La depresión es fácil de detectar. Se manifiesta por un tono afectivo de tristeza, acompañado de sentimientos de desamparo y amor propio reducido. El individuo no se percata de su problema porque utiliza mecanismos de defensa, por ejemplo: para los sentimientos de inferioridad utilizará el sentirse superior, para la falta de amor, se cerrará a los afectos, etc. Es rarísimo que el individuo se dé cuenta de su problemática.
La persona deprimida experimenta un descenso en su estado de ánimo, pierde el interés por todo. En un principio puede no notarlo, pero el hecho de no querer participar de actividades familiares, sociales o de compañerismo en el trabajo es significativo: además es frecuente la hipocondría, el insomnio y el estreñimiento.
La persona deprimida siempre se queja de “su mala suerte”. “Todo le va mal”, “nada le sale bien”, además de que sus movimientos y sus respuestas serán muy lentos, sin ánimo de nada. La persona depresiva anhela el cariño de otros, pero deja de corresponder en una forma que recompense a quienes lo rodean, acabándose las relaciones interpersonales, siendo a la larga aislada o abandonada.
Es muy importante que los depresivos busquen ayuda profesional para recuperar su salud mental.
