A poco más de casi un año y medio que iniciara gestiones la LVI Legislatura del Congreso de Coahuila, su producción es nula. Hasta el momento los diputados locales no han aprobado ninguna Ley elaborada por ellos.
Por si fuera poco en los últimos días los representantes del pueblo han dado de qué hablar, desgraciadamente no por su buen trabajo. Recientemente una sesión del Congreso local fue dedicada en su mayoría a discutir un punto de acuerdo para exigir a Vicente Fox que privilegie el diálogo en el conflicto con Cuba, cuando los congresos locales carecen de facultades para involucrarse en temas de política exterior.
Pero aún más lamentable fue el espectáculo protagonizado por la diputada perredista Beatriz Granillo al organizar, nuevamente, una protesta por la construcción de una gasolinera en la calzada Colón lo que voluntariamente la llevó a pisar por unos cuantos minutos la cárcel de Torreón y llevarse la portada de la mayoría de los periódicos de Coahuila.
Los ciudadanos y los representantes de la Iniciativa Privada cuestionan los hechos. ¿Acaso no es contradictorio percibir un sueldo mensual de 52 mil pesos por aprobar leyes y al mismo tiempo promover movilizaciones que rompen el Estado de Derecho?
Mientras algunos coahuilenses pueden decirse privilegiados por tener ingresos mensuales entre cinco y ocho mil pesos, los diputados además de 52 mil pesos cada mes reciben 20 mil por gastos de gestión, más otros 25 mil en el concepto de apoyo parlamentario. Más bonos semestrales y aguinaldos.
Ante estas cantidades es comprensible el malestar de la ciudadanía hacia sus diputados, la voz popular los condena como “cobran mucho y no hacen nada”. Sin embargo la percepción de la sociedad poco parece importarle a los legisladores locales, quienes prefieren dormir el sueño de los justos y sólo despertar para cobrar en la sagrada nómina.