Penélope Cruz disfruta sacarle el mayor provecho a sus interpretaciones
El País
Madrid, España.- A Penélope le cuadra su nombre. Teje por el día, aunque no da nada por hecho, y por la noche el torbellino de su cabeza la obliga a destejer una parte. Su permanente autocrítica es como el montaje de una película, ella revisa las tomas del día y aparta las que cuestiona para tejerlas otra vez el día siguiente.
Penélope o la voluntad. Hace 12 años, cuando tenía 18, apareció en Jamón, Jamón, de Bigas Luna, y deslumbró. Fue su primer protagonista, su segunda película y su gran oportunidad. Sus compañeros allí, Javier Bardem y Jordi Mollá, como ella, también ampliarían sus carreras en tierras estadounidenses. (Vaya ojo el de Bigas). Sin embargo, hasta hoy con No te muevas, de Sergio Castellitto -por la que ha recibido críticas inmejorables y el máximo premio italiano, el David de Donatello- sólo en Belle Epoque y La Niña de tus Ojos, ambas de Fernando Trueba, y Todo sobre mi madre, de Pedro Almodóvar, hizo Cruz un trabajo tan redondo.
Aceptó interpretar a la gitana desgraciada y generosa de No te Muevas empujada por la historia. ?Cuando leí el guión me tocó tanto el corazón que? La primera vez lo leí en un avión y me dieron tales ataques de llanto que mi amiga Whitney me preguntaba, preocupada, qué me pasaba. Un material como éste es muy difícil de encontrar y me tiré a él de cabeza?.
Sólo impuso una condición, interpretar en italiano y también doblarse en español. Y, como suele hacer, se machacó a conciencia preparándolo: ?Sentí algo especial con esta historia. Creía que si todo salía como pensaba podría significar algo muy importante para mí y no sólo para mi carrera, era por el momento en que estaba, personal, como mujer?.
Ya en Roma, mes y medio antes de rodar, vivió seis horas diarias pegada a un profesor de italiano y el resto del tiempo, ensayando con o sin Castellitto, inmersa hasta las cejas en un trabajo cuya presión ha ido aumentando en idéntica progresión a su carrera y en el que no hace distingos, sea la producción europea o estadounidense: ?Me parecería muy poco generoso sentir menos presión en un sitio que en otro. Mi vida es prácticamente la misma en todos los lugares mientras ruedo; no voy a fiestas, estudio, trabajo y alguna vez salgo a cenar, aunque casi siempre lo hago en el hotel para seguir estudiando?.
El desembarco americano
En su debut en Estados Unidos (EU) la dirigió Stephen Frears, fue Hi-Lo Country, junto a Woody Harrelson. Siguieron Todos los Caballos Bellos, de Billy Bob Thornton, con Matt Damon; Blow, de Ted Demme, con Johnny Deep; La Mandolina del Capitán Corelli, de John Madden, con Nicolas Cage o Vanilla Sky, de Cameron Crowe, con Tom Cruise.
Todos, proyectos interesantes sobre el papel pero cuyo resultado no fue de los que catapultan a un actor. Sí resultaron muy útiles para que Penélope fuera conocida por la industria y el público norteamericanos, apareciera en todas las portadas imaginables, incluida la de la revista de referencia, Vanity Fair, que la sacó nada menos que en tres ocasiones y, por supuesto, para que su romance con Cruise diera la vuelta al mundo.
Su intervención en Gothika, producción americana pero dirigida por el también actor francés Mathieu Kassovitz, introdujo un pequeño cambio de estrategia: su personaje era pequeño pero incluía un cambio físico (a peor) y se estrenaba en el género de terror. Penélope destaca de Gothika el hecho de haber conocido a su compañera de trabajo, Halle Berry, de quien habla maravillas: ?En ella encontré a la mejor compañera, es una de las actrices con las que más he conectado, mi favorita, la más cariñosa y generosa, un ángel. Nos hemos hecho muy amigas. Y es que al final es eso?.
Penélope mantiene activa su rebeldía ante los estereotipos y sus estratégicos escudos de protección. Se nota tan sensible como siempre pero, ahora también, ?más fuerte?.
Su talón de Aquiles, la gente a la que quiere y en la que confía, la que sabe que le me va a ?traicionar. ?Si no, el mundo se te cae encima. Pero por lo demás, siempre me ha costado admitir que no todo el mundo tiene buenas intenciones?.
Su última arma defensiva es tomarse ?las cosas de otra manera?. Por ejemplo, con la prensa, el hecho de sentirse más fuerte crea ?una energía diferente?. ?Me agreden menos?. Sin embargo lo cuenta con cierta tristeza. ¿Por qué? Contesta muy despacio, después de una pausa: ?Los escudos evitan un montón de problemas y? no hay otra manera. Al principio los ocultaba y, si en una entrevista los notaban y me encontraban reservada, me molestaba. Ahora no. Tendrían que cambiar tanto las cosas para que yo? A veces me gustaría pero? No, sólo te crea problemas?.