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¿Pues qué esperaban?

Adela Celorio

Que se traicionan, se acusan y se escupen entre ellos mismos y de paso nos salpican a todos sin ninguna vergüenza. Que envenenados por sus mezquindades tribales, se odian en el seno de su propio partido y no les tiembla la mano para encajar puñaladas por la espalda a su mismísima madre.

“Es una infinita vergüenza suponer que este hato de bestias ‘nos’ representan a nosotros y al país. México no es ese atajo de mulas que no saben más que estorbar, que cobran mes a mes de nuestro dinero, que reciben prestaciones, prebendas, apoyos, sobresueldos, bonos, facilidades, exenciones y que a la hora de sacar adelante las Leyes que necesita el país, de hacer bien su trabajo, de hablar por nosotros, se comportan como si estuvieran el la jaula de los simios”.

Lo anterior, firmado por Germán Dehesa y publicado en un diario capitalino, es de lo más suave que se comentó. Casi todos los medios informativos, coincidieron en la indignación y se mostraron sorprendidos ante el montaraz comportamiento de los diputadetes. La verdad, no sé qué esperaban de estos descerebrados a quienes todos hemos visto corromperse, pasar de un partido al otro, cambiarse de chaqueta o ponerse la misma al revés con tal de seguir dándose la buena vida con el dinero público de un país en el que la mitad de la población a la que dizque representan -yo zafo- padece pobreza extrema y una quinta parte vive en la miseria más abyecta, sólo superada por la miseria moral de nuestros parasitarios diputados cuya única preocupación es la cartera.

Que se traicionan, se acusan y se escupen entre ellos mismos y de paso nos salpican a todos sin ninguna vergüenza. Que envenenados por sus mezquindades tribales, se odian en el seno de su propio partido y no les tiembla la mano para encajar puñaladas por la espalda a su mismísima madre.

Tomando en cuenta lo anterior, su comportamiento en día del Informe resultó totalmente congruente. “No niegan la cruz de su parroquia”, diría mi padre si viviera. Lo sorprendente hubiera sido que se mostraran respetuosos con quien en este momento, es nuestra legítima autoridad; cosa que no muchos de los ex Prisidentes de México pudieron afirmar en su mandato.

Así son ellos y desgraciadamente creo que aún nos falta por ver lo peor. Vueltas que da la vida digo yo. Por ahí debe haber quien recuerde cuando en 1988, constituida la Cámara en Colegio Electoral para calificar la elección del presidente de la República, un diputado se presentó en la Cámara en mangas de camisa y con orejas de burro. Ese Legislador que no se dejaba meter al orden parlamentario, es hoy el Presidente de la República. No cabe duda que esto de aprender a ser democráticos y civilizados nos llevará todavía un tiempo.

Pero como dijo Vicente Fox en el Informe, “La democracia no es la ausencia de conflictos sino la libertad para debatir sobre los problemas”. La cosa es que debatir sin respeto ni madurez cívica es perder el tiempo. adelace@avantel.net

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