EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Per sécula seculórum

Gilberto Serna

A partir del embrollo en que se han visto envueltos el Presidente de la República y el Jefe de Gobierno del DF, me olvidé, por un buen rato, de comentar sobre el voto que emitió México en el seno de la Comisión de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas, cuyo organismo reside en Ginebra, a favor de una resolución dirigida a pedirles a las autoridades cubanas que, además de promover el desarrollo pleno de las instituciones democráticas y de las libertades públicas, permita a la representante del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, la jurista francesa Christine Chanet, viajar a la isla. Los que leemos periódicos estamos al tanto de que el presidente George W. Bush vía telefónica llamó al nuestro acerca de ese asunto. Al día siguiente allá en la Casa Blanca se anunció que México votaría contra Cuba, como lo hizo una vez anterior y lo haría una vez más en los días que siguieron. En tanto, acá se negó que hubiera ese acuerdo diciendo el canciller Ernesto Derbez que nada estaba decidido. Esto último era poco creíble.

La verdad afloró en las siguientes horas. Sí hubo el compromiso de sumarnos al voto que dieron 21 países a favor de que se enviara a la isla un relator y de censura al Gobierno de Fidel Castro por el encarcelamiento de 75 disidentes cubanos así como por el fusilamiento de tres balseros. La resolución tuvo un marco muy apretado en que, con el voto del Gobierno mexicano, se contaron 22 a favor, apenas uno de diferencia, porque hubo 21 en contra. Es evidente que si nuestro país hubiera retenido su voto, al igual que lo hicieron diez de otras naciones, el asunto hubiera quedado tablas. Era tradicional que con base en la Doctrina Estrada, inserta en la Constitución, Fracción X del artículo 89, de no intervención en los asuntos de los demás países del orbe, México se hubiera evitado emitir su sufragio, lo que impediría que otros países tuvieran injerencia en nuestros asuntos. Al abandonar esa tesis abrimos la puerta a que el día de mañana nos midan con el mismo rasero. Estos políticos de pacotilla que violan la Constitución con la mano en la cintura.

No lo hubiera creído si las cifras no hubieran sido difundidas por las agencias noticiosas internacionales. Como dicen los muchachos universitarios, el acuerdo de reproche contra Cuba aprobó de panzazo. Me pregunto qué le sucede al poder persuasivo de las oficinas a cargo de Colin Powell, cuando no entran al guacal, forrado de billetes verdes, un gran número de países que emiten un voto libre o se abstienen, a pesar de las presiones que se ejerce sobre los mismos. La realidad es que al presidente Bush en los días que corren, le importa un sorbete que Cuba recibiera o no el voto de censura. Estando en plena campaña electoral le interesaba quedar bien con los residentes cubanos en Florida, por lo que pueda significar en su reelección, como en el hecho de que sigan apoyando a su hermano Jeb, gobernador en aquellos rumbos.

La isla caribeña no se quedará con los brazos cruzados. Al igual que en los últimos 12 años conseguirá que la asamblea general de la ONU condene al Gobierno gringo por el bloqueo que el Gobierno de Washington mantiene contra la Isla. Hay un convencimiento unánime en la opinión pública mundial del abuso que constituye mantener en estado de sitio al pueblo cubano, lo que favorece a Fidel Castro. Ambas naciones saben que el bloqueo no durará per sécula seculórum, como tampoco la vida física del hombre fuerte de Cuba. Eso le da a Fidel la ventaja para pitorrearse de Bush, apareciendo con uniforme militar, mientras gesticula, levantando la mano, con el dedo índice subrayando que su Gobierno tomará las medidas que crea conveniente en cuanto a la situación interna de los derechos civiles, prometiendo no someterse a los dictados del imperialismo yanqui. En fin, mucha agua ha pasado por debajo del puente desde que Castro y un puñado de barbudos derrocaron a Fulgencio Batista. A partir de entonces los acontecimientos no han dejado dormir en sus laureles al régimen castrista. Es Castro un sujeto carismático que mantiene a la Isla como el único Gobierno socialista en América Latina. Es una piedra en el zapato para el Gobierno de Washington. La Casa Blanca seguirá esperando obsesionado la oportunidad para deshacerse del comandante Castro y volver a los tiempos románticos en que la Isla era un paraíso para los casinos de juego y las casas de prostitución.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 84841

elsiglo.mx