24 de febrero de 2004.
Ciudad del Vaticano, (EFE).- El Papa Juan Pablo II abogó hoy por un nuevo impulso a la cooperación entre el Estado y la Iglesia mexicanos al asegurar que a pesar del carácter laico del primero, la religión "no puede reducirse a la esfera meramente privada del individuo".
El Pontífice hizo esta petición al nuevo embajador de México ante la Santa Sede, Javier Moctezuma Barragán, quien hoy le presentó sus cartas credenciales. "No se debe ceder a las pretensiones -dijo- de quienes se amparan en una concepción errónea del principio de separación Iglesia-Estado e intentan reducir la religión a la esfera meramente privada del individuo".
Por este motivo señaló que se debe reconocer a la Iglesia mexicana el derecho "a enseñar su doctrina y emitir juicios morales sobre asuntos que afectan al orden social, cuando lo exijan los derechos fundamentales de la persona o el bien espiritual de los fieles".
El Papa recordó que ha pasado más de una década desde el restablecimiento, en septiembre de 1992, de las relaciones diplomáticas entre México y la Santa Sede, años "caracterizados por rápidos y profundos cambios en el entramado político, social y económico del país".
Añadió que la Iglesia católica mexicana ha buscado siempre "el diálogo y el entendimiento con las instituciones públicas" y ha defendido su derecho a participar en la vida nacional, y admitió que se han producido avances en este aspecto, "gracias al nuevo clima de respeto y colaboración".
Sin embargo, el obispo de Roma subrayó que "es necesario seguir trabajando para hacer que los principios de autonomía en las respectivas competencias, de estima recíproca y de cooperación con vistas a la promoción integral del ser humano, inspiren cada vez más el futuro de las relaciones entre la Iglesia y el Estado".
Por ello abogó por que la Iglesia en México "pueda gozar de plena libertad en todos los sectores donde desarrolla su misión pastoral y social".
La Iglesia, dijo, no pide privilegios ni ocupar ámbitos que no le son propios, sino que "desea cumplir su misión en favor del bien espiritual y humano del pueblo mexicano sin trabas ni impedimentos".
En este sentido aludió a aspectos como la educación religiosa, la asistencia espiritual en los centros sanitarios o el espacio que ocupa en los medios de comunicación social.
En referencia a la actual situación mexicana, el Santo Padre ha recordado la atención especial que dedica la Iglesia a cuestiones como la lucha contra la pobreza y la desigualdad social, los problemas de las minorías indígenas o el fenómeno de la emigración.
También advirtió que el objetivo de lograr un México próspero y desarrollado "exige el esfuerzo de todos para construir una cultura democrática y consolidar el Estado de derecho".
Tras recordar los cinco viajes que ha realizado a México, entre ellos el recorrido con el que inició sus 25 años de Pontificado, Juan Pablo II expresó su "afecto y cercanía" hacia el pueblo mexicano, para el que invocó la protección de la Virgen de Guadalupe.
