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Jerusalén.- Un año más, miles de cristianos y peregrinos celebraron ayer en Jerusalén el Jueves Santo, que recrea la víspera del martirio y crucifixión de Cristo y que se produce en medio de una situación de tensa calma.
En Jerusalén se llevó a cabo la tarde de ayer la lenta procesión por las callejuelas de la ciudadela antigua, que culminó en el monte de Getsemaní, a donde se retiró Jesús a meditar y a orar antes de que fuera entregado por Judas a los esbirros del Templo.
La ciudad tres veces santa, aunque en ella no reine la paz, está bajo control israelí desde que este país la ocupó en 1967 y es reclamada por los palestinos como parte de la capital de su futuro Estado independiente.
Hace menos de siete días en la ciudad vieja se registraron los incidentes más violentos desde que se iniciara la “Intifada de Al-Aksa”, en septiembre de 2000, en los que resultaron heridos 20 palestinos por las fuerzas de seguridad israelíes.
Durante la Semana Santa y la Pascua Judía (Pésaj), la seguridad se reforzó en todo el país, en especial en la Jerusalén histórica, tras las amenazas de las organizaciones palestinas de vengar la muerte del líder de Hamas, Ahmed Yasín, asesinado por Israel.
Este es el escenario de las celebraciones pascuales cristianas, que recuerdan los últimos días de la vida de Jesús en estos mismos lugares.
Ayer jueves se celebró en la Basílica del Santo Sepulcro la tradicional misa de la Cena del Señor y la ceremonia del Lavatorio de los Pies de 12 miembros de la comunidad cristiana, tal y como lo hiciera Jesús -según los Evangelios- a los 12 apóstoles.
Una procesión de monjes franciscanos, custodios de Tierra Santa desde hace unos 800 años, partió ayer en peregrinación al Cenáculo, donde Jesús instituyó el sacerdocio.
Luego, la procesión se dirigió a las iglesias de Santiago Apóstol y San Marcos, a las que se llega saliendo de la muralla por la puerta de Sión, una de las siete que rodean a la ciudadela.
La jornada del Jueves Santo concluirá esta noche con la Hora Santa en huerto de Getsemaní, en la basílica de la Agonía, una oración privada que se reza en silencio hasta la medianoche.
Los peregrinos y visitantes que acudieron a la procesión de este jueves fueron pocos, lo que se ha agravado en los últimos tres años de tensión en la zona entre israelíes y palestinos, que también tienen sus santuarios religiosos en Jerusalén.
Así los judíos veneran el Muro de las Lamentaciones, último resquicio del Segundo Templo destruido por el emperador romano Tito sobre el año 70 de nuestra era.
Mientras que los musulmanes tienen en la Explanada de las Mezquitas el tercer monumento en importancia tras la Meca y Medina.
La presencia de los feligreses, entre ellos decenas de trabajadores extranjeros y latinoamericanos, se espera se incremente mañana en la procesión del Viernes Santo por las callejuelas de la Vía Dolorosa.
Este es el recorrido, según la tradición, que hizo Jesús cargando la cruz hasta el Santo Sepulcro, en cuya entrada se halla la Piedra de la Unción, sobre la cual recibió la extremaunción y fue amortajado.
