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Plaza pública/Supervisión bancaria

Miguel Ángel Granados Chapa

Como sus esforzados predecesores, que en condiciones adversas y por lo tanto diferentes a las muy bonancibles con que hoy operan los banqueros, los propietarios españoles del Banco Bilbao Vizcaya Argentaria vinieron “a hacer la América”. ¡Y vaya que están haciéndola!: con sólo las utilidades de un semestre, el primero de este año, los dueños de Bancomer adquirirán la principal sociedad hipotecaria de nuestro país, por la cual pagarán 375 millones de dólares. Quizá con la intención de establecer un símbolo, el anuncio se hizo el 16 de septiembre, el Día de la Independencia, la fecha de 1810 en que, según el mito, el cura Hidalgo instó a los dolorenses a “ir a coger gachupines”.

Una semana más tarde, el propio BBVA Bancomer anunció otra compra, la del consorcio Laredo National Bankshares, por el cual pagó 850 millones de dólares, más del doble de lo que erogará cuando se consume la compra de Hipotecaria Nacional. En unos cuantos días, el banco español que posee el banco mexicano de mayor tamaño, medido por la magnitud de sus depósitos, comprometió más de mil doscientos millones de dólares, apenas una cuarta parte, sin embargo, de lo que pagó para hacerse de la propiedad total de Bancomer.

Aunque la compra de Hipotecaria Nacional sólo se ultimará en 2005 y el banco laredense, propiedad de la familia Hank Rohn, se rige por la legislación norteamericana, sorprende que las autoridades mexicanas no hayan reaccionado ante estas operaciones. Quizá se abstienen a la vista de la inutilidad de hacerlo: el mismísimo gobernador del Banco de México Guillermo Ortiz, a quien nadie reputará como enemigo de la banca (siendo como es uno de sus más ilustres benefactores) expresó en marzo pasado su objeción a que, al consolidarse la propiedad española de Bancomer, las acciones de este banco dejarán de cotizarse en bolsa, porque se perdió un relevante instrumento de información.

La Comisión Nacional Bancaria y de Valores (Conbava), que debe supervisar el sistema de intermediación financiera, no concedió importancia al argumento de Ortiz, como no se la atribuye a la expansión de Bancomer que, como el resto de los bancos, crece y crece no obstante su magra aportación al crédito. Tampoco ha expresado siquiera una opinión sobre el estudio realizado por Condusef sobre el monto de las comisiones bancarias, un irritante modo de expoliación de los clientes del sistema de intermediación financiera, estudio que a su vez causó irritación en la agrupación que reúne a las firmas bancarias.

La deficiente supervisión bancaria mexicana, que en el pasado generó tantos problemas, podría tomar lección del comportamiento de la Agencia de Servicios Financieros de Japón, que adoptó a mediados de este mes una enérgica acción sobre la filial japonesa de Citigroup, propietario en México de Banamex. Ya que se ha extranjerizado la banca tal vez no sería excéntrico que también se trasnacionalizara la fiscalización de sus actividades.

A Citigroup le fue revocada la autorización para operar como banca privada en un campo selecto del mercado, con clientela muy adinerada, luego que se descubrió que “el banco había incurrido en serias violaciones de las leyes bancarias” japonesas. Entre ellas, según reportan Robin Sidel y Andrew Morse, del diario neoyorquino The Wall Street Journal, “se encuentran no haber prevenido operaciones presuntamente vinculadas al lavado de dinero, otorgar préstamos que a la larga pueden ser usados para manipular acciones que cotizan en bolsa, engañar a clientes sobre el riesgo de productos financieros y cobrarles de más. Las penas fueron las más duras impuestas contra un banco en Japón en los últimos cinco años. “El problema surgió poco después de que las autoridades bursátiles japonesas acusaron a Citibank de engañar a sus clientes acerca del riesgo existente en complejos productos de bonos. Los clientes compraron las inversiones con préstamos otorgados por el banco” (Reforma, 23 de septiembre).

Dadas las características de los nuevos negocios de BBVA Bancomer, es de esperarse (y de frustrarse cuando no ocurra) que la Conbava examine con rigor sus operaciones futuras. Una de las razones del grupo español al adquirir Hipotecaria Nacional es atender el mercado de migrantes mexicanos para apoyarlos en la adquisición de bienes inmuebles en México, lo que tendrá un impacto en el flujo de divisas remitidas desde el extranjero. Ello, sin considerar la concentración del crédito hipotecario en manos de Bancomer, pues Hipotecaria Nacional, la más grande sociedad financiera de objeto limitado, maneja más de 26 por ciento del crédito hipotecario, posición que se reforzará mutuamente con los negocios del banco en ese terreno.

La ilustre Conbava deberá ser más cuidadosa, con todo, ahora que se combinan los intereses de Bancomer con los de los bancos texanos que han sido propiedad de la familia Hank Rohn. Puesto que también son los mexicanos en Estados Unidos los que interesan al banco español y por eso realizó esta adquisición, ha de tenerse presente que Laredo National Bank y Carlos Hank Rohn en lo personal, pero en relación con su tenencia accionaria allí, han sido objeto de una atención especial por parte de las autoridades bancarias norteamericanas. Fueron el centro de investigaciones por lavado de dinero proveniente del narcotráfico. Y el propio Hank Rohn, que se prepara para ganar la gubernatura mexiquense conforme al modelo que hizo a su hermano Jorge alcalde de Tijuana fue multado por deshonestidad.

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