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Plaza pública/Bachiller y licenciado

Miguel Ángel Granados Chapa

En muy breve término, Felipe González González, que apenas había concluido la enseñanza secundaria, se convirtió en bachiller y licenciado. A comienzos de agosto obtuvo el diploma que acredita que terminó la preparatoria mediante el sistema abierto basado en la experiencia establecido por la Secretaría de Educación Pública. Y el 20 de este mes, el viernes pasado, obtuvo licencia para dejar el Gobierno de Aguascalientes durante noventa días a partir del jueves próximo, lo que significa que hacia el 28 de noviembre deberá regresar a su cargo o renovar su petición para permanecer ausente de su responsabilidad dos días más, hasta el 30 de noviembre, cuando conluye el mandato para el cual fue elegido en julio de 1998. Por falta de oficio, por desdén a las formas, el secretario de Gobernación anunció el miércoles 18 por la noche, el nombramiento de González como subsecretario de Gobierno de aquella dependencia, cuando el todavía gobernador en ejercicio no había siquiera presentado la petición de licencia y aun alegaba no saber qué cargo se le ofrecería. De allí que se complicara levemente su salida del Gobierno: El jueves 19 se reunió la Diputación permanente, un breve grupo de cinco miembros (dos del PRI, dos del PAN y uno del PRD), encabezado por el priista Roberto Padilla Márquez, apenas para conocer la solicitud del gobernador.

Considerando que el asunto tenía tal trascendencia que no debía ser resuelto sobre las rodillas (también para recuperar un poco la prestancia del Congreso local, tenido como simple oficialía de partes del Gobierno federal, según queja del propio Padilla Márquez), el presidente de la Permanente decretó un receso de 24 horas. Inconforme con la decisión, el vicepresidente del cuerpo, el panista Jesús Martínez intentó un ridículo golpe de mano. Se erigió en cabeza de la sesión, incorporó a ella a un suplente (del Partido Verde, que sirve lo mismo para un barrido que para un fregado) y con su propio voto, el del otro panista y el del perredista, concedió la licencia solicitada por González.

Naturalmente, al día siguiente reconoció que lo había ganado la impaciencia, anuló en los hechos aquella ilegal decisión y la Permanente, funcionando regularmente, satisfizo la petición del gobernador. No me queda claro si designó un gobernador provisional que actuara del viernes al día de mañana, martes 24, en que a su convocatoria se reunirá el Congreso local para designar a un gobernador interino. A menos que se haya negociado la decisión, en este punto podría haber mañana una dificultad. La mayoría en el Poder Legislativo local corresponde al PRI (pues todavía no asume sus funciones la legislatura elegida el primero de agosto pasado, cuando el PAN recuperó su condición mayoritaria) y podría, por ende, no aplicarse el acuerdo no escrito pero observado generalmente de designar para un interinato a un miembro del partido del gobernador se va. Con ello el PRI podría disponer de la información suficiente para comprobar ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación la queja de que su candidato Óscar Reyes Velarde fue derrotado en una elección manejada directamente por el gobernador González. Por eso mismo es de suponerse que el PAN se habrá asegurado de que, como González mismo ha sugerido, sea el secretario de Gobierno, Abelardo Reyes Sahagún, quien lo supla. Se conjetura que otros secretarios del Gobierno local, el de Desarrollo, Marco Pérez Hernández o el de Finanzas, Juan León Rubio, son también considerados para el cargo.

Igualmente se menciona el nombre del senador Alfredo Reyes Velázquez, que contendió por la candidatura panista con Luis Armando Reynoso Femat quien la ganó al igual que triunfó en el proceso constitucional y asumirá el Gobierno el primero de diciembre. Si Reyes Velázquez fuera el escogido, su caso sería como el del actual secretario de Energía, Fernando Elizondo, quien superado en la contienda interna panista de Nuevo León el año pasado por Mauricio Fernández, fue finalmente gobernador (a diferencia de Fernández, que perdió ante J. Natividad González Parás) para suplir a Fernando Canales, llevado al Gobierno Federal como ahora González.

González es un recién llegado a la vida política. Intentó ser candidato del PRI a la alcaldía de Aguascalientes en 1995, pero le fue objetado su magro currículo escolar, por lo que esperó tres años en que los menos exigentes pero más eficaces panistas lo hicieron candidato a gobernador y lo hicieron triunfar. A los seis años de su ejercicio se limita su experiencia, escasa para un cargo como el que le espera en Bucareli. Sólo su vinculación personal con el presidente Fox explica, así, la designación que hubiera podido cubrirse con personal propio de la secretaría de Gobernación o servido para aprovechar de mejor modo los talentos de políticos experimentados y situados fuera de su contexto.

Pienso por ejemplo en Juan Antonio García Villa, subsecretario de Normatividad y Servicios a la Industria y el Comercio Exterior en la Secretaría de Economía. Si bien además de abogado es economista, lo que lo distingue en la vida pública es su larga trayectoria política: diputado local, tres veces diputado federal, senador, secretario general del PAN, representante de ese partido ante el consejo general del IFE, candidato a gobernador de Coahuila. Entre 1994 y 1997 fue el primer miembro de la oposición en presidir la Comisión de vigilancia de la entonces Contaduría Mayor de Hacienda. Eso otorga saberes.

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