Roskilde (Dinamarca), (EFE).- La reconstrucción más ambiciosa hecha hasta ahora de un barco vikingo vio la luz en el Museo Vikingo de Roskilde, a 30 kilómetros de Copenhague, en un acto que puso fin a cuatro años de minucioso trabajo.
"El caballito de mar de Glendalough", como fue bautizado por la reina Margarita II de Dinamarca en una ceremonia que reunió a unas once mil personas, hizo un breve viaje inaugural, el primero de una serie que acabará en 2007 con una travesía hasta Dublín, donde hace mil años se construyó el original, que se conserva en el museo de Roskilde.
La recreación de este barco de 30 metros de eslora, el más largo reconstruido hasta ahora, ha supuesto un esfuerzo ingente que ha mezclado la investigación con la intuición para poder salvar el desconocimiento que existe sobre el modo de construcción y los materiales empleados por los antiguos vikingos.
El punto de partida ha sido la nave original, construida en Dublín hacia 1042, hundida al final del siglo XI en el fiordo de Roskilde y encontrada en 1962 junto con otras cuatro que ya han sido reconstruidas en los últimos 20 años, en un proceso que ha servido para ir aumentando los conocimientos sobre el arte de los ancestros.
Un equipo de ocho personas ha estado directamente involucrado en la recreación, en la que se ha intentado imitar el largo proceso de construcción de los barcos vikingos, empleando incluso herramientas como hachas, martillos o cuchillos idénticas a las de entonces.
Los restos del barco original comprendían buena parte de sus elementos principales como el fondo, la sobrequilla, la popa y, parcialmente, la cubierta, aunque el hecho de que sólo constituyan el 25 por ciento del total ha dificultado la tarea.
Los artesanos-investigadores han tenido que completar la obra recurriendo a la comparación con otros restos de barcos encontrados con anterioridad, imágenes antiguas, descripciones de la época en sagas u otros textos y elementos comunes que se han mantenido en la tradición nórdica de construcción de barcos.
Cada uno de los mil 800 restos del barco fue fotografiado a pequeña escala y colocado en una plancha de cartón que ha servido para imaginar el diseño original de la nave.
El hecho de que aún no se haya encontrado ningún barco de esa época que conserve la jarcia y la vela obligó a echar mano de hallazgos anteriores y de la tradición nórdica para solucionar el problema, tal y como se muestra en la exposición que el museo ha dedicado a explicar el trabajo de cuatro años.
Incluso la construcción de la vela, de 120 metros cuadrados, se ha hecho a la manera de la época, recogiendo lino y lana, escogiendo y preparando las fibras, hilándolas y tejiéndolas en un lento proceso; y tampoco se han obviado detalles como el recubrimiento de alquitrán o la pigmentación decorativa del exterior de la nave.
Esta iniciativa, que ha contado con apoyo privado para cubrir unos gastos de 10 millones de coronas (1.35 millones de euros), ha permitido comprobar "que la construcción de un barco así exigía una gran organización e implicaba a todo el pueblo", como destacó en la ceremonia la directora del museo, Tinna Damgaard-Soerensen.
La botadura del barco culminó un día de actividades relacionadas con los vikingos y el mar, que incluyó actuaciones musicales como la del célebre gaitero irlandés Liam O'Flynn, y que los ministros de Cultura de Dinamarca e Irlanda, Brian Mikkelsen y John O'Donoghue, calificaron de "histórico" para las relaciones de los dos países.
Tras el bautismo del barco, con agua del cercano manantial sagrado de Magle en lugar de champán, la nave -que puede llevar una tripulación de unos 70 hombres y alcanzar los 20 nudos de velocidad- recorrió el fiordo con la monarca danesa a bordo.
"El Caballito de mar de Glendalough" -por el pueblo irlandés donde se cree pudo haber sido hecho el original- realizará ahora varios viajes de prueba por las costas danesas, hasta que en 2007 regrese a la tierra de origen de su predecesor, concluyendo un proceso que puede aportar nuevos datos sobre los vikingos.
El objetivo de los responsables del museo es probar la navegabilidad de estos barcos en mar abierto y en el interior de las rías, así como investigar la organización y los métodos empleados por sus antepasados durante las diferentes maniobras.
Se trata de seguir revelando misterios sobre un pueblo de renombrada y temida fama, al que la iconografía "hollywoodense" ha inmortalizado con rasgos inexistentes como el uso de cascos con cuernos, o poco usuales como el empleo de cabezas de dragón en la proa o de escudos a los lados de sus naves.