Invitación a la lectura.
Por lejos que nos remontemos en el pasado de Arabia, hallamos esa corriente ininterrumpida que fluye desde el sur hacia el norte. Se trata del fenómeno fundamental de toda la vida árabe, la causa subyacente que determina y explica cada una de sus grandes crisis históricas. Por ello mantuvo la vida en el interior de una región del globo donde la existencia parecía a primera vista imposible. Por ello se preservó y se acrecentó la vitalidad de sus habitantes y se impuso una disciplina a las fuerzas elementales que unas condiciones desfavorables habían lanzado al espacio abierto. Lentamente el desierto canalizó esta fuerza en energía y en luz. De una materia prima tosca e indiferenciada hizo surgir los tres tipos humanos más conseguidos del mundo árabe: el guerrero, el poeta y el santo.
Tal vez en ninguna otra parte como en Arabia, el medio exterior ha sometido a la materia humana a presiones tan fuertes a exigencias tan severas, a embriagueces tan poderosas. ?Sólo en el desierto, nos dice Gérald de Gaury, puede el hombre saborear plenamente el gozo de ser un hombre y de escapar de las promiscuidades agobiantes del mundo. Allí todo lo que ve le enorgullece de pertenecer al género humano. No existe ningún rival. Ninguna bestia puede aparecer de improviso y hasta los árboles están ausentes. El silencio de la soledad aplaca los nervios y fuera del animal que le lleva y de algunos objetos, toda propiedad resulta inútil y cesa de ser codiciada. El hombre está solo, en medio de sus hermanos, en la tierra de la que han sido formados, frente a frente con los mayores instrumentos del Creador: el sol, la luna y los planetas. La belleza indescriptible de las auroras, la gloria de los atardeceres y el centelleo de las estrellas proclaman diariamente el triunfo de la creación . El amor al desierto parece un desafío a la razón. Y, sin embargo, el instinto del hombre sano no puede resistirlo y una vez que lo ha conocido, el desierto no cesa de llamarle.?
Pero el desierto no se limita a atraer al hombre. Lo amasa y lo transforma. ?El desierto es demasiado exclusivo como para compartir , escribe por su parte T. E. Lawrence. Toma al hombre entero y ya no lo deja hasta haberlo remodelado de arriba abajo. Incluso el extranjero que sólo está de paso sale como un hombre diferente del que era antes. Y cualquier cosa que sea que haga después, nunca olvidará el tiempo que vivió en el desierto y conservará su nostalgia hasta el último día.
Con mucha mayor razón debía marcar con su sello a las tribus errantes, obligadas a vivir en él durante siglos. Una vez fuera de su Yemen natal, aquéllas perdían rápidamente el recuerdo de sus orígenes. Todo lo que no era el desierto se borraba de su memoria. Pronto no conocieron otra patria que él.
Entonces empezaba, en sus almas y en sus cuerpos, un lento trabajo de remodelación que convertía a aquellos agricultores mediocres en guerreros incomparables. Los recursos el desierto eran tan escasos, las tribus tan numerosas y la voluntad de vivir tan apasionante, que las existencias en él se convertían en el trofeo de una lucha sin piedad. En aquel horno, donde todo debía obtenerse por la violencia y por la astucia, el futuro pertenecía al más apto y al más fuerte. Por la fuerza de las cosas, la vida nómada terminó organizándose según una escala de valores en cuya cima estaba la ?muruwa?, término que significa a la vez honor y virilidad.-
El hombre que poseía ?muruwa? en grado eminente era reconocido como jefe, pues era más capaz que otro cualquiera de asegurar la perennidad de su clan. Su potencia viril compensaba los estragos de una mortalidad espantosa. El vigor de su brazo hacía accesibles a sus compañeros los puntos de agua. Una tribu sin ?muruwa? estaba condenada a desaparecer, ya fuese por inanición, o porque se extinguiese su descendencia ?peor aún? porque fuese reducido a esclavitud por una tribu más combativa.
BENOIST?MECHIN. IBN SAUD, DE MONARCA DEL DESIERTO A REY DEL PETRÓLEO. COLECCIÓN PERSONAE. EDITORIAL EUROS. IMPRESO EN PAPELES DE TORRES HOSTENCH, S. A. MONCADA-REIXACH. BARCELONA. ESPAÑA.