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Plaza pública/Riesgos del IFE

Miguel Ángel Granados Chapa

Patricia McCarthy, activista civil yucateca, que ha sido observadora y consejera electoral en su entidad natal casi alcanzó, hace unos meses, la dirección ejecutiva de capacitación electoral y educación cívica, del Instituto Federal Electoral. Propuesta por la presidenta de la Comisión respectiva, María Teresa de Jesús González Luna, un conteo informal indicó que contaba con cinco votos en favor y cuatro en contra.

Pero la candidatura fue retirada, no obstante esa mayoría, porque se hizo valer la pertinencia de que ese cargo tan delicado debía ser ocupado por alguien generador de consensos. Y sin embargo, Carlos González, propuesto por el consejero presidente del IFE Luis Carlos Ugalde fue elegido el lunes con esa misma proporción de votos.

El obstáculo que impidió la designación de McCarthy fue allanado en el caso de González. El nombramiento enseñó una división en el consejo del IFE que acaso tendrá largas consecuencias. Por lo pronto, el trabajo de la comisión presidida por la consejera González Luna comenzará entre tensiones, porque los cuatro votos contra el nombramiento del nuevo director, que al mismo tiempo es secretario técnico de la Comisión, corresponden a miembros de la misma.

Es decir, el nuevo funcionario trabajará a contrapelo de la mayoría de los consejeros a cuyo lado desarrollará buena parte de sus funciones. Para que ese diseño original se modifique será necesario aplicar al caso energía que sería mejor empleada en la realización de las tareas de esa importante dirección. Pero, como dijimos ayer, la votación dividida en ese tema surge de concepciones diversas del Instituto y no se concentra tanto en la persona misma del candidato, aunque en este punto es preciso subrayar que ingresó en 1997 al IFE como colaborador de la maestra María del Carmen Alanís, cuyo puesto vacante durante seis meses ocupará ahora.

Ella, como se sabe, fue nombrada secretaria ejecutiva del IFE. Si cayéramos en la banalidad de analizar la institución desde el punto de vista de la conformación de los equipos diríamos que el nuevo director ejecutivo es “gente” de la maestra Alanís. Pensándolo bien, sin embargo, quizá no es una trivialidad hacer esa consideración, ya que el propio consejero presidente, al enumerar los criterios para designar funcionarios incluyó “el equilibrio entre nosotros”, lo que implica que se han otorgado y pedido posiciones, lo que suele derivar en pertenencias y lealtades. Patricia McCarthy fue eliminada al no obtener consenso, por su militancia contraria al abuso priista en Yucatán y porque su firma había figurado en un pedido público al consejero Marco Antonio Gómez Alcántar, para que se abstenga de participar en los asuntos relativos al Partido Verde.

Esta organización propuso la candidatura de Gómez Alcántar y el temor a su sesgo partidario se reforzó cuando tiempo más tarde fue conocido que asesoró en la Asamblea Legislativa del DF al ahora senador con licencia (solicitada por causas ajenas a su voluntad) y líder de ese partido, Jorge Emilio González Martínez. El lunes, Gómez Alcántar hizo evidente su distancia con la consejera González Luna sin tapujo alguno. Apenas ella concluyó su intervención, donde denunció la división que surca al consejo general, Gómez Alcántar no sólo anunció su voto en favor del candidato de Ugalde, sino que combatió la posición de la presidenta de la Comisión, buscando mostrarla como incongruente, puesto que había incluido a González como único precandidato interno en una lista de treinta. Pero más allá del anecdotario, entretenido para quienes disfrutan de enterarse de los pequeños juegos de poder, lo relevante es la diferencia de percepciones de lo que es el IFE y cómo debe cumplir sus funciones.

La consejera Alejandra Latapí, que junto a los consejeros Arturo Sánchez y Andrés Albo acompañó a la consejera González Luna en su oposición al nombramiento, sintetizó su posición en el más breve discurso de la noche, compuesto por sólo un párrafo: “Solamente para señalar que mi voto también es en contra, en congruencia con mi convicción y mi postura inicial de nombrar una persona con fuerte vinculación ciudadana y que aportara mayores contrapesos y equilibrios al interior del Instituto”. De los tres directores ejecutivos nombrados hasta ahora, dos han provenido del Servicio Profesional Electoral y uno llegó de fuera. La diferencia es breve, dos a uno, pero muestra la propensión a mirar hacia adentro en vez de abrirse a la sociedad. Por lo demás, esa una inclinación compartida por los representantes del PRI y el Verde ante el consejo electoral.

Ambos fueron, aunque no sea su papel avalar los votos de los consejeros en un asunto litigioso y aunque no contaran con la información completa (el perfil del resto de los candidatos, por ejemplo), entusiastas partidarios de la designación de González. Y no sólo eso: el priista Eric Iván Jaimes acompañó a Gómez Alcántar en su descalificación a la consejera González Luna. Le atribuyó “ánimo revanchista” y desestimó su lamento de haber tenido que transigir en episodios anteriores, en pos de la unidad. En cambio Rogelio Carbajal, representante del PAN, se inclinó a comprender las razones de los votantes en contra. Tres de ellos (González Luna, Sánchez y Albo) son consejeros a instancias de Acción Nacional. Cuatro de los cinco que votaron en pro (el presidente Ugalde, Lourdes López, Virgilio Andrade y Gómez Alcántar) fueron impulsados por el PRI. La partidización del IFE sería nefasta.

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