No hay ningún secreto como tampoco el menor pudor en esa circunstancia. Roberto Madrazo tiene secuestrado al PRI. Andrés Manuel López Obrador al PRD. Y el PAN... el PAN no tiene claro si está secuestrado o si es un secuestrador.
Los partidos no, pero los precandidatos ya están listos -al menos, eso creen- para arrebatarse la candidatura presidencial y de ser el caso, participar en una elección que, por cómo se presenta, será el resumen no de una interesante competencia sino de una lamentable y peligrosa incompetencia política. Los partidos no están listos por una simple razón: están secuestrados por los precandidatos y el respectivo grupo que los impulsa a apropiarse de la ansiada candidatura. El desenlace de ese concurso de incompetencia es toda una amenaza. En nombre de la democracia, están dispuestos a acabar con ella. Algo de fundamentalismo hay en todos ellos. No hay ningún secreto como tampoco el menor pudor en esa circunstancia. Roberto Madrazo tiene secuestrado al PRI. Andrés Manuel López Obrador al PRD. Y el PAN... el PAN no tiene claro si está secuestrado o si es un secuestrador.
*** La crisis del Partido de la Revolución Democrática es impresionante. El partido está secuestrado por su más fuerte precandidato, Andrés Manuel López Obrador, pero éste a su vez está entrampado por la capacidad de operación política de quien fuera su operador político, René Bejarano. Andrés Manuel López Obrador parece desinteresado en apoyarse en su partido y a partir de una actuación concertada y articulada, salir del entrampamiento en medio del cual se encuentra. En su lógica, no es él quien debe apoyarse en el partido; es el partido el que debe apoyarse en él. Aun habiendo sido presidente del partido, López Obrador no se ve ni se contempla como un hombre de partido. Su idea es otra, es el partido de un hombre. Si ese problema provoca una tensa relación entre el precandidato y su partido, peor es la relación entre el precandidato y quien fuera o es su operador político, René Bejarano.
Andrés Manuel López Obrador no acaba de deslindarse de Bejarano por una simple razón: Bejarano tiene una red de poder en el Distrito Federal que el precandidato considera imprescindible para coronar su aspiración. López Obrador sí ha hecho una que otra tibia declaración tratando de pintar su raya frente a Bejarano, pero lo cierto es que no se separa de él. No advierte que esa cercanía lo vulnera y desprestigia a él, al tiempo que vulnera y desprestigia a su partido. El tabasqueño no advierte el daño que le provoca ese operador político que ha hecho del chantaje y la violencia el verdadero fuero de su impunidad. La honestidad valiente de Andrés Manuel quedó hecha trizas con la actuación extorsionista de Bejarano; el apego al Estado de Derecho quedó hecho trizas con ese afán de hacer del bando y el decreto el recurso para gobernar sin la Asamblea (en la anterior legislatura) y desde luego, el desacato coronó aquella tentación; la conducta política civilizada fue expuesta con la toma violenta de la tribuna de la Cámara de Diputados impuesta por Bejarano al partido.
Le resta a Andrés Manuel, eso sí, el amparo popular que contiene dosis de fuerte populismo y ampolletas de política clientelar. Si el Partido de la Revolución Democrática no consigue en estos días someter la actuación de López Obrador en un marco de entendimiento con la organización y no lleva al desafuero a Bejarano, el precandidato se encontrará en una situación insalvable y peligrosa. Insalvable porque es claro que Cuauhtémoc Cárdenas está oyendo el canto de las sirenas y comienza a actuar como el candidato sustituto de la izquierda, aun bajo las siglas de otro partido distinto al suyo. Insalvable porque Bejarano no tiene rescate político alguno. Peligrosa porque, con los índices de popularidad de López Obrador, su eventual desafuero y enjuiciamiento podría llevar al país a un escenario de violencia política.
La hora de los sacrificios le llegó al PRD y a su precandidato. Si no se amputan la corriente que encabeza Bejarano y operan principalmente su esposa y su hermano, ni el PRD ni su precandidato podrán remontar la crisis que afrontan. Y si el perredismo no escapa de su secuestro, es claro que entrará en una crisis mayor a la que afronta. Leonel Godoy enfrenta un problema de enorme envergadura: tiene que reunificar al partido, salir de la corriente bejaranista, contener el ánimo rupturista de quien fuera su guía y tutor político, Cuauhtémoc Cárdenas y someter a Andrés Manuel López Obrador al interés del partido.
*** El caso de Acción Nacional es otro asunto singular. El dirigente Luis Felipe Bravo se reeligió para un segundo mandato que no ejerció. Quiso ser dirigente para no dirigir el partido. La falta de coordinación y articulación entre el partido y el Gobierno, así como entre éstos y las fracciones parlamentarias hicieron de su actuación un batidillo, donde aún hoy Acción Nacional no se asume como partido en el Gobierno. El revés electoral de 2003 puso en evidencia esa falta de coordinación y articulación y absurdamente, en vez de trabajar en ese asunto para evitar la pérdida de la segunda mitad del sexenio, el Gobierno y el partido optaron por precipitar la sucesión de Vicente Fox. Así, toda la capacidad de interlocución del Gobierno-partido con las demás fuerzas políticas se vino abajo para dar entrada a litigios y conflictos internos que deterioraron a las dos instancias. La Primera Dama jugó con su postulación y en el juego participó el mismo Presidente de la República. Santiago Creel está en ésas, a veces actúa como precandidato siendo secretario de Gobernación y siendo precandidato, a veces, como secretario. Francisco Barrio, el coordinador de la fracción parlamentaria, también y Germán Martínez, el vicecoordinador de la fracción, comanda el equipo de apoyo del otro precandidato que es Felipe Calderón.
