El otro México, el real que va más allá del melodrama que día a día nos impone la clase política, un México de sombras con más de cuarenta millones de pobres y miserables que deambulan y campean en nuestra patria. Detrás de las atrocidades, el glamour, las trampas y la brutalidad con que se gobierna el país está un tangible submundo tórrido, el legado de la revolución, los despojos y tiranía de los caudillos, el esquilmo de la sociedad y el resultado de todas las reformas y leyes pisoteadas por una casta divina que vive en la perpetua evasión de responsabilidades con el pueblo y cuya producción es una legión de pobres. Ahora como nunca en época de gráficas, encuestas y una mercadotecnia inmersa en la frivolidad el Gobierno y recuas que le acompañan, sólo ven la clase desprotegida como frías cifras (números) y no como una imperiosa necesidad y vergüenza nacional como debiese ser. Bueno pero si ellos, los políticos, no tienen vergüenza, ¿qué diablos les puede importar la situación del país?
Basta salir a la calle o a las orillas de cualquier ciudad para toparnos con el síndrome del fracaso repetido que la sociedad quiere borrar de la mente y darnos cuenta que la clase política es una turba de truhanes promotores del caos y paladines de la corrupción, donde “lo corriente (vulgar) no quita lo indecente”. La política impuesta por los funcionarios que nos han gobernado por décadas impuso un sello de pánico, que más allá de ser productores de miserables pretende tenerlos esclavizados en una lucha continua por sobrevivir como lo hacen 387,000 niños en edad escolar que son trabajadores y esclavos en los campos de latifundistas para la siembra y recolección de hortalizas, sin reglas ni horario, mucho menos seguro social y entre polvos venenosos usados como insecticidas, hormonas, fertilizantes, realizan sus labores, otros vendiendo su sudor como burros de carga en las centrales de abastos.
Más allá de ser nuestro país un cuerno de abundancia, ahora puede ser el territorio de la negación y las paradojas utópicas donde los personajes que llevan las riendas son actores antagónicos con la incapacidad de gobernar y su mente empresarial sólo ha contribuido a ser exportador de millones de paisanos pobres y miserables, en su mayoría jóvenes para el vecino país del norte donde son cazados y exterminados con la xenofobia propia de la sociedad decadente gringa. El discurso sin perfil ni brújula parece ser la única retórica que el Gobierno sabe y maneja en un ignominioso marco referencial donde se encuadra toda la fetidez que encierran los políticos y sus partidos en su creciente anacefalia y cuyo producto es, como ha quedado demostrado, sólo una triste y sostenida producción de miserables.
Esta misma producción de pobres está presente en los limpiaparabrisas, comefuego, cantantes en camiones y dulceros, en el comercio informal y pirataje, los casi dos millones de niños y jóvenes en edad escolar formando pandillas o al garete, paisanos del sur cargados de niños pidiendo limosna en los cruceros, eso y más son la muestra de la constante producción de pobres y el fracaso de cientos de reformas, ante el garante triunfo de la corrupción.
Epílogo: En México sólo la corrupción genera “un imperio de fortuna” calculado en 34 mil millones (incluyendo el Robaproa y omitiendo el fraude que se da en Pemex) y la disparidad entre las canonjías y percepciones de un político o líder con el salario decretado de un obrero es infinitesimal. Ejemplo: mientras un senador o diputado federal, g ana un promedio de 100 mil pesos al mes, un obrero calificado no lo ganaría en tres años. Otra; mientras la Gordillo con las cuotas del SNTE recibe millones de pesos por quincena, un “pobresor” rural gana $1,870. Por quincena. La pobreza siempre será fea y para un pueblo noble, religioso, futbolero, cocacolero, fiestero, lastimoso, telenovelero y lleno de romanticismo en el que nos tocó vivir, sólo ofrecerá más preguntas que respuestas.
Correo electrónico:
linga_1031@hotmail.com