El dos del presente mes se rindió un homenaje a la memoria de don Francisco (Paco) Fernández Torres, en el que se develó una placa, en reposición a la que irresponsablemente alguien había robado del pedestal que tiene el busto en bronce de Paco y que regaló el pintor lagunero Manuel Muñoz Olivares, originario de Matamoros, Coah. En el acto se exhibió un documental con algo de la vida del homenajeado.
Lo anterior me hizo recordar muchos de los momentos en que participamos juntos en las cuestiones culturales. Su nacimiento en Torreón, Coah., el seis de junio de 1936, siendo hijo de don Francisco Fernández Sierra, Coronel del Ejército del Centauro del Norte Gral. Francisco Villa. Su madre fue doña Ma. Guadalupe Torres Juambelz. Recordé también, cómo empeñosamente buscaba documentos, planos, fotografías, libros, etc., para formar un Archivo Histórico de Torreón, Coah., y lo acompañaba eficientemente su secretaria, señorita Lourdes Palafox, que ahora trabaja en el Centro Histórico Pablo C. Moreno. Los salones donde estaba ese acervo cultural se inauguraron, provisionalmente, en la avenida Escobedo y calle Degollado en agosto de 1986.
Recordé cómo Paco era locutor de radio, actor, periodista, poeta, etc., pero sobre todo, era un hombre honesto, bueno, trabajador, religioso y filántropo que hacía el bien sin esperar nada a cambio. Recordé cómo impulsó la edición y presentación de mi libro Torreón en las Letras Nacionales, junto con el Presidente Municipal Lic. Manlio Fabio Gómez Uranga, el Tesorero Municipal C.P. Víctor M. Moreno Medina, además de Sonia Salum. Recordé cómo fue el promotor para que se me erigiera un busto en bronce en la Calzada de los Escritores Laguneros de la Alameda Zaragoza en Torreón, develado el seis de junio de 1987, día en que él cumplía años. Recordé cómo escribía una serie de artículos periodísticos amenos y positivos, que yo le decía que publicara un libro con ellos y ya los ordenaba con ese fin.
También recordé su fallecimiento prematuro a los 51 años de edad, dejando viuda a su amada Angelina Colores de Fernández, a sus hijos Paco, Ricardo y Angelina. En esa fecha yo escribí mi artículo en esta casa editora, el que en parte dice:
?Esa gris mañana otoñal del nueve de diciembre de 1987, sonó el teléfono de mi casa y al contestar, escuché la voz de mi amigo el periodista y poeta don Emilio Herrera Muñoz, quien me dijo: ?Se nos fue Paco?. Sentí un choque electrizante por todo mi cuerpo. Mis oídos no daban crédito a lo que oía. Apenas el día anterior, a las diez de la mañana estuve platicando con él en la explanada de la Presidencia Municipal. Me comentaba que iba a organizar las pastorelas y para ello iba a dos ejidos de la región para rescatar esos valores folklóricos-culturales y además estaba organizando los ?nacimientos? para las dos nuevas bibliotecas (la Pablo C. Moreno y la José R. Mijares) con diez mil volúmenes cada una, que apenas el 21 de noviembre anterior se habían inaugurado por el Ministro de Educación Pública Miguel González Avelar, por el subsecretario de la misma Secretaría Martín Reyes B., por el entonces Gobernador de Coahuila José de las Fuentes Rodríguez y Manlio Fabio Gómez Uranga, Presidente Municipal de Torreón. Para terminar a tiempo las construcciones de esas bibliotecas, de sus pisos, sus muros, sus estantes, Paco corría de un lado para otro hasta altas horas de la noche y las madrugadas, mermando su necesario descanso nocturno.
?Cuando recibí la llamada telefónica de don Emilio Herrera, con mano temblorosa y unas lágrimas en los ojos, tomé papel y pluma y escribí el siguiente soneto que leí en su sepelio, y dice:
¡¡Adiós... Paco!!
Por José León Robles de la Torre
Mis lágrimas no pude contener
al conocer de Paco la partida,
que dejó al corazón sangrante herida,
en el triste otoñal amanecer.
Hombre bueno, sencillo, bien querido.
Baluarte del arte y la cultura,
de noble sentimiento y alma pura.
Torreón te conserva. No te has ido.
Cuando el pájaro cante en la enramada
y las aguas cristalinas de las fuentes,
cuando el poema cante a la belleza,
cuando las brisas perfumen la alborada,
cuando las artes muestren su grandeza,
su espíritu estará siempre presente.
