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Primero tolerancia después aceptación

Juan de la Borbolla R.

Conocerá usted ese chiste acerca del individuo que argumentaba: Antes la homosexualidad era muy mal vista, y al que la practicaba se le marginaba, ahora con el pretexto de la tolerancia, ya no es condenada socialmente: no me quiero esperar al tiempo en que resulte hasta obligatoria. Ese mal chiste empieza a tornarse en realidad en base a los esfuerzos desplegados por ciertos actores de la vida social y política, no sólo en sus respectivos países, sino incluso en los organismos mundiales.

Acciones que van en contra del deber ser de la naturaleza humana primero dejaron de ser repudiadas socialmente bajo la apelación a vivir la caridad con el prójimo, para posteriormente al ser legitimadas socialmente, ser no sólo toleradas, sino admitidas y aceptadas por las sociedades, para dar el siguiente paso de su imposición con rango de obligatoriedad social. En Europa existe la pretensión por parte de grupos organizados de llevar a la Iglesia católica como institución, ante la Corte Penal Internacional, bajo la acusación de homofobia. Bajo el título de este artículo ya hemos pasado del aborto libre al aborto gratuito, y de este se pretende pasar al aborto obligatorio: Cuando se discutía la redacción del Estatuto de Roma de la Unión Europea (firmado en julio de 1998), se intentó introducir una cláusula sobre los “derechos reproductivos”. Pretendiéndose que si algún país prohibía esos derechos, se le considerase estar atentando contra los derechos humanos en general. Lo que pretendía el lobby feminista de Naciones Unidas, apoyado por distintos países soberanos, como Alemania, era poder juzgar y condenar a aquellos países que no admitieran “los derechos reproductivos” especialmente, el derecho al aborto. Ahora pareciera que se pretende repetir parte de la misma historia con la homosexualidad.

En ciertos círculos sociales e incluso legislaciones estatales se pretende pasar de la despenalización de la homosexualidad (en este caso tal paso no era necesario, porque en casi todo el mundo lo que ha existido es una reprobación social, no penal), a la equiparación de las parejas gays con el matrimonio y, ahora, a la homosexualidad obligatoria. Aquel que no apoye, promocione y aplauda las parejas gays es un homófobo y puede ser perseguido, no sólo por la sociedad, sino también por la policía y los tribunales.

Para muestra tres botones: El pastor pentecostal sueco Ake Green ha sido condenado a un mes de cárcel por calificar la homosexualidad como “un horrible tumor canceroso en el cuerpo de la sociedad”. Pese a que no insultaba a persona alguna en específico por su atracción sexual hacia el mismo sexo, Green fue acusado por un sermón en enero y condenado por “incitación a la violencia”.

En Francia, ya han dictado una Ley que castiga a quienes hagan chistes con la homosexualidad. Y en España el presidente de la plataforma gay del Partido Popular, el señor Biendicho, denunció ante los tribunales al cardenal de Madrid, Rouco Varela, porque en sus sermones, definió el matrimonio como la unión de un hombre y una mujer.

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