La tragedia acaecida en Piedras Negras a raíz de la inundación que el fin de semana pasado destruyó vidas y patrimonios en aquel lugar de nuestro estado, mueve a la solidaridad de los coahuilenses. Una vez emprendidas las labores de rescate y las primeras acciones de auxilio para aliviar los estragos causados por el fenómeno, resulta necesaria una reflexión sobre las causas del desastre en la medida en que pudieron ser previstas.
No es el objeto politizar la tragedia con miras particulares que de ello se encargarán los políticos, algunos de los cuales han utilizado el escenario trágico como pasarela. Sin embargo es necesario reconocer la falta de previsión de las autoridades en dos perspectivas distintas, una de largo plazo que genera la construcción indebida de vivienda popular en los cauces y otra de corto plazo, que deriva de la ineficacia de los sistemas responsables del pronóstico de los fenómenos climáticos.
El ejercicio de análisis en el sentido indicado es indispensable, si queremos aprender de nuestros errores como sociedad y prevenir desastres futuros. Otra vertiente de reflexión ofrece el nulo desempeño de la representación del Gobierno del Estado de Coahuila en la Ciudad de México, que en medio de la tragedia fue despertada de sus vacaciones en virtud del trabajo periodístico de una cadena de televisión nacional que denunció la indiferencia y el letargo.
Cabe repasar si la existencia de tal oficina así como la denominada Casa Coahuila en el Distrito Federal, que pagamos con nuestros impuestos, son necesarias para la acción de Gobierno o responden a propósitos de promoción personal futurista para fines electorales. Pareciera que a pesar de la queja de nuestros gobernantes en el sentido de que no existen recursos suficientes para satisfacer las necesidades colectivas, la partida para el financiamiento de la promoción de imagen fuera inagotable.