Invitación a la lectura
Hace unos nueve mil años, comenzó a producirse un gran cambio en la humanidad.
Hasta entonces, y durante muchos miles de años, los hombres recolectaban frutos o cazaban animales para alimentarse, allí donde podían; perseguían animales salvajes y recogían frutas y bayas. Habían roído raíces y buscado nueces. Los hombres debían contentarse con sobrevivir, y los inviernos eran épocas de hambre.
Una franja de tierra no podía sustentar a muchas familias, y los seres humanos se dispersaban sobre la superficie del planeta. Por el 8000 a.C. tal vez no había más de ocho millones de seres humanos en total.
Más tarde, por un proceso gradual, los hombres aprendieron a almacenar alimentos para usarlos en el futuro. En vez de cazar animales y matarlos en el lugar mantenían algunos vivos y los cuidaban. Los dejaban crecer y multiplicarse, y sólo mataban unos pocos de vez en cuando. De este modo no sólo tenían carne, sino también leche o lana o huevos. Hasta podían hacer trabajar a algunos para ellos.
De igual manera, en vez de recolectar los alimentos vegetales aprendieron a plantarlos y cuidarlos, para asegurarse de que dispondrían de ellos cuando los necesitaran. Además, podían plantar mucha mayor cantidad de plantas útiles que las que tenían probabilidad de encontrar en estado natural.
De cazadores y recolectores de alimentos, los grupos humanos se convirtieron en pastores y agricultores. Los que se dedicaron a la crianza de animales se hallaron con que debían estar en movimiento constantemente. Los animales tenían que ser alimentados, lo cual suponía que era menester buscar pastos verdes de tanto en tanto. Estos pastores tendieron a convertirse en ?nómadas? (de una palabra griega que significa ?pasto?).
La horticultura era más complicada. La siembra debía realizarse en el momento apropiado del año y de la manera correcta. Las plantas en crecimiento debían ser cuidadas; era menester quitar la maleza y mantener alejados a los animales merodeadores. Era trabajo tedioso y agotador, sin la despreocupada comodidad y los escenarios cambiantes de que disfrutaban los nómadas. Debían trabajar en cooperación muchas personas y permanecer en el mismo lugar durante toda la estación del crecimiento, pues tenían que estar junto a las plantas inmóviles.
Los agricultores se agruparon y construyeron viviendas permanentes cerca de sus campos. Las viviendas se apiñaron, pues los agricultores debían estar cercas unos de otros para defenderse contra los animales salvajes y las incursiones de los nómadas. Así surgieron los poblados.
El cultivo de las plantas o ?agricultura?, permitió que una franja de tierra sustentase más personas que las que podía sustentar cuando los hombres eran recolectores de alimentos, cazadores hasta pastores. La cantidad de alimentos que podía acumularse no sólo bastaba para alimentar a los agricultores sino que permitía el almacenamiento para el invierno. En verdad, pudo producirse tanto alimento que los agricultores y sus familias tenían más de lo que necesitaban para ellos. Alcanzaba para alimentar a personas que no eran agricultores, pero proporcionaban a los agricultores cosas que ellos deseaban o necesitaban.
Algunas personas podían dedicarse a la alfarería o a fabricar herramientas o a hacer adornos de piedra o metal. Algunos podían ser sacerdotes; otros, soldados; y todos eran alimentados por el agricultor. Los poblados se convirtieron en ciudades, y la sociedad alcanzó una complejidad tal en esas ciudades que podemos hablar de ?civilización? (esta voz proviene de una palabra latina que significa ?ciudad?).