Al hablar de la hermosa ciudad de Zacatecas, nos viene a la mente su Crestón de la Bufa, su escudo de armas con sus cuatro fundadores: (1546) don Juan de Tolosa, don Baltazar Temiño de Bañuelos, don Diego de Ibarra y don Cristóbal de Oñate. Por otro lado, sus bellos templos de canteras barrocas como la espléndida Catedral Santo Domingo, San Agustín, San Francisco, entre otras; además, nos viene a la mente su enorme riqueza argentífera, sus autoridades Alcaldes Mayores, Corregidores, Gobernadores, sus grandes bibliotecas, museos, la laboriosidad de su gente que se distingue por ser trabajadora, honrada y religiosa y también viene a nuestra mente sus grandes escritores, pintores y artistas.
Su 3º Corregidor: don Diego de Velasco tomó posesión del cargo el dos de junio de 1592 y permaneció interinamente hasta 1593. Durante su gestión, dice el profesor Salvador Vidal en su libro Alcaldes Mayores... edición 1961, que: ?El 30 de agosto de 1593 el H. Cabildo dispuso que todos los años se saque en paseo público, el Pendón Real, el ocho de septiembre que debe ser de color azul y que en todo tiempo lo guarden los regidores?. (Pág. 6).
En este artículo me referiré al hermoso templo de San Agustín, cuyo texto tomo de mi libro en preparación de Filigranas, Fundaciones y Genealogías de Zacatecas: ?... Dada la autorización, de inmediato se iniciaron los trabajos de construcción con la espléndida cooperación de los mineros y autoridades y muy pronto tuvieron su templo y convento. Por su parte, el Virrey don Antonio de Mendoza, mandó a Zacatecas a su sobrino Fr. Gerónimo de Mendoza para que ayudara al manejo de las funciones del nuevo Convento, tratándose de un varón de altas cualidades, prudente y de vida ejemplar, por lo que fue muy bien recibido por los mineros y gente del pueblo.
?A fines del año de 1576 llegó a Zacatecas un grupo de frailes Agustinos encabezados por el el R.P. Alonso Quezada, quien con la contribución del pueblo minero y autoridades se dieron a la tarea de edificar un modesto convento y templo, que originalmente estuvo -dice el profesor Vidal- en una parte de lo que hoy es el Teatro Calderón y posteriormente se construyó otro más grande, hasta donde permance actualmente.
?El nuevo Convento y templo se comenzaron a edificar el año de 1613, bajo la dirección de don Agustín Zavala. Dice el profesor Vidal, que todavía no se terminaban los trabajos, cuando un rico zacatecano, don Manuel Correa, en una noche de juego ganó dieciocho mil pesos y agregando siete mil más, el día siguiente entregó veinticinco mil pesos con lo que se hicieron las escalinatas del convento y se terminó el hermoso templo que posee un extraordinario arte barroco, con sus canteras que son verdaderas joyas trabajadas por expertos canteros que se especializaban en el arte de las bellas filigranas.
?La fecha solemne de la dedicación del templo, ocurrió el dos de junio de 1782, con el regocijo del piadoso pueblo zacatecano, cuyo verdadero tesoro se encontraba en las cosas religiosas y el esplendor de los templos era su mayor alegría. En las aciagas fechas de la Reforma, este templo fue expropiado y pasó a poder del General don Jesús González Ortega. De allí en adelante sirvió como hotel, bodega, agencia de correos y de templo protestante, así como después, herrería y otros usos que lo deterioraron notablemente. Era triste ver, que las canteras barrocas que ?cantan?, como dice Kuri Breña, lloran al verse ahumadas con las cocinas del pueblo.
?Afortunadamente el Gobernador don Pedro Ruiz González, en su período de mandato, lo restauró y ahora sirve como museo lo que fue en tiempos atrás un hermoso templo; en lo que respecta al convento anexto anexo, que en 1942 fue regresado al Obispado, sirvió de Seminario Menor (en el que yo estudié y ayudé al acarreo de ladrillos para levantar la cocina y comedor de los seminaristas), del cual era rector y mi maestro de latín, el que posteriormente fue Canónigo de la Catedral, don José María Varela de la Torre, ya fallecido.