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Pequeñas especies / El Fugitivo

MVZ Francisco Núñez González

El ?Fuji? (Fugitivo), como le llamamos, tiene una historia bastante triste. Soy una gran amante de los animales y no soporto verles sufrir, en especial a nuestros fieles amigos los perros.

Ya hace tiempo, en verano, me encontré en mi barrio un perro cuando estaba con un amigo, era un Fox Terrier, le puse el nombre de ?Max?, le habían golpeado mucho y no dejaba que nos acercáramos, pero si lo llamábamos nos seguía. Lo llevamos a la casa de mi amigo y pasó la noche allí, cuando fuimos por la mañana, su abuela durante la noche lo había echado a la calle, pensamos que había regresado donde nos lo encontramos, y allí estaba.

Cogimos una cuerda y lo atamos, reunimos mis ahorros y los de mi amigo y lo llevamos a la peluquería canina porque tenía los pelos muy sucios y llevaba pulgas.

Intentamos que se lo quedaran pero sus padres no lo quisieron y los míos tampoco: Mi madre me obligó a llevarlo a la perrera, yo me negué porque todos sabemos que si en unos días nadie lo reclama, lo sacrifican. Llegamos allí y yo no quería dejarlo, así que pregunté qué opciones había, me hablaron de una protectora en la que no los mataban y donde lo podría ver, así que acepté, me dieron el teléfono y se lo llevaron. Al día siguiente llamé y pedí que me llevaran para poderlo ver y allí me dijeron que incluso podía ir de voluntaria para ayudar en lo que hiciera falta y acepté encantada.

En aquel entonces había unos doscientos perros. A Max le habían pegado mucho y hasta que no pasó un tiempo dejó de gruñir, pero volvió a confiar en las personas. Fue entonces cuando conocí al ?Fuji?. Este perro estaba en la misma jaula que Max pero nadie podía acercarse porque mordía. Después de un tiempo yo nada más podía entrar, hasta que un día lo acaricié y me tomó cariño. Pensé en apadrinarlo y así lo hice. Este perro estaba abandonado en Gardeny, un monte que hay frente a mi casa, allí en la central de Menta lo cuidaban, hasta que un vigilante llamó a la perrera sin decirlo a nadie. Lo capturaron laceros de la perrera, pero cuando me enseñaron el lugar en el que fue aprisionado me horroricé, había mucha sangre seca en el suelo, todavía se le pueden ver las cicatrices.

Cuando se dieron cuenta sus amigos, fueron a la perrera y pagaron la multa para sacarlo, después lo llevaron a la protectora de Max. Poco a poco hice mío a ?Fuji?, le llamamos así por las veces que se escapó. No puedo tenerlo en casa porque tengo una gata pero le he educado como he podido. Ahora es un perro fiel y obediente. Ojalá algún día pueda adoptarlo.

La capacidad de perdón de este perro es infinita y algún día volverá a confiar en la llamada ?raza civilizada?. Yo quiero aprovechar para deciros que luchéis por ellos, no pueden hablar, hacen lo que se les enseña, no nacen malos sino que los volvemos malos. Luchad por ellos que se lo merecen. Pensad que las personas que les hacen daño, como personas no valen nada.

Miriam Rey. Baracaldo (Biskaia).

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