La novedad de la democracia electoral en Baja California Sur, uno de los dos estados más jóvenes de la República y la consecuente fragilidad de los partidos (y las convicciones personales) ha producido no sólo ires y venires sino un revoltillo donde resalta un ingrediente insólito: el retorno al PRI, convertido en su candidato a gobernador, de un antiguo militante que se había afiliado al PRD.
El senador Rodimiro Amaya Téllez fue priista hasta 1998. Como miembro del PRI ocupó cargos medios en la administración agropecuaria estatal, dada su experiencia privada en ese terreno, en que el manejo de empresas e iniciativas le había permitido notoria prosperidad. En 1994 fue diputado federal, todavía bajo la bandera tricolor. Partidario de la precandidatura de Leonel Cota Montaño, hace seis años lo acompañó en su tránsito del PRI al PRD. Coordinó la campaña del ahora Gobernador (a quien entonces apoyó también el Partido del Trabajo) y fue designado secretario de Gobierno. Se mantuvo poco tiempo en esa responsabilidad, apenas poco más de un año, porque encabezó la fórmula con que la Alianza por México obtuvo las senadurías de mayoría en aquella entidad peninsular.
Presidente de la comisión senatorial de Ciencia y Desarrollo y secretario en la de Agricultura y Ganadería, Amaya inició muy temprano actos de presencia política en su estado. Su rostro sonriente, identificado por su hipocorístico, Rody, se multiplicó desde ha tiempo en los caminos sudbajacalifornianos. Estaba listo para reemplazar a su amigo Cota Montaño, de quien sin embargo empezó a distanciarse y en ese ánimo participó en la elección interna. Perdió con amplio margen frente a Narciso Agúndez Montaño, ex alcalde de los Cabos y actualmente diputado federal, ahora con licencia. A sabiendas de que no los ligaba parentesco alguno, sino sólo la coincidencia de su apellido materno, Amaya insistió en atribuir al gobernador Cota favoritismo en provecho de su primo Agúndez.
Amaya rehusó reconocer el triunfo de su contendiente (a diferencia de los dos precandidatos restantes, el senador Ricardo Higuera y el alcalde de La Paz, Víctor Manuel Guluarte Castro) e inició la búsqueda de un partido que acogiera su candidatura. Ensayó acercamientos con el PAN y el PVEM y por esta vía con su antiguo partido, que conforme a sus estatutos no podría postularlo por haber militado en una organización política adversa. Pero un conflicto remoto y en apariencia ajeno a sus aspiraciones contribuyó a satisfacerlas.
Antonio Manríquez Guluarte, que hace seis años fue el candidato priista y contaba de nuevo con la mayor posibilidad de ser postulado, pertenece sin embargo al entorno de la profesora Elba Ester Gordillo. Eso explica que Roberto Madrazo haya prestado oídos a la petición de Amaya para recibir apoyo del partido del que se ausentó un sexenio y del que ahora será candidato. Aunque la dirección nacional del PT anunció su alianza con el PRI y el Verde con ese propósito, sus mandos locales insisten en presentar candidato propio. Se trata de Alfredo Porras, ex alcalde de la capital, que también caminó del PRI al PRD y salió de este partido hacia el del Trabajo al recrudecerse las acciones judiciales contra el gobernador Guillermo Mercado Romero, antecesor de Cota Montaño y a cuyo entorno pertenece Porras. Manríquez Guluarte se avino a la decisión de Madrazo y en canje recibió promesas de candidaturas (incluida la suya propia a la presidencia municipal paceña).
Hace seis años Cota Montaño realizó a la inversa el trayecto interpartidario que ahora emprendió Amaya. Como priista fue diputado federal en la misma legislatura de su ahora antagonista, la LVI, pero no concluyó su trienio porque fue elegido alcalde de La Paz desde donde buscó la candidatura tricolor, en pos de la cual participó, como Amaya en su caso, en la consulta interna. Al no obtener la candidatura fue postulado por el PRD y el PT. Se afilió al primero de ellos y ha desarrollado una tarea que los electores reconocieron. El PRD ganó los comicios senatoriales en 2000 y una de las dos diputaciones. Tres años después su avance le permitió ganar los dos distritos, que están ahora representados por perredistas, Francisco Javier Obregón y el propio Agúndez Montaño.
El gobernador Cota llevó adelante acciones judiciales para castigar la corrupción del sexenio anterior, a diferencia de lo que ha ocurrido en la mayor parte de las entidades donde se produjo alternancia partidaria. Como consecuencia, fue detenido y está bajo proceso, aunque libre bajo fianza, el ex gobernador Guillermo Mercado Romero, en cuya administración se desviaron recursos -como cuarenta millones de pesos a la campaña priista que a la postre resultaron estériles, o como 900 millones de pesos no cubiertos al ISSSTE y cuyo destino no se ha establecido-. También se hicieron negocios, como compras millonarias a establecimientos de la familia del propio Gobernador o de sus colaboradores inmediatos. Uno de ellos, el secretario de Finanzas, se encuentra prófugo de la justicia y la subsecretaria correspondiente ha sido sentenciada en varios procesos, el más reciente de los cuales concluyó apenas hace un mes.
También el PAN muestra señales de discordia interna, que disminuyen su presencia en la entidad, dominada por la polarización entre el PRD y el PRI. Uno de sus precandidatos, Alfredo Martínez Córdova, ex priista también, está en trance de ser ex panista, pues se halla en proceso de expulsión que sus adversarios buscan acelerar.