Edificios en Torreón, fuera de toda protección jurídica
Faltan voluntad y cultura para preservar construcciones antiguas
EL SIGLO DE TORREÓN
TORREÓN, COAH.- Con un patrimonio casi devastado por la modernidad, Torreón muestra una preocupación naciente por conservar lo que físicamente puede ser referencia de su historia y un factor de identidad para sus habitantes.
El esfuerzo es lento, insuficiente y demanda el compromiso moral no sólo de las instancias de Gobierno, sino de la ciudadanía que debe adquirir una mayor sensibilidad hacia la importancia de conservar las construcciones que reflejan la historia de la región o simplemente tienen un valor arquitectónico digno de permanecer.
Para Francisco Martínez Pérez, delegado estatal del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en Coahuila, el principal obstáculo es la edad: aunque Torreón es una ciudad joven y con una cualidad arquitectónica muy peculiar, está fuera de toda protección jurídica, toda vez que un inmueble debe tener por lo menos 100 años de antigüedad para ser protegido como patrimonio.
En este sentido los proyectos y acciones están supeditados a la obligación moral y técnica más que la legal, mediante las estrategias que los gobiernos municipales puedan aplicar para estimular la participación de todos los ciudadanos, con base en la reglamentación local.
Según Francisco Martínez, antes de la administración municipal actual ni siquiera figuraban en los planes de desarrollo urbano los edificios que forman parte del patrimonio histórico.
La falta de conocimiento y de conciencia parecía no tener alcances: Hay documentos elaborados hace años, que eran solicitados por la oficina central del INAH con el fin de elaborar un listado de los monumentos históricos, en los cuales se indicaba que en Coahuila no existía este tipo de construcciones.
“La mayor cantidad del patrimonio histórico se ha devastado, pero aún existe un porcentaje muy alto que debe ser protegido de la manera más urgente posible”, asegura.
En la actualidad, se están haciendo esfuerzos porque el Plan Municipal de Desarrollo Urbano obedezca en mayor medida a criterios culturales, los cuales se han logrado establecer mediante convenios de colaboración con otras instancias y de los que se han derivado proyectos como el del rescate del antiguo Canal de la Perla, el cual permitirá estimular la economía de la ciudad por medio de la actividad turística.
Se ha logrado integrar la Junta de Conservación y Protección de los bienes que integran el Patrimonio Cultural de Torreón y están en proceso de elaboración algunas modificaciones importantes al Reglamento del Patrimonio Histórico Cultural e Industrial, de manera que la utilización de construcciones con valor histórico o arquitectónico sea en forma estratégica con base en el plan de desarrollo.
El delegado estatal del INAH considera que para que Torreón pueda lograr un centro histórico digno, primero debe resolver algunas carencias y rezagos que son determinantes, como la falta de áreas de estacionamiento, la modernización en vialidades e incluso la ausencia de proyectos de desarrollo habitacional en el mismo centro.
Partir de proyectos encaminados a la conservación de los sitios históricos, ayudaría a definir el tipo de construcciones con que se cuenta y que según sus características y calidad arquitectónica se les pueda aprovechar como museos, corredores turísticos o darles otro destino para la prestación de servicios o el comercio, siempre dejando en claro la necesidad de generar un impacto y crecimiento económico de la región.
Sobre la importancia de involucrar a la sociedad en este quehacer, Martínez Pérez considera que sería un buen principio que la ciudadanía reconozca un edificio como patrimonio de la historia de su comunidad.
“Hay un criterio erróneo de considerar así a las grandes construcciones, cuando la realidad es que la arquitectura relevante por sí es un monumento histórico y el término tiene la misma aplicación en la Catedral Metropolitana que en el Edificio Arocena o una casa habitación”.
El patrimonio es la categoría que edificaciones que homogeniza la idiosincrasia de una sociedad; en el caso de Torreón es arquitectura vernácula, construida de adobe, con una relevancia basada en la utilización de sistemas constructivos de piedra, ladrillo, madera y que también obliga a identificar las conductas gastronómicas, culturales y de vida común y cotidiana.
Falta voluntad del Gobierno Estatal
A consideración del delegado estatal del INAH en Coahuila, por instancias del Gobierno del Estado se han desarrollado actividades encaminadas a la protección de edificios en determinadas regiones, como en el centro, pero en otras áreas es notoria la falta de impulso “y ya es el momento de que los esfuerzos de la sociedad civil tengan una respuesta”.
En la ciudad de Saltillo opera un concepto de recaudación de recursos para la conservación de su Centro Histórico, a través del pago de los derechos vehiculares que la ciudadanía saltillense realiza cada año.
Esta modalidad no se aplica en el caso de Torreón, a pesar de dichos criterios deberían ser homogéneos en toda la entidad con la idea de fomentar la captación de recursos que permitan el desarrollo de estos proyectos.
Por medio de la Junta de Conservación, podrán hacerse reclamos de tal naturaleza y generar un espacio para vincular al Estado y la Federación.
Otro reto por atender es la ausente formación de profesionistas en la materia, lo que ha dado lugar a que la Ley del Patrimonio Estatal de 1986, muy avanzada para su época, se quedara en el gabinete por la falta de restauradores o arquitectos con reconocimiento académico.
Para abatir dignamente el rezago, el INAH ha establecido contacto con la Universidad Autónoma de Coahuila y ha gestionado la creación de una Licenciatura en Paleontología, además de que se ha logrado abrir algunos diplomados de protección al patrimonio cultural.
“Aquí lo importante es generar especialistas que se hagan responsables de su propio patrimonio”, considera.
Origen del descuido
Para el arquitecto y pintor, Sergio Pérez Corella, no existe una conciencia de las autoridades ni de la población que permita conservar lo poco que se tiene en cuanto a valor arquitectónico.
Muchas de las construcciones que eran pieza importante en la historia de la región han desaparecido con la complacencia de las autoridades, pues ninguna en su turno trató de detener las demoliciones con las que se dio lugar a edificios modernos en aras del desarrollo y el crecimiento.
Hasta 1930 ó 1940 el crecimiento de la ciudad alcanzaba hasta el sector de la alameda Zaragoza; si se recorre ese punto se puede comprobar que la mayoría de las construcciones data de los años setentas, lo que significa que casi todos los edificios antiguos fueron demolidos.
Actualmente tampoco existe esa preocupación para conservar lo que se tiene, pues salvo tres o cuatro edificios muy identificados, el resto de las construcciones padece un descuido severo.
Tal es el caso de la que ocupa el Hotel Galicia, en cuya planta baja se ha permitido la destrucción del inmueble por parte de los encargados de los locales comerciales; o lo que fuera el banco chino en la avenida Juárez y calle Valdez Carrillo, convertido en un tianguis donde las ventanas se utilizan para colgar la ropa en venta.
La Comarca Lagunera se formó con personas que provenían de otras regiones, a lo cual se debe que los estilos arquitectónicos estén mezclados.
A esto también se atribuye el hecho de que no sea una región con una estirpe social definida; una casta o abolengo que genere entre la gente un sentido de pertenencia por el lugar que habita. Por lo tanto, no existe un arraigo que una a los distintos sectores de la sociedad y se esfuerce por conservar lo que tiene.
En ciudades como Querétaro, Zacatecas, Morelia y Aguascalientes, se realizan esfuerzos importantes para conservar el patrimonio histórico; aún en otras con menor antigüedad, como Chihuahua, la Iniciativa Privada y el Gobierno trabajan conjuntamente, pero Torreón se ha quedado rezagado y existe un miedo a resolver problemas de fondo como el ambulantaje, lo que podría dar lugar a proyectos que se han alargado por trienios como el del Pabellón Hidalgo.
A pesar del poco sentido de pertenencia, se puede hacer mucho por la región, con voluntad política más que con recursos, sostiene Pérez Corella.