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MÉXICO, DF.- Le cuesta trabajo autodefinirse. Pepe Aguilar acepta que es un revolucionario de la música ranchera, coincide en que es el más progresivo de los intérpretes vernáculos, pero se niega a que se le coloque junto a las leyendas del género "porque aún me falta mucho por hacer".
Con 34 años de edad, esta figura de la música mexicana tiene una incontable lista de premios, incluido un Grammy, pero uno de sus momentos más relevantes hasta ahora, comenta, es llenar el zócalo capitalino: "Es un parteaguas en mi carrera, algo que jamás olvidaré".
Pepe ha logrado vender más de ocho millones de copias de sus discos. Sin duda, esa guitarra eléctrica que se escucha en canciones como Miedo o El Autobús marcarán pautas a seguir en la música ranchera.
Sólo a alguien como Pepe Aguilar se le ocurre meter destellos de rock progresivo en un tema ranchero: "Desde que era chavito escuchaba a Pink Floyd, por influencia de mi hermano mayor, así que el rock y la música ranchera son mis dos pasiones; no tengo ningún inconveniente en fusionarlas. Entonces se puede decir que soy ?charrocanrolero?".
En entrevista exclusiva, el heredero de Antonio Aguilar, reconoce que 2004 ha sido "un año para recordar, porque he recibido cosas que nunca se habían dado; por ejemplo, entramos en estaciones pop, a un público que no suele escuchar música mexicana".
-¿Te gustaría que te recordarán como un revolucionario del género?
-Me encantaría. Creo que los halagos son resultado de un trabajo arduo. Mi compromiso es conmigo mismo y quiero hacer muchas cosas todavía. Si soy un revolucionario de la música mexicana, el tiempo y el público lo decidirán.
-¿Por qué tienes el afán de renovar la canción ranchera?
-La música ranchera tiene la magia de ser auténtica, así que todo ese folclore ya lo quisiera tener otro país. Claro que ahora se tiene que fortalecer el género con otras herramientas y recursos, porque hace 40 años había limitaciones musicales y técnicas.
-Encuentro referencias a Pink Floyd en canciones como ?Miedo? o ?El autobús?, ¿eso te ubica como el más progresivo de los charros?
-Tengo influencia de muchas bandas y eso se nota en mis producciones. De pronto puedes escuchar una guitarra distorsionada, que no tiene nada qué ver con el género ranchero, pero la intención es que el sonido llame la atención de las nuevas generaciones.
-¿Cuándo descubriste que la música te apasionaba?
-Desde los cuatro años, de manera natural, ya cantaba y aunque no lo hacía profesionalmente sí le entraba. Es más, desde niño empecé a trabajar en el espectáculo de mis papás y me pagaba como 250 pesos. A los 15 años fue cuando decidí que la música era lo único que me interesaba. Además, todos mis amigos estaban en el ambiente musical y hasta formé una banda llamada Equus.
-¿Recuerdas tu primer pago?, ¿ahora ganas bien?
-Mi primer sueldo como solista fue de dos mil 500 pesos en 1989, que ahorita sería una fortuna. Más allá de que puedas cobrar bien para vivir cómodamente, lo mejor de todo es que a esta profesión le agarras un cariño insospechado.
-¿Eras latoso de chavito?
-De niño era introvertido. No tenía una palomilla de cuates porque siempre estaba viajando con mi familia, a Estados Unidos o a Centroamérica. Y mis amigos siempre eran más grandes que yo, cuando yo tenía siete u ocho años me juntaba con los chavos de 12.
-Pero de adolescente debiste tener tu etapa ruda, ¿o no?
-Como a los 18 o 19 años, que andaba en la onda de la charrería, era tremendo: borracho, parrandero y jugador. Y no porque en la charrería se viviera todo eso, no, sino porque fue mi edad difícil.
-¡Y mujeriego!, me imagino.
-Por supuesto que era mujeriego, muy enamoradizo. Si algo me fascina en la vida son las mujeres. Afortunadamente encontré en mi esposa a la mujer de mi vida y cada día me gusta más y estoy más enamorado de ella.
-¿Eres uno de los mejores gallos del palenque?
-Así me siento, aunque ya no voy tanto a esos escenarios porque es un ambiente muy duro, muy agotador, de muchas desveladas. Por si no bastara, el público es tremendo, muy exigente, y no cualquiera puede pararse en un escenario de esas características. Como escuela, el palenque es bárbaro porque acabas por curtirte: allí hay desvelada, fiesta, tragos, euforia, una mezcla que a fin de cuentas alebresta a los espectadores y los convierte en un público difícil.
-¿Cómo te asumes en plan paternal?
-Trato de ser un buen padre. Soy estricto, pero también comprensivo. Según mi esposa y yo, estamos educando bien a los hijos.
-¿Eres tan feliz en el escenario como fuera de él?
-Soy feliz en el escenario. En verdad disfruto cantar y sentir al público, pero también me encanta estar con mi familia. Si tuviera que elegir entre ambas opciones, sin duda elegiría pasar el resto del tiempo junto a mis seres queridos; pero no sería completamente feliz, porque extrañaría la música. Son amores distintos, pero complementarios.
-¿En algún momento sentiste que habías decepcionado a tus padres?
-Algunas veces, cuando andaba de canijo, sentía que los estaba defraudando. Es la naturaleza del ser humano: de pronto tienes etapas oscuras y te sientes mal por hacer sufrir a los demás; gracias a Dios que no tuve grandes broncas sicológicas, ni me sentí traumado por mil cosas, así que esas experiencias me sirvieron para sacar algunas conclusiones positivas.
-¿Cuál es tu mayor mérito como creador?
-Me considero un productor que no tiene miedo a la hora de experimentar, que se atreve a crear, a proponer un concepto diferente en la música mexicana. Creo que parte de la fuerza que tiene mi propuesta radica en que tiene texturas diferentes, que suena diferente a todo lo que se escucha.
-¿Tus discos llegan al corazón, a la cabeza o al alma de la gente?
-No me he preocupado por investigar lo que siente la gente con mis canciones. Tal vez le lleguen al corazón, quizá a la razón, pero si me clavo en eso seguramente me volvería loco. Basta con que las canciones me dejen satisfecho.
-¿Crees que estás destinado al libro de oro de la música nacional?
-Escribir mi nombre con letras doradas en el libro de la música mexicana no es la finalidad de lo que hago. Sólo me tengo que concentrar en hacer música, en tratar de que mi trabajo sea auténtico.
-¿Trabajarás esta Navidad?
-No, las fiestas navideñas las pasaré en familia, en el rancho de Zacatecas, que es como nuestro santuario. Más de 8 millones de discos vendidos, un premio Grammy en su haber, un zócalo repleto y un estilo único de interpretar la música mexicana han hecho de Pepe Aguilar uno de los cantantes más populares y exitosos.
Le rinden homenaje a su papá
El cantante Antonio Aguilar fue homenajeado por su amplia trayectoria artística, en la que puso en alto el nombre de Zacatecas, reconocimiento que se dio en el marco de la celebración del 450 aniversario de la fundación de esta comunidad.
La celebración tuvo lugar en las calles principales de esta localidad, a las que se les cambió el nombre para ponerles el cantante Antonio Aguilar Barrazas y el de su abuelo Jesús Aguilar, como parte del amplio reconocimiento que el pueblo de Tayahua hizo a su hijo predilecto, quien siempre se ha dicho originario de esta población.
La gobernadora Amalia García reconoció la contribución que Antonio Aguilar ha hecho a la cultura zacatecana, que la ha dado a conocer a nivel nacional e internacional, a través de su música, sus películas y sus espectáculos ecuestres, con los que ha dado a conocer a Zacatecas y sus tradiciones.
La comunidad de Tayahua del municipio de Villanueva rindió el homenaje a este artista por cumplir más de 50 años de trayectoria artística, celebración en la que Antonio Aguilar estuvo acompañado por su esposa Flor Silvestre y sus hijos Antonio y Pepe.