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Plaza pública/Viajar en días cruciales

Miguel Ángel Granados Chapa

La semana pasada el presidente Fox eligió no asistir a la fundación de la Comunidad Sudamericana de Naciones, a que había sido invitado, para permanecer en México y seguir el curso de su diferendo con los diputados a causa del presupuesto, y para atender las secuelas ministeriales y políticas del linchamiento en Tláhuac. Hoy, no obstante que esos acontecimientos están en sus días cruciales, se ausentará del país, así sea por unas horas (un día completo), para participar en una reunión rutinaria del Sistema de Integración de Centroamérica, en San Salvador.

Hoy la Cámara de Diputados, según anuncio reiterado, rechazará el pliego de observaciones al presupuesto, por considerar que el presidente carece de la facultad constitucional de vetar ese instrumento de la política fiscal. Cuando se produzca esa, no por esperada, menos trascendental decisión, Fox estará volando a la capital salvadoreña, de modo que dejará a sus colaboradores la tarea de revisar el texto de la demanda de controversia constitucional, cuyo contenido final depende del modo y el tono de la respuesta legislativa, por lo que no puede prepararse de antemano. Mañana, al volver, el presidente apenas tendrá tiempo para firmarla y presentarla a la Suprema Corte de Justicia, que comienza vacaciones este mismo miércoles. Por cierto que el protocolo se ha impuesto a la sustancia, por eso se ofrecerá una mala impresión sobre actos que deberían ser normales pero en este caso no lo son: Fox volverá para comer con los ministros del Tribunal Constitucional, reunión social impropia de un momento en que el convidado solicita el arbitraje de sus anfitriones, ya de suyo inclinados a su favor porque el poder judicial resintió una disminución de los recursos públicos solicitados, por efecto de las decisiones de la Cámara que se impugnan en la controversia.

Igualmente hoy acude ante comisiones del Senado el secretario de Seguridad Pública Federal, Ramón Martín Huerta, que hizo lo mismo ayer en la Cámara de Diputados. Era previsible que en ambas reuniones se cuestionara la decisión presidencial de remover de sus cargos al comisionado de la Policía Federal Preventiva y al secretario de seguridad pública de la Ciudad de México y en cambio no sólo mantener en el suyo al secretario de Seguridad Pública Federal sino refrendarle atribuciones para que reestructure aquel cuerpo que se halla bajo su responsabilidad. El tema, por lo tanto, concierne directa e inmediatamente al presidente que, sin embargo, dormirá esta noche en El Salvador.

La razón por la que midió con criterios diferentes dos reuniones latinoamericanas, y escogió participar sólo en una (de menor rango político y sustantivo que la otra) estriba en que el presidente Fox está en campaña para hacer elegir secretario general de la Organización de Estados Americanos a su canciller Luis Ernesto Derbez. De buenas a primeras, cuando ya estaba en curso una candidatura y el Gobierno de México mantenía conversaciones con otros de la región en torno de ese tema, conversaciones que no incluían la postulación de un mexicano (pues el nombre de Ernesto Zedillo apenas figuró en algunas especulaciones), la administración Fox presentó formalmente a Derbez como aspirante al cargo vacante desde octubre.

Los países centroamericanos apoyaron la candidatura de Miguel Ángel Rodríguez, ex presidente de Costa Rica que debió renunciar a su cargo para enfrentar un proceso por corrupción en su patria. Los Gobiernos de Centroamérica, ante esa situación imprevista, resolvieron demandar una nueva oportunidad, y que otra vez se eligiera un nacional de las Repúblicas de esa región. Y los más de ellos coincidieron en apoyar la candidatura de Francisco Flores, ex presidente salvadoreño que, si bien no ha logrado el apoyo de la vecina Honduras y padece el rechazo de Venezuela, cuenta en cambio con el poderoso visto bueno de Washington. Debe recordarse que la influencia norteamericana en la OEA ha sido tal desde siempre que ha podido decirse que allí impera la mayoría de uno. Por si algo faltara en el escenario, después de que México interrumpió las pláticas que sostenía con Chile a ese respecto y súbitamente presentó la candidatura de Derbez, en La Moneda quedaron en libertad de caminar por su propia ruta, con un candidato que ya lo fue, José Miguel Insulza, que no pudo en meses anteriores romper el bloque centroamericano en favor de Rodríguez.

El Presidente Fox, que ha hecho pronósticos semejantes a los deportivos respecto de la victoria de su canciller, viaja a San Salvador con el sorprendente propósito de que los países allí reunidos depongan su decisión de contar con un nacional suyo al frente de la OEA y a cambio apoyen la candidatura mexicana. No sería remoto que el presidente Fox buscara reunirse con Flores, para disuadirlo de alcanzar su objetivo. Ya se conocen, pues sus mandatos coincidieron en buena porción (el salvadoreño fue elegido en 1999 para un periodo de cinco años) y los aproxima la posición de derecha de sus partidos.

Aunque cuenta ya con el voto de Belice, Paraguay y Canadá, el que el presidente Fox experimente la necesidad de interrumpir la vigilia en que lo tienen asuntos relevantísimos del ámbito interno, muestra el grado de dificultad que se avizora para sacar avante la candidatura mexicana. Salvo que, como insinúa el ex subsecretario Gustavo Iruegas, que sí sabe de diplomacia, la oposición de Washington a la postulación mexicana sea sólo un engaño “generoso” que se trocará en apoyo.

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