La Secretaría de Turismo del Gobierno Federal incluyó a la ciudad de Parras de la Fuente dentro de su programa “Pueblos Mágicos” el cual tiene por objetivo promover el turismo nacional e internacional hacia poblaciones que cumplan varios requisitos fundamentales: una probada vocación turística, conexión fácil con ciudades medianas o grandes, suficientes atractivos naturales, trayectoria histórica y un prestigio cultural evidente y activo; pero además una animosa voluntad por unir los esfuerzos de la comunidad con los tres niveles de Gobierno para alcanzar las metas propuestas.
Gerardo Elizondo García, director de Instituto Estatal de Turismo, anunció hace días que Parras de la Fuente reúne todos estos elementos y por ello ha sido tomada en cuenta para recibir la designación de “Pueblo Mágico” y acreedora a una primera inversión de siete millones de pesos para la transformación de fachadas, arreglo de calles e introducción de cableado subterráneo en la parte urbana conocida como Centro Histórico; un viejo sueño de quienes, aborígenes o fuereños, amamos a Parras y conocemos su vocación como tierra de anfictionía.
Decirle “mágica” a la antigua Santa María de las Parras no tiene relación con el arte de realizar cosas maravillosas en contra de las leyes naturales; nada qué ver, por supuesto, con Harry Potter ni su truculencia cinematográfica. Doña María Moliner describe mágico como “el encanto o atractivo particular de algo, de alguna cosa que parece estar fuera de la realidad o hace que nos olvidemos de ella”. Un atardecer tiene magia, una sinfonía o un entorno geográfico. Hay voces fascinantes, personas seductoras y sitios de encantamiento.
El adjetivo “mágico” ha sido aplicado en muchas ocasiones a las cuatro veces centenaria ciudad de Parras de la Fuente, antes Santa María de las Parras. Lo escribieron frailes, viajeros, poetas, periodistas y escritores y no por gracia... Esta tierra es dueña de un hechizo singular en sus calles, callejones y veredas; en la espléndida comba diurna y nocturna de su cielo; en el trato amable y hospitalario de su gente; en sus huertas ubérrimas; en sus iglesias y capillas; en las viejas casonas de su casco urbano, en la penumbra aromática y añosa de sus bodegas y en su muy larga vida de historia, leyendas, personajes y episodios patrióticos...
No conozco a alguna persona venida a Parras por unos cuantos días que luego haya arrendado rumbo a su tierra con el ánimo indiferente y sin ganas de volver por acá. La mayoría de los forasteros se enamora del pueblo, de sus paisajes, de sus gentes. A todos seduce el trasfondo que la Sierra Madre ofrece a la arquitectura urbana, sobriamente colonial a pesar del deterioro de los años y la ignorante buena fe de algunos de sus propietarios. Y no se digan sus barrios donde las huertas parreñas ofrecen un banquete de luz y color a los ojos visitantes y sabores deliciosos a los más exigentes paladares. “Visitar Parras ––dice un anuncio sobre la carretera–– puede causar adicción”.
Para aprovechar bien la oportunidad que ofrece el programa “Pueblos Mágicos” a la ciudad de Parras será imprescindible que sus habitantes se mantengan unidos en el propósito de convertirla en una auténtica comunidad turística junto a sus autoridades municipales y los empresarios del ramo. Las ciudades que atraen la atención del turismo son limpias, ordenadas, informadas y serviciales, por lo cual todos los parrenses tendrán que crear conciencia de que su actitud representa mucho para la comunidad. Desde la ingente colaboración inicial con las autoridades federales, estatales y municipales para efectuar las obras públicas necesarias, hasta la transformación y el arreglo adecuado de las fachadas de sus casas. Y una cortés, atenta y generosa actitud de anfitriones, como la que los parrenses todos muestran ante quienes llegan a sus casas con cualquier motivo. Amabilidad, atención y cortesía es una fórmula mágica para cualquier sitio turístico...
Esta oportunidad es única e irrepetible para la ciudad. Lo primero será limpiar y arreglar la gran casa de todos, poner orden vial en sus calles, facilitar la realización de los trabajos de remodelación del centro histórico. Si el Gobernador del estado observa una actitud positiva y cooperadora en los habitantes de Parras no solamente aportará mayores recursos económicos para construir más y mejores obras; también podrá gestionar la ampliación del presupuesto federal con ese mismo fin.
Parras es un pueblo mágico por naturaleza, historia y cultura. A todos corresponde el deber de que esa magia sirva para atraer visitantes nacionales y extranjeros quienes, seguramente, quedarán fascinados por nuestra ciudad. Felicidades a todos por adelantado…