Al margen y en paralelo a los procesos electorales en tres entidades ha ido adelante la disputa entre Elba Esther Gordillo y Roberto Madrazo por el control del partido, que asumieron juntos en febrero de 2002, y la candidatura presidencial de 2006. Mientras se precisan los resultados oficiales, si bien preliminares, en Oaxaca y Baja California (sobre todo en Tijuana) donde las cifras que reunieron vencedores y vencidos son muy cercanas, conviene repasar ese conflicto -uno de los varios que surcan al PRI-, crucial en la vida política del país porque concierne al que es ahora el partido de mayor votación federal, con las bancadas más grandes en la cámaras, y que gobierna en la mitad de las entidades de la república, donde sigue teniendo el carácter de partido del Estado, con todas las consecuencias que eso conlleva.
En Aguascalientes, Óscar González Rodríguez renunció en mayo a su candidatura al Gobierno del estado por la presunta participación de Gordillo en favor de Acción Nacional. Pidió una investigación al respecto y el presidente del PRI, que lo había aproximado a las tareas del comité nacional meses atrás, al hacerlo vocero del partido, simplemente lo abandonó y se apresuró a designar otro candidato, que fue derrotado anteayer por el partido presuntamente favorecido por las intromisiones de Gordillo. La profesora, en su turno, prefirió responder no negando la especie difundida por González Rodríguez -que la había conocido de oídas- sino informando que, al contrario, se había reunido con el renunciante no mucho antes de su sorprendente anuncio para expresarle su apoyo.
Uno se pregunta por qué Madrazo no impulsó una indagación sobre lo sucedido, no obstante que González Rodríguez es un político responsable que no hubiera dimitido si el frágil informe de que partió su denuncia no se enmarcara en un cuadro más amplio que le diera verosimilitud. Quizá fue una consideración táctica la que inhibió una acción cuyo resultado posible habría sido concretar uno de los aspectos del doble juego de la secretaria general. Tal consideración se reduciría a aplazar hasta después del primero de agosto la contienda franca entre Gordillo y Madrazo. Esa fecha, anteayer, tenía, tuvo, tendrá, una significación especial para el líder nacional priista, pues sin ser candidato en la persona de amigos suyos que sí lo eran se jugaba una carta importante de su futuro.
Esos amigos de Madrazo son Ulises Ruiz y Jorge Hank Rohn que quizá ganaron -no se ha completado el conteo preliminar en los procesos en que figuraron- sus elecciones, aquél para gobernar a Oaxaca, éste para hacerlo en Tijuana. De haberse planteado abiertamente el enfrentamiento entre el número uno y la número dos del priismo nacional, la precaria diferencia que hoy impide hablar de sus triunfos como hechos consumados e irreversibles quizá habría sido menor y hasta se habria convertido en factor adverso para los amigos de Madrazo.
En preparación del momento de abrir el litigio, el propio Ulises Ruiz planteó la expulsión de la secretaria general. La acusó de enviar miembros de la sección 36 del SNTE, nacidos en Oaxaca y por lo tanto con posibilidad de actuar allí, no para hacer proselitismo en favor del partido tricolor, sino en favor de la coalición que sostuvo la candidatura de Gabino Cué. Según el presunto triunfador en los comicios oaxaqueños, algunos de los propios enviados a favorecer al candidato del PAN, el PRD y Convergencia, defeccionaron de ese cometido y se lo revelaron. Habrían sido unos 600, que recibieron seis mil pesos por viáticos para que durante algunos dìas de su período vacacional, como quien goza de un asueto pagado, minaran las posibilidades electorales del partido al que pertenecen. La sección 36, como se sabe, agrupa a los miembros del magisterio empleados en el valle de México, del estado de ese nombre. En ella comenzó su trabajo sindical Gordillo, quien hace un cuarto de siglo partió de allí, como secretaria seccional para subir al comité nacional.
No se ha iniciado el procedimiento jurisdiccional interno, que conduciría a la expulsión solicitada. Una demora semejante permitió al antaño primer gordilllista en la Cámara de Diputados, Miguel Ángel Yunes, renunciar al PRI antes de ser echado de sus filas. También había sido denunciado por favorecer a un candidato rival del que su partido sostiene. Se espera asimismo que al menos otro miembro del grupo cercano a la presidenta del SNTE, en su breve período como lideresa parlamentaria de su partido, el director de la Lotería Nacional, Tomás Ruiz, se vaya del partido que lo hizo diputado.
De no marcharse por su cuenta, sería dificil acusarlo de traición, pues no es la asociación con los propósitos gubernamentales lo que Madrazo reprocha a Gordillo, sino el de contender con él por el primer lugar en entusiasmo colaboracionista.
Ya el año pasado, al plantearse la reforma fiscal que, luego de fracasada sirvió para que Gordillo cayera de la coordinación del grupo priista en San Lázaro, Madrazo pujaba con ella por negociar con el Gobierno, pues busca para sí el título de colaborador con Fox en aprobar “las reformas que el país necesita”, según el cliché en boga. Ahora de nuevo, ante la enmienda a la ley del IMSS, quiso ganar para sí esa medalla que no lo es a la prudencia y a la concertación, sino al oportunismo complicitario. Tal vez por eso diputados gordillistas no votaron en pro de esa reforma, y no lo harán tampoco los senadores desafectos a Madrazo.