Nada legitima más que la victoria. Aunque prendida con alfileres, la ventaja del priista Fidel Herrera en Veracruz, es un espaldarazo más al liderazgo de Roberto Madrazo en el PRI. Es un posible triunfo que viene a sumarse a los recientes de Chihuahua, Oaxaca y Tijuana. En todos los casos se trata de victorias de los priistas llamados de “línea dura” o tradicional. Con ello han terminado por consolidar su posición y por liquidar las pretensiones modernizantes de los de línea “flexible” representados por la corriente de Elba Esther Gordillo y algunos gobernadores.
No son buenas noticias para el país. Uno habría pensado que luego de su derrota en 2000, el PRI aprovecharía el destierro de Los Pinos para regresar con un partido renovado, más moderno y competitivo. No ha sido así. Lo que estamos viendo es el regreso de los Chuayffet, los Hank y el propio Madrazo.
La culpa de eso la tienen sus rivales. El PRI está ganando hoy y tendrá posibilidades en 2006 no porque sea un mejor partido que antes, sino porque los otros dos lo han convertido en una opción por exclusión. Ha crecido en estatura, simplemente porque los otros parecen achaparrarse. Desde luego, hay un factor “López Obrador” que no existía antes. La marcha de hace unas semanas en defensa de “El Peje”, es mayor que cualquier manifestación que la izquierda haya realizado en el pasado, incluyendo el 68 o la protesta en El Zócalo luego de la derrota electoral de Cuauhtémoc Cárdenas en 1988 tras la “caída del sistema”.
Andrés Manuel es un fenómeno de masas que el PRD no había tenido antes. Pero es un fenómeno que aún no impacta a favor del partido en las elecciones regionales hasta ahora realizadas. Y el futuro mismo de López Obrador es en estos momentos una verdadera incógnita gracias a los jueces y la mala leche de sus rivales.
Lo cierto es que el PRI está ganando contra todo pronóstico, luego de que tras la debacle de 2000 parecía condenado a desaparecer por anacronismo, como los discos de acetato. Pero no fue así. En 2003 el PRI tuvo un repunte importante en las elecciones para el Congreso y ha recuperado algunas regiones que habían probado las mieles del panismo. Algunos votantes han regresado a los discos de acetato. Y no porque ahora sean digitales, irrompibles o de gran fidelidad. No, la gente los está “comprando” porque resultó que los DVD no eran lo que prometían y los cassetes (que ya existían) se enredan.
Sin necesidad de convertirse en otro, de repente Roberto Madrazo está encaramado en el segundo puesto en los sondeos de preferencias presidenciales. Mientras Fox y López Obrador se hacen pedazos, Madrazo mira desde afuera del ring, haciendo comentarios displicentes sobre los rijosos y pontificando sobre la importancia de ser demócratas. ¿Quién recuerda los escándalos entre Madrazo y Elba Esther, de hace apenas unos meses? Entre videos de los perredistas y los errores y parálisis del Gobierno panista, Madrazo crece sin necesidad de moverse.
Algunos empresarios comienzan a ver en el PRI los encantos de su viejo aliado, con la añoranza del que recuerda el calor de hogar que ofrecía la esposa abandonada. Algunos de ellos están viendo que después de todo, el antiguo régimen les ofrecía muchas ventajas. Si gobernara el PRI, muchos de ellos estarían ya haciendo negocios con el nuevo aeropuerto. El PRI garantizaba la obra pública que el entrampamiento del PAN no ha permitido. O eso creen.
Lo cierto es que la confrontación entre Fox y López Obrador, entre el Gobierno Federal y el de la capital, le ha dado a Madrazo nueva vida. No tengo nada en contra del PRI (bueno sí tengo, aunque no soy rencoroso), pero me habría gustado que su resurrección se debiese a una verdadera renovación, a su transformación en un producto político mejorado.
En 1995, hace casi diez años, el presidente Zedillo quiso impedir que Madrazo tomara el poder en Tabasco por la forma escandalosa en que había ganado la elección. El ala reformista y moderna del PRI en contra de la corriente antidemocrática del PRI. Madrazo ya era anacrónico entonces. Pero no sólo prevaleció, sino una década después se presenta como la alternativa reciclada del PRI, a pesar de que los mexicanos pasaron por la explosión democrática que representó 2000.
Yo habría esperado que el PRI disputara el poder gracias a una renovación de sus cuadros, a una transformación radical para presentarse como una alternativa atractiva para muchos mexicanos. Pero no es así. El PRI tiene la fuerza que le están dando los errores de sus rivales. Al final, de algo está sirviendo el oficio político acumulado durante tantas décadas. Ahora resulta que hasta ganan las elecciones sin necesidad de pervertir los resultados y amenazan con retomar el poder sin haber tenido que hacer mejorías profundas. Malas noticias para el país.
Me hace muy poca gracia regresar a los viejos discos de acetato simplemente porque no hay otra cosa viable en el mercado. No quiero. Son discos muy rayados.
(jzepeda52@aol.com)