“La imaginación corre desbocada. La razón languidece. Una palabra nos causa miopía, ceguera. La palabra democracia es de ésas”, afirma Federico Reyes Heroles. Yo diría que más bien nos intimida por falta de trato. La conocemos de oídas pero recién empezamos a convivir con ella. A integrarla y practicarla en nuestra vida familiar, en las conversaciones de sobremesa, en las lecturas que nos ocupan, en nuestra convivencia ciudadana.
Es por eso que aún en estos días de celebración y abrazos, un grupo de vecinos nos reunimos para celebrar la primera posada con un acto de democracia. Déjenme les cuento. La noche era helada pero la iluminación en las casas y los pinos calentaban el espíritu. El Consejo Directivo había reaccionado por fin al descontento general de los vecinos, y aprovechando la asamblea extraordinaria a la que acudíamos como resultado de la consulta vecinal en la que los colonos coincidimos en la inquietud que nos causaba el “criterio empresarial” con que el Consejo había acumulado una deuda apabullante con la corporación policíaca que se encarga de nuestra seguridad y emulando el estilo de los políticos priistas; los miembros del Consejo Directivo hicieron despliegue de prepotencia y alarde de tecnología que por supuesto pagamos los colonos.
Apuntalado por pantalla, computadora, luces y micrófono, el Presidente del Consejo tomó la palabra, pero la asamblea tomó la razón. El Consejo insistió en imponer prepotencia y tecnología; pero a la voz de ¡Fuera! ¡Fuera! La voz de la Asamblea los desempoderó.
Después, tampoco fue fácil, discusiones desordenadas, carencia de educación cívica y los errores propios de una democracia incipiente; pero aún así, la Asamblea encontró finalmente sus respuestas: Consejo destituido, nombramiento del nuevo Consejo de transición, y acciones a seguir. En resumen, una pequeña lección de democracia.
Todo esto se los cuento porque hasta hoy, no habíamos creado una tradición de respeto porque nos hemos pasado de tolerantes. Porque hemos resistido con paciencia el abuso de nuestros “servidores públicos”. Porque ante la impunidad que goza el enriquecimiento “inexplicable” de la clase política; hemos decidido emularla. Los empoderados se comportan así porque no hay nada ni nadie que los detenga, nadie que los cuestione que los sanciones, que los castigue. Se comportan así porque cuentan con que los ciudadanos siempre nos resignamos.
Mi deseo para nosotros ciudadanos del diario, los no empoderados, los que pagamos por los autos y los celulares y los lujos de los funcionarios abusivos, es que asumamos por fin, el derecho de exigir resultados y rendición de cuentas. Si lo hacemos así, poco a poco nos acercaremos al modelo de país que queremos. Un abrazo y que Dios nos ayude para hacer de 2005 un feliz año.