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Precios y tasas a la alza

salvador kalifa

El dato de inflación de la primera quincena de septiembre que se dio a conocer el jueves de la semana pasada (0.55 por ciento) sorprendió a los analistas económicos, quienes esperaban se ubicara por abajo del medio por ciento. Esta no es la primera ocasión en el año que el crecimiento de los precios sorprende a los mercados, ni creo que será la última. Me parece que todo está dispuesto para que los precios sigan creciendo en lo que resta de 2004 a un ritmo que superará la cota superior del intervalo meta (dos a cuatro por ciento) del Banco de México (Banxico) y ubicará la inflación por encima del cinco por ciento al final del año.

Las presiones inflacionarias de este año en México están vinculadas a diversos factores. Primero, un alza importante y sostenida en la demanda de muchos bienes y servicios en el mercado mundial. En efecto, en lo que va de 2004 hemos visto cómo se han elevado en el ámbito internacional los precios de los energéticos, las materias primas, los metales, el acero, muchos bienes genéricos y diversos productos agrícolas, entre los que sobresalen la soya y el aceite de soya, lo que sin duda repercute en la evolución de los precios internos en nuestro país.

Las presiones internacionales de precios no son las únicas que nos afectan este año. El mayor dinamismo de la economía de Estados Unidos se tradujo, por fin, en un repunte de nuestra actividad económica. El crecimiento cercano al cuatro por ciento permite fortalecer la demanda interna y mejora las ventas en el mercado doméstico. En ese contexto muchas empresas han podido elevar sus precios para trasladar los aumentos de costos y mejorar, además, sus márgenes de utilidad.

Otra variable que afecta la evolución de los precios este año es el precio del dólar. El peso perdió desde el año pasado su fortaleza relativa en relación con la divisa estadounidense, en parte porque salvo por la venta de Bancomer se agotaron las operaciones extraordinarias de adquisición de activos en el país, y en parte porque los inversionistas internacionales ahora consideran como destinos más atractivos que México a China en Asia y Brasil en nuestro continente.

El resultado ha sido una depreciación de nuestra moneda en los últimos dos años que todavía no se traslada por completo a los precios internos, pero que se trasladará según se generalice el proceso de recuperación económica. Por otro lado, la debilidad del peso no se manifiesta todavía en todo su potencial gracias, en gran parte, al nivel de los precios internacionales del petróleo, pero el panorama cambiará si estos ceden significativamente en los meses siguientes, una vez que pase la temporada de huracanes y disminuya la inestabilidad en varios de los países exportadores de crudo. Para entonces, un menor flujo de ingresos petroleros reduciría la venta diaria de divisas de Banxico y favorecería algo de depreciación del peso, lo que sería una presión adicional sobre los precios internos.

En síntesis, los factores descritos muy probablemente harán que la inflación este año, y quizá el próximo, se ubique por encima de la meta oficial. ¿Qué podemos esperar, entonces, de la evolución de las tasas de interés? Las autoridades monetarias elevaron el ?corto? por sexta ocasión en el año un día después del anuncio de la inflación, llevándolo a su nivel más alto desde que se empezó a aplicar este instrumento. Banxico considera que ?las presiones inflacionarias se derivan de choques de oferta y que por lo tanto son de carácter temporal?, por lo que ve al corto como una medida eficaz para evitar que se afecten las expectativas inflacionarias y contaminen ?las negociaciones saláriales y el proceso de fijación de precios en la economía?.

En otras ocasiones he señalado mi gran escepticismo respecto a la efectividad de esta herramienta en la lucha contra la inflación, en particular por su efecto transitorio sobre el nivel de las tasas de interés internas. No he cambiado de opinión. Sigo percibiendo al corto como una medida de política inefectiva que, salvo por su efecto (cada vez menor) sobre las expectativas de muy corto plazo, no tiene relación con el nivel de las tasas de interés y que debe sustituirse por algún otro instrumento más ortodoxo.

Por ahora, sin embargo, es la principal herramienta de Banxico, con la que espera no sólo afectar las expectativas, sino que ?las condiciones monetarias internas sigan reflejando al menos la mayor astringencia que se anticipa ocurra en los Estados Unidos?. Esto, en otras palabras, quiere decir que las autoridades monetarias confían que las tasas de interés en México respondan al alza del ?corto?, o por lo menos, a la tendencia alcista que se vislumbra en la economía estadounidense.

Las tasas de interés nominal en México seguirán al alza por un buen tiempo, no tanto por los oficios de Banxico sino porque las tasas subirán en Estados Unidos. Considero, además, que el alza se dará también en las tasas de interés reales. Por varios años las tasas reales de interés de los Cetes a 28 días han estado demasiado bajas, a pesar de que por décadas la tasa real de estos instrumentos se ubicó, en promedio, alrededor del 6 por ciento anual.

El descenso tan pronunciado de las tasas estadounidenses y la recesión económica favorecieron una disminución significativa de las tasas reales en México, de manera que la correspondiente a los Cetes a 28 días se ubicó en 1.53 por ciento en 2002 y 2.34 por ciento en 2003. En el período enero agosto de este año fue de 1.68 por ciento. Considero que estos niveles son anormales y no pueden prolongarse mucho en un entorno de recuperación de la actividad económica, por lo que es bastante probable que las tasas reales se eleven en el futuro previsible, llegando quizá hasta un cuatro o cinco por ciento anual.

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