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Paradoja

Una paradoja explica la situación del país: es necesario que no haya problemas para buscar soluciones. Al justificar por qué no se buscan acuerdos entre los organismos políticos y el Gobierno Federal, priistas y perredistas advierten que los nuevos escándalos enturbian el diálogo y simplemente no hay materia de negociación. No obstante, resulta evidente que tienen otros asuntos en la mira.

Carlos Navarrete, secretario general del PRD, lo explica a su modo: “No tiene caso que (los partidos) nos reunamos a tomar un café a perder el tiempo”. Aclara que la prioridad perredista es orquestar la defensa del jefe de Gobierno capitalino, Andrés Manuel López Obrador, quien enfrenta un juicio de procedencia que podría truncar su carrera hacia Los Pinos.

Sin embargo, los escándalos ya no son nuevos: diputados boxeadores y estrellas de TV, toallas de cientos de dólares, “águilas mochas”, pugnas tricolores, viajes sin sentido, choferes con sueldos excesivos, banderas de cuatro colores y “fuego amigo” al interior de los partidos son sólo algunas de las situaciones banales que en este sexenio han obstaculizado el intercambio y la confrontación de ideas.

Ese punto de vista es preocupante. Si bien es deseable que la atmósfera de la política partidista en el país no estuviera sumergida en el descrédito y la incertidumbre, resulta una posición cómoda e irresponsable dejar de trabajar bajo el argumento de que las condiciones no lo permiten.

Las precandidaturas contribuyen con mucho a este ambiente enrarecido: el ex secretario de Energía, Felipe Calderón, se sumó ayer oficialmente a quienes buscan un boleto para contender por la Presidencia en 2006. El ex Canciller Jorge Castañeda recorre el país desde hace semanas promoviendo sus ideas. El jefe de Gobierno capitalino ya no se da por muerto y sostiene un álgido debate con el Gobierno Federal. Para esta semana el país aguarda más precisiones de Marta Sahagún, también con miras a la sucesión, que quizás provoquen escozor en las filas albiazules.

En el fondo la paradoja inicial oculta un ciclo de indolencia: los escándalos surgen ante la incapacidad de la clase política para demostrar oficio y vocación de servicio a la Patria. Los escándalos surgen porque aunque muchos lo nieguen, el sexenio está agotado y vivimos ya un ambiente de campaña electoral. Los escándalos surgen porque enfrascados en sus propios laberintos, los partidos buscan a cualquier precio salir lo mejor librados del primer sexenio de alternancia.

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