Nosotros Las palabras tienen la palabra VIBREMOS POSITIVO Eventos

Parrafos Diversos

Selección de Emilio Herrera M.

Invitación a la lectura

Desde el propio día en que Balboa vio el mar pacífico, la imagen del canal fue tomando la forma de un sueño que obsesionó a los hombres por espacio de cuatro siglos. Puede afirmarse que este enérgico conquistador, salido del común del pueblo, llevó sobre sus hombros las primeras naves que cruzaron el istmo. Quería explorar el nuevo mar: su mar. Se fue con los macheteros a los montes, cortó los troncos más altos y parejos para mástiles, aserró como pudo las tablas, y sobre los hombros de los indios y los blancos, doblando las cumbres, fue pasándolo todo, vigas, tablas, trapos, clavos a las orillas de un río donde armó sus barcas para bajar con ellas hasta las aguas azules del mar. Lo que veía él, lo que veían sus compañeros, en los pedazos de las cosas que llevaban cuando iban por las trochas del monte, era la nave. Cada cual, en las manos que apretaba el hacha, en los hombros que cargaban los palos, en las espaldas que se inclinaban bajo el peso de los cables, llevaba un pedazo de la nave. Las faldas de los cerros eran un monte tupido, hirviente en que las ramas de las brillantes hojas verdes ?laureles-, golpeando la frente de los hombres, sirviendo de sombra contra el sol bravo, y de abrigo contra las lluvias torrenciales, fingían olas de un mar vegetal: sobre estas olas avanzaba, balanceándose en la imaginación de los conquistadores, la nave. Cuatro siglos más tarde, los ingenieros rompen el cerro, atan los mares, y pasan por el canal los trasatlánticos de hélices mecánicas: esta maravilla no logrará nunca borrar la grandeza de la primera estampa ?bárbara, sudorosa, apasionada-, en donde se confunde la violencia de estos hombres guerreros y duros con el candor de sus ensueños de descubridores. La desproporción que hay entre las manos toscas, hombrunas, de Balboa, que se juntan para recibir en su cuenco al más grande los mares de la tierra, al océano que queda entre ellas palpitando como un pájaro en su nido: la fantasía de armar las naves en las cabeceras de los montes, para meter en ellas la tropa y bajar a reconocer las cosas innumerables, las islas de los huevos de oro y las bahías con sus bancos de perlas: la locura de desplegar los strañpos entre la floresta, de tomar el mar por el hilo del río, de acunar el sueño del océano cuando más agarrados estaban por la sierra firme: todas estas cosas son epopeya en la historia del canal.

Buscando el estrecho, el paso directo, se mueven después de Balboa los navegantes, los geógrafos, los ingenieros de todo el mundo. Con sus nombres se puede formar el más completo catálogo de ilusos que recuerdan la historia maravillosa de los descubrimientos.

GERMÁN ARCINIEGAS. BIOGRAFÍA DEL CARIBE. EDITORIAL SUDAMERICANA. BUENOS AIRES, ARGENTINA. OCTAVA EDICIÓN PRIMERA EN LA COLECCIÓN PIRAGUA. PUBLICADA EN JUNIO DE 1963.

Leer más de Nosotros

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Nosotros

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 118565

elsiglo.mx