En la vida se necesitan referentes, expresiones que son anclajes. Me refiero a esas imágenes estables, permanentes, que son como señales en el camino. La familia va por la calle, los padres se topan con un individuo, lo saludan. El niño pregunta quién es, se le responde fulano pero “no es de fiar”. No es un ratero o embustero pero juega en el margen, no es de fiar. No se necesitan más palabras. Hay sin embargo ocasiones en que el significado de los referentes es más complejo. Por ejemplo frívolo, alguien es un frívolo: no por beber champaña se es frívolo pero los que sólo viven para eso si lo son. En política los referentes también son importantes. Zutano es un radical, ya sabe uno a que atenerse: nunca habrá solución suficientemente buena, siempre habrá “la última instancia” que supone una revolución. Todo lo demás es banal. Mengano es un contestatario, la discusión nunca acaba: en el mundo no hay comida sabrosa, corbata bonita o mujer guapa. Comienza todas sus oraciones con un pero.
Gracias a esos referentes se puede circular por la vida identificando con rapidez ciertos riesgos. Sin duda, en su uso, hay algo de simplificación, pero la injusticia que toda simplificación supone se compensa con el avance que permite un juicio sintético acertado en lo general. Todo iba bien con los referentes hasta hace unos años, quizá una década, en que cierta confusión se instaló con placidez. De pronto pareciera que estamos en un mundo al revés. Hasta hace poco cuando se decía fulano es un conservador se entendía que el susodicho estaba satisfecho con la vida y que por lo tanto no pugnaba por cambios. Conservar era su meta vital. Igual cuando se lanzaba la expresión progresista, de inmediato se nos venía a la mente una persona crítica de la realidad y por ello deseosa de modificarla.
Uno de los referentes más claros era la expresión reaccionario: léase una persona que reacciona en contra de cualquier propuesta de cambio. Alguien podía ser progresista en lo político y conservador en lo económico, no era un reaccionario. O liberal en los asuntos personales y conservador en lo político, no era un reaccionario. Las cosas funcionaban bastante bien. Así por ejemplo eran reaccionarios los que querían la restauración del porfiriato con sus haciendas y su aristocracia inventada. Reaccionarios los que querían regresar a los privilegios otorgados desde el Estado. Eran seres excepcionales, raros. Los reaccionarios no sólo son conservadores en todo sino que quieren regresar. Como los cangrejos, caminan hacia atrás.
Pero últimamente los reaccionarios se andan disfrazando de progresistas y de verdad confunden. De allí la necesidad de una guía práctica para identificarlos.
En un país atosigado de necesidades, con más de 50 millones de pobres, los que dejan pasar el tiempo sin hacer nada son reaccionarios. En un país dónde la recaudación fiscal sólo alcanza el 16 por ciento del PIB, oponerse a una Reforma Fiscal es reaccionario. En un país donde la mitad de los causantes potenciales no contribuyen, oponerse a los impuestos generales es reaccionario. En un país con cinco millones de familias paupérrimas viviendo del agro lo reaccionario es oponerse a darles derechos patrimoniales plenos que reconozcan sus escasos bienes, sus ahorros. En un país del que emigran alrededor de mil personas al día por carecer de empleo oponerse a abaratar la energía eléctrica es reaccionario. En un país en que las pensiones ahogan al erario defender a un puñado de sindicatos que quieren conservar sus privilegios es reaccionario. En un país ávido de ahorro interno e inversión, cerrar las puertas a la capitalización en cualquiera de sus formas es reaccionario. En un país que apenas se inicia en el camino de la apertura informativa lo reaccionario es ponerle obstáculos. En un país ahogado por la violencia bloquear o posponer la discusión de las propuestas para un mejor sistema de seguridad y justicia es reaccionario. En un país poseedor de gas pero importador del mismo impedir el aprovechamiento de ese recurso es reaccionario. En un país que importa 15 mil millones de dólares de petroquímicos caros pudiendo producirlos aquí lo reaccionario es oponerse a la apertura.
En un país saturado de corrupción lo reaccionario es tratar de ignorarla y hablar de complots. En un país con 12 millones de indígenas atrapados en la miseria lo reaccionario es pretender que nada cambie en sus vidas. En un país con un agro descapitalizado hasta la médula lo reaccionario es impedir la asociación de ejidatarios y comuneros con los capitales. En un país con millones de desempleados y muchos más subempleados lo reaccionario es defender una Ley laboral que inhibe la inversión. En un país necesitado de multiplicar sus exportaciones a Estados Unidos es profundamente reaccionario defender el negocio de unos cuantos transportistas que se oponen a la libre circulación de vehículos en la frontera.
En un país que apenas inicia su tradición democrática defender a los dictadores es reaccionario. En un país con múltiples potenciales turísticos, con frecuencia en manos de gente muy pobre, es reaccionario impedir que los extranjeros inviertan en las costas. En un país con una gran industria petrolera nacional lo reaccionario es defender un esquema fiscal que la está sangrando y la puede llevar a la quiebra. En un país con serios problemas de productividad lo reaccionario es no buscar alternativas para abaratar energéticos, telecomunicaciones, transportes entre otros. En un país en que a diario millones de ciudadanos pagan en sus tarifas eléctricas los costos de la ineficiencia y la corrupción, lo reaccionario es defender a uno de los principales responsables: el SME.
En un país con las urgencias del nuestro oponerse por oponerse, perder el tiempo es profundamente reaccionario. Así visto el asunto es un horror, pareciera que estamos invadidos de reaccionarios aunque invoquen lo popular y a la misma Revolución. Por eso todo se hace tan tortuoso. Ha llegado la hora de llamarlos por su nombre: reaccionarios.
P:D: ¿A quién le cree usted más, a la embajadora de España que avisa de una serie de secuestros y asesinatos o a López Obrador que le dice mentirosa? ¿No será ahora un complot internacional en contra de su candidatura? ¿Qué gana AMLO negando la realidad? De verdad nos cree tontos.