“El Presidente es la figura central de la política nacional y exterior de México... Es mucho más que el jefe de uno de los tres poderes: es el jefe del Estado Mexicano, es el Presidente de la República, es el Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas; es, además, el representante de México ante los países del mundo”.
Así escribe en la introducción de su libro “El Presidente de la República. Poderes y Privilegios” el abogado constitucionalista Jacinto Faya Viesca, que ha tratado el tema de forma erudita y, sobre todo, con el manejo adecuado de la didáctica, de tal suerte que leerlo, para todos aquellos que no poseemos los niveles de dominio en el campo del Derecho, se transforma en una agradable experiencia de aprendizaje.
Más adelante sanciona: “aquel país que tenga un Jefe de Estado débil, la realidad le impondría un líder o caudillo que propiciaría la anarquía”. Con esa frase me remitió al análisis forzoso de nuestra realidad nacional: un México que quiere madurar en su vida democrática; que ha luchado por terminar con los caudillismos y dictaduras disfrazadas de antaño; que ha buscado “el cambio” votando por la plataforma política que entonces era “oposición”, para sufrir un nuevo choque brutal, de desencanto, descubriendo a cada día y por medio de la prensa a un Presidente que no ha sido capaz de orientar el rumbo del país, quien para nuestra desgracia no ha logrado ejercer el liderazgo que de él se esperaba, al menos entre sus colaboradores más allegados, y que tampoco ha podido contener a su propia esposa, caso especial de quien, atraída por las luces y reflectores del protagonismo, contraviene declaraciones presidenciales y es acusada de deshonestidad, envolviendo a su pareja en juicios sociales de desprestigio, ensombreciendo su actuar con acusaciones de favorecer, como primera dama, a organismos no gubernamentales.
Pero el texto del maestro Jacinto Faya Viesca va más allá, al advertir que “una de las mayores exigencias que se le plantean a un Presidente, es su visión para prevenir conflictos, para anticiparse a ellos y evitarle al país desgracias catastróficas ”.
Al respecto dice la Teoría del Liderazgo que: un líder, ante todo, es aquel ser capaz de tener una visión clara y que puede comunicarla a sus seguidores, quienes se entusiasman con ella y trabajan para alcanzarla.
Parece ser que no es nuestro caso nacional, ¿o usted qué piensa?.
Indudablemente que los grande líderes que existieron a lo largo de la historia de los mexicanos se han hecho extrañar en las últimas decenas de años, algunos afirman que el último de ellos fue Lázaro Cárdenas.
Es verdad que hemos tenido caudillos y cabecillas que se han caracterizado por poseer inteligencias muy por encima del promedio y por su gran atrevimiento, sin embargo ninguno de ellos ha podido trascender positivamente; en veces por ser descubiertos como administradores corruptos, otras por demostrar ignorancia y falta de sentido común, tal vez cegados y desubicados de la realidad por el poder casi ilimitado del que hacen uso y abuso en su ejercicio como presidentes de México; todos, con la constante de estar comprometidos en buscar los beneficios particulares y cuidar los intereses de unos cuantos, asegurando a su camarilla. Lo invito a que haga un recuento de las actividades y que evalúe el desempeño de los líderes de la política Mexicana de los últimos sexenios.
En nuestro infortunio nacional, hoy en día, por si fuera poco y para desorientar y desestabilizar, cuando aún no transitamos el cuarto de los seis años del Gobierno foxista, ya se han lanzado al ruedo algunos de los contendientes que pretenden alcanzar la candidatura para el puesto más importante de México: el de Presidente de la República Mexicana.
Así vemos a distintos interesados de los partidos políticos de mayor representatividad y hasta de algunos independientes, que hacen gala de sus capacidades para acusar sin demostrar, demeritar, desprestigiar y ofender a los posibles opositores, aún a aquellos que son sus contendientes al interior de las mismas agrupaciones partidistas.
Aquí caben las preguntas: ¿Un Presidente fuerte nos habría evitado el triste espectáculo y hasta el desprestigio internacional que vivimos con temas de corrupción, narcotráfico, inseguridad y principios de ingobernabilidad? ¿Hubiera puesto orden impidiendo los dimes y diretes vulgares de los interesados en sucederle? Déjeme anticiparle mi respuesta: muy probablemente no, pero sí estaríamos viendo avances y resultados más evidentes.
¡Qué falta nos hace un líder verdadero!, sin duda que los mexicanos hemos tenido que enfrentar una lucha intensa y a veces cruel para alcanzar la democracia, que de pronto pareciera perdida o imposible de obtener.
Si la verdadera democracia se refiere a “la voluntad del pueblo” debemos defenderla, porque pareciera que estamos, con cada día que pasa, más alejados de ella.
Pero déjeme compartirle un enunciado más del autor del libro sobre la figura del Presidente de la República: “la historia universal nos ha demostrado hasta la saciedad que el pueblo rechaza a los tiranos, pero también a los ejecutivos débiles, pues la debilidad de todo Presidente o Primer Ministro conduce a la ingobernabilidad, luego a la anarquía, para terminar en la represión sangrienta por parte de grupos que actúan ante el vacío Presidencial”. Le invito a que usted haga su propia reflexión y conclusiones, que bien parece que el autor nos quisiera ubicar en el tiempo comprendido entre el último cambio de sexenio y en los años del presente.
Desde luego que todo problema tiene solución y el nuestro, aunque grave, aún tiene alternativas de atención.
Le propongo continuar adelante con nuestros propósitos de alcanzar la democracia para México, incluido el derecho y obligación de votar por el candidato de nuestra elección y así hacer valer nuestro deseo, con base a la legalidad.
Para llegar a alcanzarlo, es necesario que nos responsabilicemos en obtener la información adecuada a pesar de la desinformación mal intencionada que provocan algunos medios irresponsables y que con base al conocimiento participemos: primero enterándonos y reflexionando, compartiendo información con otros ciudadanos y junto con ellos tratar de conocer la verdad; luego dialogando y de ser necesario hasta denunciando; finalmente votando con responsabilidad. ¿acepta el compromiso?.
ydarwich@ual.mx