado mañana será elegido el candidato del Partido Acción Nacional a la gubernatura de Guanajuato. Por primera vez en una entidad federativa, el PAN someterá esa decisión a una votación abierta no sólo a todos sus miembros, sino a los ciudadanos en general. Tal iniciativa, de que fue propulsor Javier Corral, uno de los dos precandidatos que contiende este domingo, busca obtener ventajas de que ha disfrutado el PRI. En 1998, el ahora gobernador Patricio Martínez ganó la elección constitucional al panista Ramón Galindo, entre otros factores porque estaba ya muy presente en el ánimo público, pues obtuvo la candidatura priista en comicios internos pero abiertos en que venció a Artemio Iglesias. Seis años más tarde, el diputado con licencia José Reyes Baeza obtuvo su postulación mediante la misma vía. Le habría sido fácil contrastar en su provecho el mecanismo de su elección con el que practicara el PAN conforme a sus estatutos, que reserva esas decisiones a convenciones y consejos cerrados.
La elección en Chihuahua, como la de Nuevo León el año pasado, resulta particularmente importante porque puede iniciar un verdadero ciclo de alternancia. Francisco Barrio ganó en 1992 la gubernatura que el PAN no pudo retener seis años más tarde. Ahora es posible que Acción Nacional recupere esa posición, aunque deberá superar los obstáculos que el gobernador Martínez amontonó para impedir una nueva victoria panista. Precisamente para potenciar tal posibilidad el PAN elegirá a su candidato en urnas abiertas.
Además de Corral, senador con licencia, participa en la búsqueda de la candidatura panista el alcalde (también con licencia) de Ciudad Juárez, Jesús Alfredo Delgado. Si bien ostenta el mérito de haber triunfado dos veces en pos de ese cargo (pues su victoria original el primero de julio de 2001 fue anulada y debió refrendarla en comicios extraordinarios efectuados en mayo siguiente), su principal limitación consiste en el tamaño de su área de influencia política. Si bien el antiguo Paso del Norte es la mayor ciudad de la entidad, con el mayor número de votantes, Delgado debería conseguir una ventaja enorme en su solar nativo para contrarrestar la fuerza que, a diferencia suya, ha conseguido Corral en todo Chihuahua.
En el 2000, la fórmula de Corral y Jeffrey M. Jones (que también fue pre-precandidato y finalmente declinó participar) ganó con amplitud los puestos de mayoría en el Senado, pues votaron por ellos más de 540 mil chihuahuenses (mientras que la cifra priista alcanzó casi 454 mil sufragios). Ese resultado fue fruto de una intensa campaña estatal. Corral ya había hecho política con esos alcances cuando presidió, muy joven, el comité panista en Chihuahua entre 1994 y 1997. En 2001, se multiplicó para acompañar a los candidatos de su partido en los comicios locales. Su activismo sólo sufrió merma cuando el taxi aéreo en que se desplazaba durante la campaña cayó a tierra.
Nacido el dos de agosto de 1966, Corral ingresó al PAN en 1982, cuando apenas tenía 16 años de edad. Durante largo tiempo ejerció simultáneamente el periodismo y la política y aun hoy es un activo practicante de la comunicación. Trabajó en la administración municipal de don Luis H. Álvarez en la capital de su estado y apoyó la primera candidatura de Barrio en 1986. Seis años más tarde, amén de contribuir a la victoria del ahora coordinador de los diputados federales panistas, ganó su propia elección y fue diputado local entre 1992 y 1995. Un año antes de ese resultado había ingresado al consejo estatal panista y en 1994 entró al consejo nacional.
Nombrado Barrio secretario de la Contraloría en el 2000, Corral ha quedado si no al frente del PAN, sí en la mira del gobernador Martínez, debido a que los excesos y abusos del Ejecutivo local, sobre todo en su frágil procuración de justicia, han sido pronta y eficazmente denunciados por Corral.
Aparte su presencia local, el precandidato panista que a juicio nuestro será el abanderado de su partido a la elección del próximo cuatro de julio, ha alcanzado una sólida proyección nacional. Dentro de su partido, a los treinta años fue miembro del comité nacional y su vocero en 1998. Fue diputado federal, elegido por la vía de representación proporcional, de 1997 al 2000. Presidió entonces la comisión de radio y televisión y adoptó allí posiciones que madurarían a su ingreso en el Senado, donde encabezó la Comisión de Comunicaciones y Transportes.
A diferencia de políticos medrosos que, como escribió Pedro de Urdimalas, “se asustan de su sombra al caminar”, Corral resolvió asumir sus convicciones y encarar los riesgos de una activa militancia por la modernización de la industria de la comunicación social. Con certera visión de lo que ese fenómeno significa, ha escrito que “en una democracia que en verdad se precie de serlo no puede dejarse de considerar el rol de los medios (de comunicación), en particular en países como México en que se vive una transición entre un régimen autoritario y otro que no acaba de ser construido”.
Pero como no es un teórico, sino un político, un legislador, se ha empeñado a través de los instrumentos a su alcance en modificar el status de los medios electrónicos, organizados al margen del interés general. Todavía no ha conseguido que sus propósitos cristalicen en legislación acorde con las necesidades nacionales y en cambio ha ganado la animadversión de concesionarios aun más peligrosos que el procurador Solís, de su entidad natal. Pero todo se andará.