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MÉXICO, DF.- La preocupación no ha dejado de perseguir al general Ricardo Clemente Vega, secretario de la Defensa Nacional; en un periodo de cinco meses, de febrero a junio, ha hablado de la lealtad de las Fuerzas Armadas, de la institucionalidad y el respeto al Presidente de la República, de la necesidad de conciliación, de pensar en el perdón y de evitar, en un colofón superlativo, que el país se vaya de las manos.
¿A qué se ha referido el secretario de la Defensa? Es claro y contundente. “La política está fracasando en el mundo, no nada más aquí”, dijo el general Vega en una entrevista. “Eso nos está llevando a descalabros”.
¿Cuáles descalabros? El general Vega hace buen uso de la historia para explicar el presente, y emplea metáforas para referirse a los riesgos que ve en los tiempos mexicanos. Recordó un discurso que pronunció el pasado 30 de junio cuando dijo, improvisando un texto sobre la marcha, que el Ejército estaba por todo el territorio nacional y sabía lo que sucedía, pero que no le correspondía a los militares entrar a los terrenos de la política ni a defender al poder político.
Desapercibido para muchos era el contexto del discurso en el que se entregaba la Gran Orden de la Reforma al Heroico Colegio Militar. “Vean ustedes qué era lo que pasaba en 1847, pensé, y no lo dije porque es riesgoso hablar”, reveló el secretario de la Defensa durante la entrevista. “Lo único que dije es acuérdense cómo estaba el país en 1847 cuando se enfrentaron liberales y conservadores. Hoy quiero que lo maneje usted: el enfrentamiento de aquel entonces originó una división interna e hizo que quien invadió nuestro país pusiera su bandera en nuestro territorio”.
El general secretario se refería a la intervención militar de Estados Unidos en la guerra de 1847-48, cuando las tropas estadounidenses colocaron su bandera en el alcázar del castillo de Chapultepec, que fue defendido hasta el último momento por los cadetes del Colegio Militar. “Con mucho sentimiento repetí otra vez lo que ya se conoce. Que no se vaya el control, pero no a nosotros como Fuerzas Armadas. No estaba hablando a las Fuerzas Armadas, sino realmente a todos los que tienen que dirigir”.
-¿Quiénes?
-Asaltan las interrogantes.
-¿Siente que la situación se ha exacerbado?
-No quiero generalizar, pero sí hay sectores pequeños a los que les atrae el enfrentamiento.
-¿Por qué?
-Me estoy metiendo en caballerizas que no son las mías. Pero yo creo que hay ciertas ambiciones que no dejan.
Sus referencias históricas son aleccionadoras. Ahora hace remembranza del cinco de mayo de 1862, cuando una confrontación previa entre liberales y conservadores fue el marco de la invasión francesa y la batalla de Puebla, en la que militares mexicanos fueron a pelear del lado del enemigo. Ahora las hace de los tiempos subsiguientes, donde esa misma división “provocó que un Presidente (Benito Juárez) anduviera corriendo por todo el país”.
No hay identificaciones particulares. Son las escenas que sugiere, como la historia misma, en una dinámica de repetición cíclica.
Pausado, medita las respuestas sin llevarse mucho tiempo.
Parece como si llevara tiempo reflexionado sobre el tema. “Yo, en lo personal, y la generación que me sigue atrás, tiene ojos, oídos, sentimientos”, dijo en relación con su generación castrense y las venideras. “No estamos alejados del país, territorialmente hablando; no estamos alejados de la nación.
Vivimos en ella, dentro de ella y nos damos cuenta de las diferencias que hay”.
“No nos toca a nosotros, de ninguna manera, calificar la política del país, ni siquiera intervenir en ella. Con el sentimiento real, con el sentimiento concreto se habló y se dijo de cara al futuro, de frente al futuro, que no se nos vaya la nación de las manos”, agregó.
-¿Qué quiere decir?
-Que no se nos vaya de las manos es precisamente que esa nación que integra una forma de vivir, una forma de pensar, con sus anhelos y sus penurias y todo, no se nos desorganice. Se puede desorganizar muchas cosas, pero no la nación. Vamos, que no se desintegre de lo que estamos hechos.
El general Vega se siente cómodo en la historia, por la que navega rápidamente. Llegó a los años del conflicto entre liberales y conservadores, que tantas veces se ha dado, tantas veces ha dividido y polarizado al país. Con ese fin recordó en la entrevista el tema el multicitado discurso que pronunció el nueve de febrero, en la conmemoración del Día de la Lealtad.
Ante el presidente Vicente Fox, el gabinete y militares retirados y en activo, se refirió al papel de las Fuerzas Armadas. Pero en el contexto de la celebración que ahí se dio, subrayó el apoyo militar y las deslealtades de políticos y militares a Francisco I. Madero, “un presidente que creyó en el poder de la palabra, en el respeto de las ideas y en la dignidad del otro, (que) fue traicionado arteramente por la perversa maquinación dada entre grupos de traidores corrompidos, ambiciosos de poder”.
“No por ser tan usada la palabra lealtad debe desgastarse”, precisó el general secretario. “Ahora -indicó-, esa lealtad no puede estar condicionada. No está condicionada a nada”.
-¿Por qué?
-Porque es la institución presidencial. No es el hombre, es la institución presidencial la que está ahí parada, recibiendo y dirigiendo.
“No nos toca a nosotros, de ninguna manera, sancionar absolutamente nada de lo que en este aspecto se tenga que manejar”, aclaró, como si quisiera evitar, como cuando pronunció el discurso, malas interpretaciones.
No hay duda en él sino ratificaciones. La política es para los políticos, la lealtad de la Fuerzas Armadas para el Presidente de la República.
Sin embargo, no deja de llamar la atención su mención a Venustiano Carranza cuando recuerda el nacimiento del Ejército mexicano como resultado de una nación sumida en la convulsión.
“La excitativa de Venustiano Carranza mueve a un grupo de mexicanos a impedir que se siga manoseando el país como estaba”, indicó el general Vega.