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Parteaguas económico

Salvador Kalifa

Hace un par de meses señalé que la parálisis legislativa y las trifulcas políticas contribuyen a que los años buenos no se aprovechen lo suficiente y que, cuando llegan los tiempos malos, suframos las consecuencias de nuestras debilidades estructurales. Esto último es particularmente importante ahora que nos encontramos en un parteaguas económico, donde crece el temor de que los buenos tiempos en el exterior, y en consecuencia los nuestros, no están garantizados más allá de este año.

Los datos económicos de los meses de Junio y Julio en Estados Unidos dejan poca duda respecto a que la expansión económica de ese país está perdiendo vigor, en particular cuando observamos que el empleo creado el mes pasado apenas llegó a la cifra de 32 mil personas.

Estas malas noticias para el sector industrial de la economía estadounidense parece que fueron buenas noticias para el sector financiero, ya que apoya la expectativa de que continuarán las alzas moderadas en las tasas de interés. Esto lo confirmó, hasta cierto punto, el comunicado de la Reserva Federal (Fed) en relación con su reunión del martes 10 de agosto.

La Fed considera que aún con el alza de 25 puntos base en las tasas de interés de los fondos federales, la política monetaria continúa siendo acomodaticia, lo que junto con un crecimiento robusto de la productividad provee un apoyo importante a la actividad económica. Para los miembros de la Fed la moderación en el crecimiento del producto y la poca creación de empleos en los meses recientes se debe, de manera importante, al alza substancial en los precios de la energía. A pesar de ello, insistieron que la economía estadounidense está lista para reanudar un ritmo de expansión más fuerte hacia delante.

El comunicado reconoce, por otra parte, que la inflación ha sido algo elevada este año, pero una porción del alza en precios parece reflejar factores transitorios. El énfasis en la inflación y la reiteración de que esperan un crecimiento fuerte en la segunda parte del año elevó la probabilidad de otro aumento de un cuarto de punto porcentual en la tasa de referencia de la Fed en su reunión del 21 de septiembre.

La mayoría de los economistas estadounidenses, en especial los vinculados con Wall Street, simpatizan con la postura de Alan Greenspan y sus compañeros de la Fed, en el sentido de que la recuperación atraviesa una pausa, más que un retroceso, y que pronto veremos una etapa más dinámica de crecimiento. Sin embargo, no todos comparten ese optimismo. Para otros analistas los problemas tan peculiares que agobian a la economía estadounidense son un síntoma de que esta recuperación es diferente a todas las anteriores desde la Segunda Guerra Mundial.

El meollo del problema está en el mercado laboral. A fines de la primavera las señales en el empleo fueron alentadoras. La que hasta esa época había sido una “recuperación sin empleos”, comenzó a generarlos, enviando a un plano secundario las voces de los pesimistas, que temían que el repunte fuera efímero. Sin embargo, los datos de empleo y producción más recientes son muy decepcionantes, y si bien no parecen preocupar a la Fed, son suficientes para que otra vez surja la duda en relación con lo robusto y sostenible de esta recuperación.

El señor Greenspan ya había desechado los números malos de empleo de Junio como un bache temporal. Parece que el comunicado de la Fed considera que los datos de Julio son otro bache similar. Sin embargo, dos cifras malas seguidas son difíciles de descalificar como una aberración, en particular cuando el precio del petróleo sigue subiendo y esta recuperación ha producido el menor número de empleos de cualquier repunte económico en medio siglo.

Greenspan ha insistido que esta recuperación, como ninguna otra, se finca en un alza importante de la productividad, que si bien no lleva a la creación de nuevos empleos, sí contribuye a un incremento significativo de las utilidades de las empresas. Esto, espera Greenspan, se debe traducir tarde o temprano en más inversión y en la creación de más plazas de trabajo, lo que cuando cedan los precios del crudo acabaría por consolidar el repunte económico. De ahí su comentario de que estamos ante un tropiezo temporal y no frente a un descalabro duradero.

La esperanza de la economía global y en particular la nuestra se finca, por tanto, en que la Fed tenga razón y pronto veamos un alivio en los precios del petróleo y un incremento en la creación de empleos en Estados Unidos. Ello es crucial, ya que los consumidores tienen la clave del crecimiento y no pueden sostener indefinidamente su gasto basando su ahorro exclusivamente en la apreciación de sus activos. Tarde o temprano tendrán que ahorrar de su ingreso, y eso significa una disminución del consumo, a menos que se eleve el número de personas empleadas para compensar esa caída.

Más ahorro quiere decir menos gasto y si este no se compensa con más empleo, lo que hasta ahora no sucede, entonces menos gasto se traducirá en un menor dinamismo económico el año próximo. El entorno puede ser aún más complicado si el precio del petróleo permanece elevado, retrocede el mercado bursátil y caen los precios de las viviendas, ya que ello obligaría a que el ahorro de los consumidores se base en su ingreso y no en la apreciación de sus activos aún antes de que pudiera elevarse el empleo.

Hay varias acciones que pueden alejar esta alternativa pesimista. El gobierno estadounidense puede extender los incentivos impositivos a más familias y la Fed puede detener el alza de las tasas de interés. Lamentablemente, el margen de maniobra en cada una de ellas es muy escaso, por lo que en este parteaguas económico no podemos eliminar el riesgo de que la economía estadounidense, y por consiguiente la nuestra, vuelvan a caer en recesión en 2005 o 2006.

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