la resolución de la Directiva Estatal del Partido Acción Nacional de Coahuila, que desconoce a José Reyes Flores como dirigente del PAN en Torreón, ocasiona una grave fractura que ensombrece el futuro del panismo local.
El día quince de agosto pasado, tuvo lugar una elección en la que compitieron dos aspirantes a dirigir al PAN en Torreón: José Reyes Flores, sostenido por corrientes afines al senador Jorge Zermeño Infante y apoyada por el grupo del subsecretario de Economía, Juan Antonio García Villa, la diputada plurinominal María Eugenia Cázares.
Semanas atrás, García Villa había obtenido por escaso margen el control de la Mesa Directiva Estatal, al poner en la Presidencia a Esther Quintana, subalterna suya en la burocracia federal, que pasó del cargo oficial que tenía en la ciudad de México a dirigir los destinos del PAN en el Estado.
Volviendo al proceso municipal, éste concluyó a favor de José Reyes Flores por dos puntos porcentuales. El resultado confirma que el PAN de Torreón y de Coahuila se encuentra partido a la mitad y sin embargo, la regla de oro de la democracia que indica que las elecciones las decide la mayoría por un solo voto, hizo pensar que dicha voluntad sería respetada.
Lo anterior con mayor razón, porque la propia Esther Quintana convocó y presidió la elección interna y clausuró las votaciones con un discurso de felicitación al triunfador porque “ganó en buena lid” y calificó el proceso como “fiesta democrática”. María Eugenia Cázares admitió el resultado, invitó a la unidad y felicitó al ganador José Reyes Flores, quien protestó el cargo en ese momento frente a la Presidenta Estatal e incluyó a la candidata perdedora en su equipo de trabajo.
José Reyes Flores es un joven abogado que se abre paso en su entorno social, en el foro lagunero y en su partido, como un prototipo de la cultura del esfuerzo. Quienes lo apoyan, reconocen en él un liderazgo inteligente y moderado, propicio para fomentar la unidad al interior del PAN.
Quince días después el grupo de García Villa abandona el juego de ajedrez, dando un manotazo en el tablero. Sin que en forma previa se le hubiera hecho saber impugnación alguna y sin ser oído en su defensa, José Reyes Flores es desconocido por la Directiva Estatal mediante una resolución que desintegra al Comité de Torreón y reduce la estructura local a “Delegación”. La palabra “Delegación” en este caso, es sinónimo de incapacidad de los panistas de Torreón para organizarse por sí solos, por lo que quedan bajo el mando de la Directiva Estatal (de García Villa), al través de un delegado impuesto.
La resolución contraviene al Principio de Subsidiariedad esencial a la ideología del PAN, que regula la autonomía de cada nivel de la estructura del partido, como elemento indispensable del ejercicio democrático al interior del mismo.
En el fondo campean las ambiciones en la lucha por el poder, entre los grupos que apoyan a los aspirantes panistas a la gubernatura: Zermeño y García Villa.
Obsesionado con ser Gobernador, García Villa cierra los ojos a los sondeos de opinión que le conceden un magro tres punto uno por ciento en la preferencia de los electores (según última encuesta de El Siglo de Torreón) y olvida el desastre que fue su anterior participación como candidato, al ser doblegado por votación de dos a uno por el actual gobernador Enrique Martínez y Martínez.
García Villa llevó al PAN de Coahuila en las pasadas elecciones locales, a su más bajo nivel histórico de votación.
Los hechos que generan el conflicto que nos ocupa, contradicen la trayectoria de García Villa y revelan ambiciones fuera de control y deformaciones autoritarias y tramposas, propias del sistema que en el pasado combatió. Se confirma el adagio: “Los dioses ciegan a quienes quieren perder”.
El PAN de Coahuila se apresta a enfrentar la elección de Gobernador, Ayuntamientos y Congreso del año entrante, fracturado por una división torpe y mezquina, lo que sin duda tendrá de plácemes a sus adversarios.
El sainete panista en Coahuila apenas comienza. La resolución que descalifica la elección de José Reyes Flores puede ser recurrida ante el Comité Ejecutivo Nacional del PAN a cuyas manos llegará como brasa ardiendo y seguro terminará en el Tribunal Federal Electoral.