Mi historia comienza el 23 de marzo de 1995, vivía sola y debido a una enfermedad crónica tenía grandes dificultades para caminar, no salía de casa durante días por culpa de los dolores que sufría y de las caídas que tenía habitualmente.
Un día llamó a mi puerta un amigo que traía en brazos a un cachorro de quince días de edad, temblaba de miedo y frío, se trataba de un cruce de pastor alemán con... ¡no sé qué!
Su madre dio a luz a una camada de diez crías y los iban a matar a todos. Me lo quedé, a pesar de temer no poder ocuparme del perro. Pero hice frente a mis impedimentos y me esforcé en salir de casa con él: primero, sólo hasta el portal, y luego al parque ayudada por un bastón.
Poco a poco empecé a andar sin este artilugio y hoy me muevo perfectamente, aunque la enfermedad no tiene cura ?Tim? ha sido me mejor medicina contra mis impedimentos.
Recuerdo que sacaba a mi perro de la casa y como todo animal joven lleno de energía lo primero que quería hacer era correr, pero él parecía darse cuenta de mi enfermedad y actuaba con gran cuidado para no hacerme daño, no cabe duda de la inteligencia de estos animales.
Al llegar al parque siempre soltaba a ?Tim? para que corriera y jugara con los demás perros que sacaban a paseo, desafortunadamente un mal día le atropelló un coche, hasta la fecha mi perro lleva dos operaciones, ahora él es quien cojea y me sigue a todas partes a pesar de sus dolores que padece.
Ahora soy yo quien le aguarda para salir a caminar con toda la paciencia y el mismo amor que él me tuvo algún día cuando me encontraba impedida para caminar, cómo no voy a estar agradecida con mi mascota después de haber dado los mejores años de su vida con una persona enferma, quien ahora está en deuda por haberme devuelto la salud y con el favor de Dios, pagar con todo gusto ese enorme gesto de lealtad que sólo los perros son especialistas para ello.