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Prensa y propaganda

Patricio de la Fuente

La propaganda es definida por Óscar Ochoa como “toda acción organizada para difundir una idea, opinión, doctrina o religión”. Es decir, que es un elemento necesario para la difusión de valores, el cambio de actitudes y la información en cuanto a las conveniencias y propuestas de los partidos políticos como cuerpos de doctrina social.

Por otra parte, el conocido autor y especialista señala que puede adquirir un fuerte tinte de control al emplearla con un propósito motivacional, el cual difunde argumentos para justificar, persuadir o estimular a que se realicen acciones, en ocasiones mediante la reiteración de determinadas ideas o en los mensajes tendientes a influir en la voluntad de otra persona o grupo de personas.

Un claro ejemplo de esta situación, se encuentra en el periodismo en tiempo de guerra. Durante la Primera Guerra Mundial los periodistas colaboraron con el Ejército y difundieron entre la población noticias falsas e historias heroicas, con el fin de mantener el entusiasmo de la retaguardia y fomentar el odio entre los contrincantes.

Luego, al término de la II Guerra Mundial, los Estados comenzaron directamente a intervenir en el sector informativo, rescatando de la experiencia, “la utilización de los medios informativos en el desempeño de una función al servicio público, protagonizando un rol social frente a la comunidad”.

Paralelo a esta situación, los Estados defienden la libertad de expresión y al mismo tiempo establecen normas de control hacia los medios, pero a su vez se convierten en dueños de dichos medios de comunicación, lo que entrega una clara visión del poder que la prensa representa para los intereses de las instituciones públicas.

Finalmente, en los años setenta el fuerte desarrollo de las nuevas tecnologías aplicadas a los medios de comunicación, crean una crisis de la información, ya que se acentúa la tendencia a la concentración de emisores, en la que hasta nuestros días seguimos inmersos. Esto ha generado verdaderos bloques empresariales, donde priman fuertes intereses económico-políticos detrás de verdaderas industrias de la información.

Comunicación política

Los inicios de la comunicación política los encontramos en los orígenes de la civilización, cuando la vida social de las comunidades dependía de líderes y pensadores con grandes habilidades en el manejo de la retórica, la elocuencia y otras habilidades para comunicar sus ideas y sus propósitos.

En tanto política, de acuerdo con Aristóteles “es la más subjetiva de las ciencias, por lo complejo del proceder humano en su conjunto”. Sin embargo ésta, ha ido consagrando sus funciones hacia la vida de las comunidades, donde con ayuda de la comunicación ha estado al servicio del hombre durante siglos.

Aunque, la preocupación del hombre por la política y su difusión data del origen de la civilización, explica Óscar Ochoa, en nuestro tiempo aún no es posible establecer y conciliar intereses, lograr consensos, entregar de una manera adecuada, equilibrada y equitativamente justa de comunicación. Por el contrario, el autor señala, que los medios ejercen un poder que sobrepasa las posibilidades del ciudadano común, y la política sigue siendo más el privilegio de unos pocos que el ejercicio donde todos actúan por igual.

Desde la perspectiva del autor, “la política es una ciencia que estudia las relaciones entre los ciudadanos y el Estado”. Es decir se genera una complicidad entre ambos en la que no puede estar ausente la comunicación, ya sea en forma directa o no, esto, ya que en democracia la vida política para Ochoa es un gran sistema de diálogos.

Tanto así, que en la actualidad para un político resulta difícil gobernar sin el concurso de los medios de comunicación masiva. Esta participación, entendiendo a la democracia como el Gobierno de la opinión, podría ser desfavorable o a favor del dirigente. Lo importante, sin duda, es que el político o el grupo gobernante cuenten con los canales de comunicación adecuados.

En este sentido, si no existen los canales informativos, se margina al ciudadano de saber “si son correctas o justas las decisiones que afectan a su vida cuando son tomadas por el grupo en el poder, tampoco podría conocer a sus gobernantes y menos aún realizar una democracia participativa”.

En consecuencia, esto podría resultar claramente perjudicial para el propio sistema político, ya que para Ochoa, la comunicación tiene como uno de sus propósitos sistematizar los flujos de información entre gobernantes y gobernados lo que, en una sociedad organizada, podría significar que sin comunicación la política se vería limitada en alcance, significado y posibilidades. Afirma, por lo tanto, que comunicar es un acto de naturaleza política.

Aunque las definiciones de comunicación política son diversas y han generado fuertes polémicas entre los distintos investigadores del campo, existe un relativo consenso en que ésta cumple un papel fundamental en el funcionamiento de los sistemas políticos.

Meadow la define como “el intercambio de símbolos o mensajes que con un significativo alcance han sido compartidos por, o tienen consecuencias para, el funcionamiento de los sistemas políticos”.

De esta manera, Ochoa plantea que la comunicación política ha desempeñado distintos papeles, dependiendo del sistema político del que se trate. Por ejemplo, en una dictadura su papel se verá limitado a servir como un mero instrumento del poder establecido. En tanto, en un sistema democrático, la comunicación ocupará un rol más central en sus procesos.

Una visión institucionalizada de la comunicación política, es la de la D. Nimo cuando sostiene que “una comunicación (actividad) puede ser considerada política en virtud de las consecuencias (actuales y potenciales) que regulan la conducta humana bajo ciertas condiciones de conflicto”.

Entre todas estas definiciones, destacan la existencia de un campo común que llaman comunicación y otro que llaman política, indica Monzón, y que cuando el primero influye o guarda relación con el segundo, entonces se puede hablar de “comunicación política”.

Sin embargo, para los efectos de ésta investigación utilizaremos el planteamiento de Óscar Ochoa, el cual define a la “comunicación política como el proceso de transmisión y recepción de mensajes, desde y hacia los componentes del sistema político”. El autor plantea, que si el ser humano es político por naturaleza la comunicación que establece es un acto público y de orden político, que trasciende y se ve afectado en lo social con el propósito de establecer relaciones de poder.

En la comunicación política intervienen, además factores de tiempo, lugar, acontecimientos y lo más importante, las intenciones de quienes participan en ella dentro de un orden político establecido.

Finalmente, Ochoa explica que “la difusión de valores del sistema social, a través de los medios de comunicación se va desarrollando hacia relaciones más complejas, sobre todo en el ámbito del poder”. Estas condiciones determinan los acontecimientos estableciéndose un ciclo de relaciones políticas y de comunicación.

Por último, Monzón señala la importancia que han adquirido los medios en el desarrollo de la democracia desde los años noventa. Es la “mediocracia o democracia centrada en los medios de comunicación que está revolucionando el mundo de la información y la política”.

Explica que los periodistas han pasado de ser testigos de la actividad pública y política a actores, los líderes políticos aprenden nuevas técnicas de comunicación y persuasión, los gobiernos deben dar cuenta de sus actos con mayor rapidez y transparencia y los partidos políticos pierden peso en la escena política para dar paso a la popularidad e imagen de sus líderes; el nuevo espacio público, sin lugar a dudas está dominado por la información.

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