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Plaza pública/Asamblea priista

Miguel Ángel Granados Chapa

Comenzó el sábado la decimonovena Asamblea Nacional del PRI. Concluirá en marzo, cuando ese partido cumpla 76 años de edad (pues se reputa heredero del Partido Nacional Revolucionario, fundado por Plutarco Elías Calles, y causahabiente también del Partido de la Revolución Mexicana, creación de Lázaro Cárdenas). El protagonista de la reunión inaugural, el veinte de noviembre, fue Roberto Madrazo, que en cierto modo lo fue también en la asamblea anterior, la 18a., efectuada exactamente tres años atrás. En aquella oportunidad Madrazo visitó las sedes en que se desarrolló la reunión, como candidato que ya era a la presidencia nacional priista, que obtuvo en alianza con Elba Ester Gordillo. A la postre, Madrazo quedaría enfrentado a Beatriz Paredes, de cuyo equipo brotaron serias descalificaciones al proceso electoral de febrero de 2002.

Como muestra inequívoca de la fluidez de la vida política (evidencia acelerada de que la hay en la vida en general), los aliados y los adversarios de entonces han trocado su posición. Madrazo hizo a Beatriz Paredes presidenta de la Fundación Colosio y le entregó el manejo íntegro de la elección de Tlaxcala, que concluyó (al menos antes de la fase jurisdiccional) con el triunfo del paredista Héctor Ortiz Ortiz, hasta hace poco miembro del PRI postulado por Acción Nacional. A su vez, Elba Ester Gordillo hizo explícita su distancia con el líder de su partido. No obstante ser la secretaria general del mismo, no acudió a la inauguración de la asamblea, como tampoco estuvo presente en la reunión del consejo político nacional, el martes anterior. No se sabe que haya justificado sus faltas.

El antagonismo entre Gordillo y Madrazo, previsible por cuanto se habían unido por conveniencia, que suele ser un nexo frágil, llegó a puntos culminantes a la hora de seleccionar candidatos a la Cámara de Diputados, el año pasado; cuando se eligió a la profesora coordinadora de la LIX legislatura en San Lázaro; y cuando fue despedida de ese cargo, luego de su intento de pactar con el Gobierno reformas en que Madrazo estuvo de acuerdo. Aunque el líder nacional no se ha manifestado en ese punto, es claro que no le incomoda la gestión de grupos priistas, especialmente la dirección del partido en Oaxaca, destinada a expulsar a la dirigente magisterial, acusada de haber apoyado a la oposición oaxaqueña contra el gobernador José Murat y su sucesor Ulises Ruiz. Quienes propugnan esta sanción a Gordillo podrán consolidar su acusación por los acelerados trabajos de organización del Partido Nueva Alianza, cuyo pie fundador está formado por allegados a la presidenta del SNTE.

Ese tema, la expulsión de Gordillo (y del ex gobernador y ex secretario de Gobernación Diódoro Carrasco, metido por sus acusadores en el mismo costal) no será abordado en la asamblea inaugurada anteayer, pues tiene su propio cauce, ante la comisión de justicia partidaria. Sí se ventilará, en cambio, el procedimiento para la selección del candidato presidencial priista. Forzaron a que así ocurra siete gobernadores y el líder senatorial Enrique Jackson. Aquellos son, citados en orden alfabético, Miguel Alemán Velasco, de Veracruz; Eduardo Bours, de Sonora; Natividad González Parás, de Nuevo León; Enrique Martínez, de Coahuila; Arturo Montiel Rojas, del Estado de México; Manuel Ángel Núñez Soto, de Hidalgo y Tomás Yarrignton Ruvalcaba, de Tamaulipas.

Los ocho pidieron a Madrazo, el 15 de noviembre, “establecer de inmediato un grupo de trabajo representativo, plural y aceptado por todos, encargado de precisar las reglas que reflejen las normas estatutarias a efecto de asegurar equidad, transparencia, imparcialidad y certeza jurídica en la normatividad que rija el proceso de postulación del candidato del PRI a la Presidencia de la República”. Solicitaron también “garantizar condiciones de equidad, en la que (sic) ninguno de los participantes, en ejercicio de su legítimo derecho, tenga ventaja con respecto a otros participantes”.

Aunque no todos los peticionarios se han asumido como precandidatos presidenciales (Bours y González Parás rehusaron explícitamente ser considerados como tales), han de hecho constituído más que una corriente un grupo de presión, que hasta denominación propia adoptó: Unidad Democrática. Con esa firma hicieron una comunicación pública en que reproducen las palabras de aceptación de Madrazo a su solicitud, con el claro ánimo de comprometerlo: “Se contrajo un compromiso”, dicen en su conclusión, adobada con una sutil advertencia: “La unidad está en las reglas”. Es decir, si no hay reglas que satisfagan a todos (a los ocho), la unidad quedará en riesgo (el responsable de la inserción pagada con el mensaje de Unidad democrática, es el diputado Roberto Campa Cifrián. Colaborador número uno de Gordillo durante su coordinación en San Lázaro, Campa Cifrián se ha apartado del voto priista en dos momentos relevantes recientes: estuvo en desacuerdo con la apresurada reforma al Artículo 122 constitucional y se abstuvo, por amistad, de participar en el jurado que decretó el desafuero de René Bejarano).

Madrazo (según la versión de sus interlocutores) aceptó que “la unidad del PRI... está en el establecimiento de reglas para definir con claridad la candidatura a la Presidencia de la República”. Pero, y eso no lo recogieron los gobernadores y el senador, dijo también que no sólo él, sino todos los interesados en participar en la contienda interna deben apartarse de sus cargos. No todos querrán.

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