TORREÓN, COAH.- Desde que el beisbol nació, hace ya bastantes años, se establecieron una serie de códigos no escritos, pero que todo pelotero profesional y amateur conoce y aplica. Dentro del “Rey de los Deportes” existen situaciones anormales que se consideran burlas y cuando llegan a presentarse, una forma de protestar es la realización de lanzamientos muy pegados, los cuales no dejan estar cómodo a un bateador en la caja.
Cuando en un juego de beisbol existe una diferencia de carreras importante, se consideran una burla los robos de base o toques de sacrificio, incluso cuando un corredor desde segunda base comunica al bateador los movimientos del catcher, por señalar un ejemplo más. Cómo olvidar aquel partido entre Unión Laguna y Tigres Capitalinos, cuando Juan Manuel Palafox se fue encima de Javier Robles, luego de que éste, como corredor en segunda, se comunicó a través de señales, con el bateador en turno. Robles vino a batear y la reacción de Palafox fue lógica, el lanzamiento fue tan cerrado que Robles no pudo evitar el pelotazo.
Jugaban los Algodoneros de Unión Laguna frente a Charros de Jalisco e Hilario Rentería lanzaba por los de casa, mientras que Jesús “Piti” Ábrego estaba al bat por los visitantes al Estadio de la Revolución. Hilario perdió el control de una bola y ésta pasó por la espalda de Ábrego, el cual avanzó unos pasos hacia adelante y advirtió al pitcher algodonero: “Si la vuelves a acercar me voy encima”, a continuación Rentería puso el pelotazo en la espalda y se dirigió al bateador: “Ven, aquí te espero”; Ábrego agachó la cabeza y se fue a la inicial, sin hacer mayores comentarios.
En el playoff de 1990, cuando Unión Laguna eliminó a los Sultanes de Monterrey, Miguel Alicea, entonces con el equipo regiomontano, prácticamente “rasuró” a Jason Felice y cuando el bateador caminaba a la inicial, fue regresado por el ampayer principal; al siguiente lanzamiento Alicea mantuvo su postura y Felice, encima del pentágono, recibió el pelotazo; la gresca estuvo a punto de armarse, hasta que Jesús Sommers puso orden y todo siguió dentro de la normalidad.
Existe en ligas mayores
Si se analizan los números de algunos de los lanzadores más famosos en el beisbol de ligas mayores, se va a encontrar que todos sin excepción, se han distinguido por hacer pitcheadas muy cerradas, que en bastantes casos golpearon al bateador en turno. Desde Cy Young, por referirse a la época antigua, que pasa por Sandy Koufax, Mickey Lolich, Denny McLein, Bob Gibson, Mike Cuellar, Tom Seaver, Jim Hunter, Greg Maddux, Randy Johnson, Andy Pettitte, Roger Clemens y Pedro Martínez, por mencionar a puros estelares.
Han sido muchos los ejemplos de lanzadores con grandes recursos para destacar, pero el miedo a realizar pitcheadas cerca del cuerpo del bateador, impide que alcancen el calificativo de estrellas y no es que se busque dar un pelotazo intencional, pero sí es el objetivo evitar que quien tiene un bat en las manos se sienta cómodo a la hora de tomar su turno.
Los pelotazos en todas las ligas de beisbol, profesionales y amateurs, han existido y siempre estarán presentes mientras haya un bateador que quiera conectar los lanzamientos de un rival, al que se desea dominar o cuando menos permitir el menor daño posible.
Durante la campaña de 2000, en juego interligas, Roger Clemens, de los Yanquis de Nueva York, recetó un pelotazo a Mike Piazza, receptor de los Mets de Nueva York y la situación se puso complicada, cuando ambos peloteros se volvieron a ver las caras había una gran expectación y durante un turno, Piazza aventó el bat sobre la humanidad de Clemens; todo entonces fue controlado y el estrella de los Mulos de Manhattan, por disposición de Joe Torre, no vio acción en Shea Stadium, en donde los aficionados querían comerse vivo al estelar de los Yanquis, que había golpeado a su ídolo y eso no podía quedarse así.
Yanquis se levantó con un título más de Serie Mundial, Roger Clemens fue un elemento clave en el título y Mike Piazza nada pudo hacer para ayudar a los Mets de Nueva York; “El Cohete”, entonces, había ganado la batalla, porque los Mets tuvieron a un Piazza incómodo en la caja de bateo.
Tijuana contra Vaqueros
Durante el segundo juego de la pasada serie entre Toros de Tijuana y Vaqueros Laguna, en el Estadio de la Revolución, se dio un incidente en la misma primera entrada, cuando Emiliano Girón recetó pelotazo al primero en el orden, Carlos Valencia y después de recibir varios batazos sólidos, golpeó con un lanzamiento en la espalda a Abraham Valencia, para desatar una discusión que cerca estuvo de llegar a las manos.
Mientras que Emiliano Girón era sacudido por la ofensiva de Tijuana, el manager Carlos Hernández, incurrió en algunas acciones que se consideran como burlas en el código del beisbol y la reacción del dominicano fue un lanzamiento tan ceñido que se estrelló en la espalda de Abraham Valencia. Ya con los ánimos bien caldeados, el lanzador dominicano respondía a las amenazas del bateador de Tijuana, pero la situación no pasó a mayores, gracias a la intervención de los jugadores de ambas novenas.
A raíz de este problema, algunos aficionados etiquetaron a Emiliano Girón como un lanzador que suele dar pelotazos a los rivales y la situación va más arriba, al señalar al cuerpo técnico e incluso a la directiva, como los autores intelectuales de este tipo de lanzamientos. No es golpear el objetivo primordial, sino intimidar al bateador, el cual en muchas ocasiones se “monta” en el pentágono y le es imposible evitar el pelotazo.
Ante este tipo de situaciones, el buen aficionado al beisbol debe entender que los lanzamientos pegados al cuerpo son un recurso de intimidación al bateador, el cual suele “gozar” al pitcher cuando le ha hecho daño y ese tipo de burlas provocan la ira de quien está en la loma de pitcheo.
Actualmente un claro ejemplo de lo que se menciona es Barry Bonds, cañonero de los Gigantes de San Francisco, protegido de todo a todo cuando está frente a un lanzador y no porque éste busque hacerle daño, sino por el deseo de intimidarlo e impedirle que esté cómodo en la caja de bateo; en ocasiones la precisión falla y más cuando el jugador ofensivo prácticamente está encima del pentágono.
Se trata de una guerra sin dar ni pedir cuartel, en donde el que logre imponer condiciones, generalmente va a salir adelante. Se hablaba del ejemplo de Israel Alcántara, antes de dar el jonrón de la victoria a Manny Aybar; el lanzador de los Pericos de Puebla hizo abanicar al cañonero de Vaqueros con un lanzamiento de 95 millas, Izzy no modificó su postura en la caja de bateo y como resultado vino el batazo de cuatro esquinas que decidió el partido. ¿Qué hubiera pasado si Aybar lanza pegado al cuerpo de Alcántara? La historia seguramente habría sido distinta.