“El más delicioso de todos los privilegios:
gastar el dinero de otra gente”.
John Randolph
“¿En verdad piensas que la propuesta de presupuesto para 2005 del presidente Fox es mejor que la del Congreso?”
Sí. El presupuesto del Gobierno no era perfecto, pero resultaba más coherente, menos politizado y sus cifras, cuando menos, cuadraban.
“¿Acaso estás en desacuerdo con que se dé más dinero a la educación?”.
No, no estoy en desacuerdo con que se dé más dinero a la educación, pero sí a la instrucción superior. Al contrario de lo que ocurre en otros países, en México las universidades públicas no cobran una colegiatura. Esto significa un dispendioso subsidio a las clases medidas que son las principales beneficiarias de esta instrucción. Las universidades públicas, por otra parte, están graduando a decenas de miles de jóvenes cada año sin que haya posibilidades de trabajo en sus campos de instrucción.
“¿Estás en desacuerdo con que se dé más dinero para carreteras?”
No, siempre y cuando sean las carreteras que el país necesita. El problema con las carreteras que los diputados han aprobado es que son las que quieren los políticos en determinados distritos pero no las que permiten terminar los ejes carreteros que le darían al país una mayor competitividad en el transporte.
“¿Estás en desacuerdo con que se dé más dinero al campo?”
Sí. Los diputados le están dando 20 mil millones de pesos adicionales a un ya oneroso Programa Especial Concurrente para el Desarrollo Rural. Pero no es a fuerza de subsidios como se va a lograr que el campo mexicano se vuelva competitivo. Para empezar, muchos de los subsidios al campo apoyan a los agricultores más prósperos. Más que aumentar los subsidios es importante aplicar las reformas que promoverían una mayor inversión productiva en el sector y para ello hay que eliminar las restricciones a la propiedad privada de la tierra. Por otra parte, los subsidios a quienes viven en pobreza extrema se deben dar a través del programa Oportunidades, el cual tiene un padrón adecuado para evitar duplicaciones y abusos, y no a través de la Secretaría de Agricultura. No veo ningún sentido, además, en aumentar en un 70 por ciento el presupuesto de una secretaría como la de Reforma Agraria, que no tiene ya razón de ser.
“¿Estás en desacuerdo con dar más dinero a estados y municipios?”
Sí, porque el sistema actual no le da a los gobiernos estatales y municipales una responsabilidad congruente de recaudación. No pienso, por otra parte, que haya controles suficientes en los estados y municipios para verificar que el dinero se gaste de manera adecuada.
“¿Acaso estás en desacuerdo con que se recorte el gasto corriente y se aumente la inversión?”
No, todo lo contrario. Estoy convencido de que podríamos hacer un recorte de entre un 30 y un 40 por ciento en el gasto corriente del Gobierno Federal sin afectar su desempeño. Pero este recorte hay que hacerlo bien, después de un estudio detallado, y debe aplicarse a toda la administración pública. De nada sirve hacer cortes muy profundos del gasto en Gobernación, Relaciones Exteriores y Presidencia sólo para castigar a Creel, a Derbez y a Fox. La inversión productiva, por otra parte, tiene que hacerse con inteligencia y no simplemente en proyectos para que se paren el cuello algunos diputados.
“¿Piensas que el presidente Fox tiene derecho a hacerle observaciones al presupuesto?”.
No, desafortunadamente tenemos un sistema que no le da al presidente la posibilidad de vetar ni de hacer observaciones al presupuesto. Sé que hay dudas y que si el caso llega a la Suprema Corte se definirá por una votación dividida. Pero los artículos 72 y 74 de la Constitución no le dan esas potestades al jefe del Ejecutivo.
Esto es malo para el país, porque al presidente se le pide ejercer un presupuesto con el que no está de acuerdo. La práctica es perversa de origen; por eso en todos los países hay procedimientos legales para evitar esta situación.
“¿Crees que ha estado bien la estrategia del presidente Fox?”.
No, se ha equivocado drásticamente. Lo peor que pudo hacer es confrontar al Congreso. Con las leyes que tenemos, el presidente no tiene más opción que negociar una salida con los legisladores. Pero uno no puede negociar con quienes cuestiona públicamente.
“¿Qué viene después?”
En dos años más, cuando bien podemos tener a un presidente López Obrador del PRD o un presidente Madrazo del PRI, el jefe del Ejecutivo seguirá sin tener mayoría en el Congreso. El sainete se puede repetir, sólo que con nuevos personajes.
Distrito Federal
El Gobierno del Distrito Federal está pidiendo un aumento de 9.5 por ciento en su presupuesto de gasto para 2005. Al mismo tiempo le está regalando los edificios de la Secretaría de Relaciones Exteriores en Tlatelolco a la UNAM. ¿Tiene sentido?
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