Señala Pekín que el personaje sólo es un exiliado
EFE
PEKÍN, CHINA.- El Ministerio chino de Asuntos Exteriores pidió ayer, a las autoridades mexicanas que no otorguen al Dalai Lama, que viajará a México el próximo tres de octubre, “una plataforma” para que realice actividades políticas y separatistas contra China.
“El Dalai Lama no es únicamente una figura religiosa. Es un exiliado político que realiza actividades separatistas contra la madre patria”, declaró Kong Quan, portavoz de la Cancillería, en una rueda de prensa.
El Dalai Lama, premio Nobel de la Paz en 1989, tiene previsto viajar a México el próximo tres de octubre para ser investido doctor “honoris causa” por la Universidad Iberoamericana, y permanecerá seis días más en el país.
El portavoz de la Cancillería expresó su esperanza de que los demás países “no otorguen al Dalai Lama una plataforma para que realice sus actividades políticas” encaminadas a buscar la independencia del Tíbet.
De este modo, las naciones respetarán “la soberanía y la integridad territorial de China”, agregó el portavoz, que sin embargo no quiso pronunciarse sobre las posibles reuniones “privadas” que mantendrá el líder religioso en México.
Cuando el Dalai Lama realiza una visita de cierto rango, los dirigentes de Pekín recuerdan que el máximo líder del budismo tibetano es una figura político-religiosa, representante de la “teocracia feudal” que regía en el Tíbet antes de la liberación comunista, y piden a la nación de acogida que no le den publicidad ni le reciban con honores.
En numerosos países, sin embargo, el Dalai Lama es acogido como figura religiosa, muy popular entre las comunidades budistas del mundo, y en ocasiones, se reúne de forma privada con altos Mandatarios.
Es posible que durante este viaje el líder religioso se entreviste con políticos mexicanos, y la Cámara de Diputados se planteó la posibilidad de invitarle a pronunciar un discurso, aunque no se sabe si el proyecto saldrá finalmente adelante por las presiones de Pekín.
El Dalai Lama huyó al exilio en 1959, después de una fallida revuelta popular contra la dominación china, y desde entonces vive en la ciudad de Dharamsala, en el norte de la India.
Pekín opina que el Dalai debe renunciar “de verdad” a la independencia del Tíbet y aceptar la autonomía limitada que le ofrece China, antes de que se pueda iniciar el diálogo con las autoridades y regresar a su tierra.