Nosotros Las palabras tienen la palabra VIBREMOS POSITIVO Eventos

Punto de Vista / Blanca Alicia Alatorre de Llama, sin duda? ?una buena chica?

Dr. Fernando Llama Alatorre

Usted ya sabe, que mamá me hizo prometer que durante su funeral no diría palabras bellas acerca de su persona? ?y lo cumplí?, pero jamás dijo nada acerca de? ?escribirlas?... lo siento mamá.

Pretender escribir hoy de otro tema cuando usted y yo sabemos que por dentro tengo partida el alma, sonaría falso, así que a manera de catarsis, hoy le hablaré de ?una buena chica? lagunera? que falleciera hace tan sólo unos días.

Blanca Alicia, a según de los ?chavos? de su época, era de las chicas más bellas que a sus 19 años paseaban por la Morelos en los años 50. Y fue a los 20 años que conoció a Fernando, hijo de una familia de gachupines San Petrinos venidos a menos, luego de que Francisco Villa -durante la revolución- les quitó rancho, tienda y casa, y los hizo huir a los Estados Unidos para evitar ser fusilados. Fernando, apenas terminar primaria ?a los 14 años- dejó la casa paterna para irse a buscar fortuna en los campos petroleros de Veracruz. Diez y nueve años más tarde, regresó a Torreón para dedicarse a la construcción de casas.

Y fue aquí que conoció a Blanca Alicia en 1951, y tras seis meses de noviazgo, se casaron, él de 33 y ella de 21. Mi abuelo don Fernando Alatorre Voight le dijo alguna vez: Hija, con este muchacho jamás pasarás hambre, haciendo alusión a lo trabajador que siempre fue mi padre hasta su muerte.

Como Fernando había vivido la mayor parte de su vida ?solo?, añoraba tener una familia ?grande?, y fue así que en sus primeros 18 años de matrimonio procrearon 12 hijos, -de los cuales fui el mayor-, naciendo como dice la canción? en febrero de 1953.

Metida en su casa -como las señoras de antaño- mi madre dedicó su vida entera a cuidar, educar y ver crecer a sus 12 hijos. Y así, en septiembre de 1977 mi madre tenía dos pendientes qué hacer ese día: Leer las últimas noticias de su hijo mayor que habiendo terminado su carrera profesional, ahora estaba en Madrid, España iniciando su primer año de especialidad, y el otro pendiente: asistir a la junta de padres de familia del Instituto Francés de La Laguna porque su pequeño Betito de seis años entraba orgullosamente? ¡¡a primero de primaria!!

Y así pasaron muchos otoños, y las hojas de los árboles cayeron una, y otra vez. Los hijos crecieron, terminaron sus carreras, se casaron? y se fueron, y ahí quedo doña Blanca acompañada tan sólo por su marido, mientras juntos observaban cómo empezaban a llegar los nietos? hasta que éstos sumaron 29.

El 11 de marzo de 1999 -hace cinco años-, del cielo mandaron llamar a don Fernando, y fue así que Blanca Alicia se quedó sola. Y cuando todos pensaban en esa estúpida frase de que toda mujer merece ocho años de ?viudez? para descansar del marido, Blanca Alicia entró en un periodo de tristeza permanente, al no saber cómo vivir sin la presencia de aquel muchacho trabajador y genioso, a quien conoció caminando por la Morelos cuando ella tenía tan sólo 20 años, y a quien amó profundamente.

Tan sólo pasaron cinco años de haberse ido papá, y en julio de este mismo año 2004, le llega a mi madre la orden de que alistara sus pertenencias, sus dones y sus talentos, porque vendrían por ella en un par de meses más. Y mamá se iría... ¡¡Si!!... pero no con las manos ?limpias?, sinónimo- más que de limpieza-, de ?falta de trabajo?, mamá se aprestaba a partir con unas manos calludas, trabajadas y? ?llenas? de buenas obras.

No hay duda de que doña Blanca fue un ejemplo de ser humano para muchas personas. Activa como pocas, no sólo se conformó con educar a 12 hijos, mas aún, puso en práctica diaria la palabra Apostolado que para ella no era algo que se hacía para ser mejor ser humano o para hacer méritos para el cielo? ¡¡No!!, para doña Blanca servir a los demás? ¡¡era una obligación!!... como un miembro más del género humano.

Y así, a lo largo de mi vida, la vi trabajar en muchos Apostolados, de entre los que recuerdo, sus años de trabajo en una escuelita para niños ?débiles mentales?, y en fecha reciente, fue la ?pediche? más famosa de Torreón, pues recorría la central de Abastos, recogiendo los productos que le daban sus generosos moradores, para luego organizar ?con otras generosas personas- los desayunos y comidas que se daban a los familiares humildes de los enfermos del Hospital Universitario de Torreón, trabajo que aún en su agonía, se encargó de que no se fuera a detener con su muerte, heredándoselo a su hija Lourdes? para que ella lo continuara.

Mamá y yo siempre nos hablamos con la verdad, por ello cuando aquel día de julio salió del quirófano enseguida mandó llamarme. Yo tardé en llegar, pues estaba llorando afuera del hospital mientras encontraba las palabras adecuadas para decirle al ser que más amaba en este mundo? que tan sólo le quedaban cuatro meses de vida. Cuando por fin llegué a su cuarto con los ojos llenos de lágrimas lo único que pude decirle fue: Mamá: ?Dale un beso a papá de mi parte cuando lo veas?, y ella con una sonrisa en los labios me respondió... ?Qué padre Nando? ¡¡Por fin voy a ver a mi mamá!!..., que hace tantos años que no la veo?. Su madre había muerto hacía más de 35 años-.

Salidos del hospital y sabedores de que el tiempo apremiaba y las fuerzas se irían mermando poco a poco, a la semana siguiente junté a toda la familia y nos fuimos todos a Mazatlán, para convivir con mamá el tiempo que le quedara. Luego me la llevé a vivir a mi casa, para hacer válido aquel recado que un día le dejé bajo la puerta de su casa y que decía: Mamá: Te espero en mi casa en unos años más? será un enorme gusto para mí? ?el compartir tu vejez?.

Mamá era de la idea de que una vez que te dicen que estás invadida de Cáncer, lo que sigue es arreglar tus cosas personales y dar a tus hijos los últimos consejos que aún te faltaran de dar; del resto? un buen analgésico que te quite el dolor y un poco de paciencia? para esperar el final.

Cuando mamá nos veía llorar decía: ¿Por qué lloran?... si yo estoy feliz porque voy al Padre, dense cuenta de que esta vida es sólo ?de paso?, y no debemos olvidarlo, la verdadera vida está en el cielo al lado de Dios y de mis seres queridos? no lloren... ¡¡Tengan Fe!!

Tres meses de agonía pasaron? y aquel corazón seguía latiendo cada vez más fuerte. Un buen día, mi madre abrió los ojos y me dijo: Nando, esto se me está haciendo largo, creí que ?el brinco? iba a ser mas fácil. No sé cómo pude controlar las lágrimas pero haciendo alarde de gran serenidad le contesté: Tranquila mamacita, el fin ya está cerca, ya pronto estarás con tu mamá, te aseguro que todos están en la puerta del cielo esperándote? y mamá volvió a cerrar los ojos.

El cáncer es cosa seria -ni duda cabe- y antes de llevarse a mi madre, la hizo bajar de peso en una forma ostensible, lo cual partió mi alma. A diario le rezaba a Dios diciéndole? ¿Qué esperas señor para llevártela?... ¿Ya hizo todo lo que debía hacer? por qué la dejas sufrir?... y la única explicación razonable que llegaba a mi cerebro era, que no era ella la que necesita ?santificarse?, sino nosotros -los que nos quedamos aquí- quienes necesitábamos de esta ?ultima lección?, para darle a cada cosa su justo valor? y vaya que la aprendimos.

Por fin, el sábado 13 de noviembre a las 6:35 de la tarde, Dios, que amaba a mi madre como sólo Él lo puede hacer? vino por ella, dejándonos a todos con un extraño sentimiento, mezcla de dolor y de alegría. Dolor por el enorme hueco que dejó en nuestros corazones, y alegría porque por fin doña Blanca Alicia había llegado? ?a donde ella quería llegar?, y ahí estaba ahora rodeada de su madre, su esposo, su hija? y de Dios Nuestro Señor.

Estoy seguro que mi madre estuvo ese día en la misa de las cenizas, y debió darle mucha alegría ?como a nosotros- el ver aquella enorme Iglesia de San José totalmente llena de todas las gentes que la quisieron.

Ante la imposibilidad de hacerlo en forma personal ?como me hubiera gustado- con cada uno de mis amigos y los amigos de mi madre, agradezco por este medio sus oraciones, llamadas y atenciones. Dios los bendiga a todos por ello.

Cuando mamá agonizaba le dije: Mamita, cuando llegues al cielo mándame una señal? ¿Qué señal quieres, me dijo?... Mira, quisiera que sin motivo alguno ?empezara a llover?. Si usted asistió a la Iglesia de San José el día en que colocamos las cenizas de mi madre en la cripta de la familia, se habrá dado cuenta lo difícil que estuvo el trafico en esos momentos? ¡¡Por el aguacero que cayó en Torreón!!

Usted y yo, ?hombres de poca fe?, sabemos bien que todo ello fue una? ?mera coincidencia?, pero los hay quienes -con más fe que nosotros-, están seguros de que Blanca Alicia de alguna forma? ?cumplió con lo pactado?.

www.internetual.com.mx/llama

Leer más de Nosotros

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Nosotros

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 120607

elsiglo.mx