Invitación a la lectura.
Selección de Emilio Herrera M.
Nuestro primer recuerdo se llama Gárgoris, andaluz y rey de los cunetes, patriarca del bosque tartésico donde los titanes se alzaron contra los dioses, amigo de las abejas e inventor del arte de recoger la miel. Se emparejó con la más hermosa de sus hijas y de ella tuvo un varón que era nieto del padre y hermano de la madre. A este prodigio le pusieron por nombre Habidis. Y cuando aún repetía el eco del primer vagido, Gárgoris lo echó al monte para encubrir un acto que ya las gentes empezaban a llamar incesto y a considerar pecaminoso. Quería que las alimañas se cebaran en el niño, pero sucedió que se acercaron mansamente a él y hasta le dieron leche. El rey hizo entonces ayunar a su jauría y, cuando ya los perros babeaban, les arrojó el cuerpo tierno de Habidis. Pero los lebreles, rodeándole, lo halagaron. Seguros servidores se hicieron a la mar con el recién nacido y lo abandonaron a mucha distancia de la costa. Pero las olas lo devolvieron sin encono y una cierva tuvo para él leche y premura de madre. Habidis vivió la ligereza en esos pechos y, ya adolescente, devastaba la región sin que nadie se atreviera a pintarle cara. Cayó al fin en una trampa y los campesinos lo llevaron ante Gárgoris, que primero cobró afición al muchacho y luego lo reconoció como nieto y único heredero de su reino. Habidis fue un monarca sabio, prudente, generoso y grande. Dio leyes al pueblo bárbaro, unció los bueyes a la reja y fundó la ciudad santa de Astorga, acaso el más antiguo enclave urbano de los que subsisten en la Península.
Trogo Pompeyo recoge el cuento en la perdida Historia Universal, cuyo epítome trazó Justino. Forzosamente hubo testimonios anteriores devorados por el sueño de la razón. Con o sin ellos, Gárgoris y Habidis protagonizan la fábula más antigua de Occidente. En su bóveda resuenan otros ámbitos y otras voces: las de Horus y Set, Astiages y Ciro, Semiramis, Zarathustra, Telephos, Atlante, los hijos de Malanippe, Cibeles, el príncipe egipcio Moisés, Rómulo y Remo, los hindúes Sandragupta y Krishna, San Jorge, Bernardo de Carpio, Fernán González y -ya en un terreno puramente literario- las del Gargantúa de Rabelais, el Mowgli de Kipling y el gurú inventado por Hermann de Hesse en el epílogo de Juego de Abalorios. Un hilo secreto mueve a todos estos personajes, una misma sangre los recorre. Cito de memoria y olvido o desconozco otras formulaciones de este sueño común que los españoles soñaron antes (o recordaron mejor.)
A finales del siglo pasado, cuando la polémica de las dos Españas empieza a afilar sus uñas y todos los argumentos parecen buenos, algunos de los pensadores más representativos de ambos bandos resucitan el mito.
Joaquín Costa lo narra, desmenuza, emparienta y metaforiza con más acopio de datos que claridad. Menéndez y Pelayo siempre a la caza de inflitraciones libertarias, lo incluye con razón en los Heterodoxos. Ya en nuestros días, alguien menos popular y más impertinente afirma -o quizá demuestra- que los dibujos rupestres del Tajo de las Figuras -situados por los esteros de la
Janda- aluden a las peripecias de Gárgoris y Habidis.
GÁRGORIS Y HABIDIS. UNA HISTORIA MÁGICA DE ESPAÑA. F. SÁNCHEZ DRAGÓ. PLANETA DE BOLSILLO. 3ª. EDICION. IMPRESO EN ESPAÑA. 1985.