El crecimiento de los precios en los meses de enero y febrero fue superior al esperado por las autoridades y por la mayoría de los que siguen la evolución de la inflación, sorprendiendo a quienes confiaban que continuaría la tendencia descendente del fenómeno durante 2004. El sorpresivo incremento de precios en enero fue seguido de otra alza también inesperada el mes pasado, lo que no sólo dificulta bastante el logro de la meta anual (tres por ciento) del Banco de México (Banxico), sino también aumenta la probabilidad de sobrepasar el límite superior del intervalo de tolerancia, que se ubica en cuatro por ciento.
Esta alza de precios en el arranque del año se debe en parte al efecto del cierre de la frontera a las importaciones de carne de res y de pollo por el brote casi simultáneo de fiebre aviar y de ?vacas locas? en Estados Unidos. Estos fenómenos tenderán a revertirse una vez que se controlen dichas enfermedades y se reanuden las compras de esos productos estadounidenses. No obstante, el efecto neto de dichos acontecimientos serán precios mayores de la res y el pollo a los que existían antes del desafortunado cierre de la frontera.
La inflación de este año en México, sin embargo, no sólo tendrá que sortear con éxito las presiones ocasionadas por esos eventos, sino que además deberá enfrentar las que provienen de un alza importante y sostenida en la demanda de muchos bienes y servicios en el mercado mundial. En efecto, en los meses recientes hemos visto cómo se han elevado en el ámbito internacional los precios de los energéticos, las materias primas, los metales, el acero, muchos bienes genéricos y diversos productos agrícolas, entre los que sobresalen la soya y el aceite de soya, lo que sin duda repercutirá en la evolución de los precios internos en nuestro país.
Esos aumentos de precios, como usted seguramente sospecha, están estrechamente vinculados con el fuerte dinamismo de la economía china. La explicación que uno encuentra para el alza del precio de prácticamente cualquier producto es la creciente demanda de China, que en un lapso de tiempo corto se ha convertido en uno de los ?jugadores? más relevantes de la economía internacional.
La importancia de China se puede apreciar mejor cuando vemos que el repunte económico de Japón se debe, esencialmente, al crecimiento espectacular de sus exportaciones a esa nación asiática. Algo similar sucede, guardando las debidas proporciones, con varias economías sudamericanas, que se han beneficiado grandemente por sus ventas a China, que van desde el cobre y el pescado chilenos, hasta la soya brasileña y argentina. El peso chileno, por ejemplo, se ha apreciado más de 20 por ciento en relación con el dólar gracias al alza del precio del cobre, producto que representa más del 35 por ciento del total de sus exportaciones.
En ese contexto, la capacidad instalada de producción de muchos artículos ha probado ser insuficiente para surtir, sin afectar los precios, la creciente demanda china más la que ahora se deriva de la recuperación de la actividad económica estadounidense. Algunos países, como Estados Unidos, están lo suficientemente diversificados como para todavía no resentir de manera sensible estas presiones de demanda sobre sus precios internos, pero economías como la nuestra son más vulnerables a ellas.
Las presiones internacionales de precios no son las únicas que se presentarán este año en México. Todos esperamos que el fuerte dinamismo de la economía de Estados Unidos se traduzca, por fin, en un repunte de nuestra actividad económica. La recuperación será moderada, en parte porque algo de nuestro mercado externo será conquistado por los chinos, y también por la ausencia de las reformas que facilitarían una mayor flexibilidad, así como un importante aumento de la inversión en nuestra economía.
Aún así, es muy probable que la economía mexicana crezca por encima del 3 por ciento en 2004, que si bien no es una cifra espectacular, será suficiente para que en el transcurso del año se fortalezca ligeramente la demanda interna y mejoren las ventas en el mercado doméstico. Ese contexto será propicio para que las empresas intenten elevar sus precios con el objetivo de mejorar sus márgenes de utilidad, que se han deteriorado en años recientes por las alzas de costos , en particular la mano de obra.
Otra variable que afectará la evolución de los precios este año será el precio del dólar. El gran entusiasmo con el que los inversionistas internacionales veían a nuestro país al inicio de la administración del presidente Fox se ha desvanecido casi por completo.La fortaleza relativa del peso en esta época está ligada más con las operaciones excepcionales de compra de Bancomer y Apasco y con la venta de 45 millones de dólares diarios por parte de Banxico, que con una mejor percepción general de los inversionistas sobre nuestro país, quienes ahora consideran como destinos más atractivos a China en Asia y Brasil en nuestro continente.
Por consiguiente, los factores favorables para nuestra moneda son transitorios. Aún la venta de divisas por el banco central difícilmente podrá sostenerse en ese nivel el resto del año.Es muy probable que muestre una estacionalidad similar a la del 2003, por lo que habrá menos dólares que vender durante el segundo semestre, cuando quizá se deprecie algo más nuestra moneda y presione todavía más al alza la inflación interna.
En síntesis, los incrementos internacionales de precios, el fortalecimiento paulatino de la demanda interna, la búsqueda de mejores márgenes de utilidad por parte de las empresas y la debilidad estacional del peso en el segundo semestre muy probablemente harán que a pesar de los oficios de Banxico, la inflación en 2004 sea superior a la del año pasado.