MEXICO, D.F., (SUN-AEE).- Para entender a los chicos y a las chicas, primero hay que conocer su interior, es decir, el cerebro, así lo señala el neurólogo Juvenal Gutiérrez.
Puede causar polémica afirmar que el sexo masculino es más hábil para las matemáticas y que el femenino posee la capacidad de intuición, pero biológicamente y a nivel cerebral esto es cierto.
Por eso, antes de complicarte la existencia tratando de averiguar por que tu novio (a) no reacciona como quisieras, mejor descubre todo lo que pasa con el cerebro del hombre y la mujer, que de acuerdo a Juvenal Gutiérrez, es diferente en cuanto a estructura y fisiología.
"Las diferencias tienen que ver con las emociones, la percepción y el lenguaje. En cuanto a la emoción, se ha visto que los hombres son incapaces de reconocer sus propios sentimientos, dicen experimentar un nudo en la garganta que no define con precisión de que se trata", explica Gutiérrez, presidente de la Asociación Mexicana de Neurología.
En cuanto a la percepción, que se trata de cómo vemos al mundo, se ha observado que las mujeres pueden identificar más fácil lo que intenta transmitir una fotografía.
Por su parte, el hombre tiene mayor capacidad de pensar en tercera dimensión, así como tener una mejor percepción del espacio, que le permite tener más habilidad para manejar.
Las mujeres tienden más a memorizar, es decir, que pueden recordar patrones complejos de objetos no interrelacionables, que hace que sean exitosas en las artes culinarias.
Partiendo de las diferencias del cerebro que tienen que ver con el lenguaje, "las niñas hablan más claro y a más temprana edad que los hombres. Tienen una facilidad para expresarse", dice Juvenal Gutiérrez.
Las emociones y la salud
Cómo discutir sin dañar su salud
El matrimonio es un arma de doble filo. Algunos estudios afirman que compartir la vida con otra persona, reduce el riesgo coronario. Sin embargo, las
discusiones de pareja pueden dar al traste con el beneficio del "sí quiero".
Las discusiones entre los cónyuges debilitan poco a poco el corazón. Pero lo que últimamente preocupa a los expertos no son las peleas en sí, sino el papel que cada miembro de la pareja adopta cuando ambos se enfrentan y la percepción que tiene cada uno de la actitud del adversario. Un estudio publicado en Annals
of Behavioral Medicine, elaborado por un equipo de científicos de la Universidad de Utah, EEUU, ha evaluado la influencia de las discusiones maritales en la presión arterial según se adopten actitudes dominantes o sumisas.
Enfrentarse a una pareja que se percibe como relativamente dominante hace subir la presión sanguínea», escriben los autores del experimento. Curiosamente, cuando el otro es percibido claramente como elemento dominante la tensión arterial permaneció más estable», continúan. En definitiva, parece ser que cuando los cónyuges asumen un papel determinado y la pareja lo asume, las alteraciones de la presión sanguínea son mínimas. Si, por el contrario, las actitudes de la pareja no se perciben con claridad la presión sube notablemente. Al parecer, esa posibilidad de éxito, de vencer al contrario, es lo que provoca que la presión se dispare. A pesar de que, en principio, este dato puede parecer curioso y divertido, los encargados de este trabajo pensaron que estas variaciones en la presión sanguínea podían influir en el riesgo cardiovascular y, dependiendo de la frecuencia y de la intensidad de las discusiones, en la enfermedad coronaria.
Un matrimonio feliz es muy saludable
El sí quiero tiene implicaciones, y muchas, sobre la salud de los cónyuges. Hasta ahora, numerosas investigaciones habían advertido de sus 'efectos perjudiciales' —por ejemplo, de que el estrés conyugal agrava problemas coronarios— pero algunos expertos comienzan a proponer que el matrimonio también tiene efectos positivos sobre el estado de salud.
Ya a comienzos de los años 70, los datos demográficos revelaron que las personas casadas tendían a vivir más que la gente soltera, divorciada o viuda.
Una de las principales defensoras de esta teoría es Linda Waite, profesora de sociología en la Universidad de Chicago y autora del libro, publicado hace dos años en EEUU, 'El caso del matrimonio: por qué las personas casadas son más felices, más sanas y están mejor económicamente', un título que resume con bastante precisión las tesis de Waite.
«El matrimonio es, en cierto modo, como un cinturón de seguridad», ha explicado esta experta al diario estadounidense.
En parte, este efecto beneficioso se deriva de los hábitos de los cónyuges. Por ejemplo, una persona que apoye a su pareja puede estimularle para que haga dieta o ejercicio. Pero también se puede producir el efecto contrario, tal y como se desprende de un trabajo publicado el mes pasado en el 'British Medical Journal' .
El estudio constató que una persona tenía más riesgo de sufrir patologías como hipertensión, asma o hiperlipidemia si su pareja también la padecía, lo que se debe —de acuerdo con los propios investigadores— a que los cónyuges compartían las causas de la enfermedad, como una dieta inadecuada o una vida sedentaria.
Protección frente a la soledad
Asimismo, este vínculo entre salud (buena o mala) y matrimonio —que también parece aplicable a parejas estables, heterosexuales u homosexuales, que no hayan pasado por la vicaría— se debe a factores psicológicos.
Si la relación es positiva, la pareja actuará como un antídoto contra la soledad y el estrés. Precisamente, una investigación publicada en el último número de 'Family Matters' —la revista del Instituto Australiano para Estudios de la Familia— ha constatado que, al contrario de lo que se pensaba, las mujeres que estaban casadas, tenían hijos y un trabajo eran las que menos problemas mentales presentaban de toda la muestra femenina. Por el contrario, los adultos divorciados o separados tenían la tendencia más elevada de la muestra a sufrir trastornos de ansiedad y del estado de ánimo.
Discusiones dañinas
Por el contrario, los que eran más negativos con sus esposas, tenían casi el doble de riesgo de fallecer en los próximos cuatro años, comparados con que mantenían una mejor relación.
Y es que existen numerosas investigaciones que avalan que las discusiones maritales pasan factura psicológica e, incluso, ocasionan cambios en el sistema inmune y en el endocrino.
Pero, entonces, ¿en qué quedamos?, ¿el matrimonio beneficia o perjudica a la salud? Depende. Tal y como ha declarado Alex Zautra, profesor de psicología de la Universidad Estatal de Arizona (EEUU) al diario neoyorquino, «en realidad, todas las relaciones tienen aspectos buenos y malos. Lo importante es darse cuenta de que las emociones afectan a la salud. La gente necesita comenzar a pensar sobre ello».