Hace días meditaba acerca de que la madurez es algo que nos entra con dolor, y no como algunos creen, en forma fácil y suave. Y pensaba, que puedes tener 50 años, que si aún tienes a tus padres, ya podrán decirte ?ruquillo?, que tú aún te sentirás ?chavo?.
Al momento de perder a tus padres, de pronto te topas con la realidad de que eres el siguiente ?en el orden al bat?, que en tu familia ya no hay más adultos arriba de ti, y que las decisiones importantes ya no deberás esperar que otro las tome, sino que deberás tomarlas tú mismo? al igual que las responsabilidades.
Parece algo simple y hasta sin sentido, pero sólo quien ha pasado por ese trance, ?entiende el mensaje?. Pareciera que hablaras en un idioma extraño sólo comprendido por aquéllos que ya pasaron por el mismo dolor.
Un par de buenos amigos que saben del trance por el que estoy pasando me prestaron un libro llamado: El Camino de las Lágrimas, en el cual, su autor el psicoanalista Jorge Bucay nos ayuda con sus razonamientos y consejos a aceptar el ?duelo? que estás viviendo, a aceptar la ?pérdida? que has tenido, y a tratar de ?mitigar? el dolor que sientes.
J. Bucay nos habla de que las personas van ?madurando? conforme van aprendiendo a ?manejar las pérdidas? de los seres que aman. Haciendo especial énfasis en que, aquél que está pasando por una separación -como hoy me toca a mí- sufre más, cuanto más se resiste a ?soltar? a ese ser, y a aceptar que ya no está.
Al respecto nos cuenta, que había una vez un alpinista que estaba escalando una montaña. Al llegar la noche llegó a una saliente donde pudo descansar y dormir. A la mañana siguiente había caído una nevada tan fuerte que no se veía nada, y aun así continuó escalando. El tiempo pasaba y no sabía ni cuánto había avanzado cuando de pronto se resbala y se precipita al vacío, y mientras va pensando que se matará al estrellarse contra la saliente donde había dormido, de pronto la cuerda se tensa al quedar agarrada de una alcayata, y queda ahí suspendido de la cuerda en medio de la nada.
Seguir subiendo no había forma, y bajar era imposible. En eso oye una voz interna que le dice: ¡¡Suéltate? suéltate!!... pero él, lejos de obedecer, se aferró aún más a la soga que lo sostenía. Al día siguiente unos rescatistas encontraron al escalador muerto por el frío, colgado de una soga? a menos de un metro del piso.
Ello nos habla de que muchas veces debemos soltarnos de las cosas que nos atan, soltarnos de ese sentimiento que nos lastima, y confiar en que tal vez, y conste que sólo digo... ?tal vez?, el mero hecho de ?soltarnos? nos ofrezca nuevas expectativas y nuevas oportunidades de éxito.
En los casos de la pérdida de un ser amado, hay que aceptar como un hecho, que la vida nos ofrece la posibilidad de ?enriquecernos? siempre, y que no debemos tomar el ?vacío? como algo doloroso, por el contrario, debemos considerarlo como algo enriquecedor. Y al respecto cita:
Mi vida se enriquece cada vez que lleno mi copa, pero también se enriquece cada vez que la vacío, pues al vaciarla, estoy abriendo la posibilidad de poder volverla a llenar
Ideas y más ideas que estoy leyendo, y que van encaminadas a mitigar el dolor y a aprender a vivir sin la presencia de ese alguien a quien tanto ?amas?, porque sería injusto decir ?amaste? -en pasado-. Conceptos que trato de asimilar para hacer más llevadero mi tránsito por este episodio de mi vida, del que nadie se salvara de pasar, y del que debemos aprender cuanto antes la forma de vivirlo con el menor dolor posible.
Cuando un hijo pierde a su madre, el dolor está presto a ocupar en nuestro corazón el espacio que ella tenía, por ello hay que saber controlar ese vacío, y tratar de que sea lo más pequeño posible, para que pequeño sea también el dolor que lo sustituya. Hay que aprender a aceptar la pérdida, aunque dentro de nuestro corazón permanezca por siempre el amor que le ?tenemos? ?conjugado en presente- a ese ser que, ?ahora sí-, ?fue? tan importante para nosotros.
El dolor de la separación se presenta también cuando las personas se apegan demasiado a las cosas materiales, llegando a considerarlas imprescindibles para poder sobrevivir. Al respecto leí, que hace tiempo, un hombre fue a visitar a un rabino para hacerle una consulta religiosa y al hacerlo se dio cuenta de que éste sólo tenía en su casa un delgado colchón tirado en el piso, una vieja silla y una pequeña y destartalada mesita de noche. Al terminar la entrevista, el visitante le dijo al rabino: Perdone rabino... ¿dónde están sus muebles?... a lo que el rabino respondió? ¿y dónde están los tuyos?... yo no soy de esta ciudad, estoy aquí de paso, respondió el visitante? ¡¡Yo también estoy de paso!!? respondió el rabino.
En el mismo tenor, el Jesuita Anthony de Mello comentaba: Estando una vez frente a un grupo de personas les dije: El que quiera que yo le dé la felicidad total levante la mano? y en el acto todos la levantaron. Muy bien, yo les daré la felicidad completa a cambio de que ustedes me den todos los bienes que posean. Al instante las manos empezaron a bajarse una a una, y la explicación era simple: todos asociamos la felicidad con la posesión de cosas materiales, con el estatus social, con las comodidades y las pertenencias, y es por ello que luego no sabemos separarnos de ellas, sin sufrir profundamente.
El hecho es que no hemos aprendido a soltar nuestras posesiones para con ello ser libres, y de no modificar pronto nuestros valores quizá un buen día nos encuentren muertos como el alpinista, aferrados firmemente a nuestra $oga ?nuestros bienes- y a tan sólo un metro? de la libertad.
Corolario para los miembros del club de los corazones rotos:
No escondas tu dolor, compártelo con tus amigos y con tu familia.
Llora, que ello es tan humano como reír. El llanto actúa como válvula liberadora de la enorme presión interna que produce la pérdida.
Dicen que el tiempo lo cura todo, pero no te fíes, que lo que realmente ayuda es lo que cada uno hace ?con ese tiempo?.
Prepárate para las recaídas, un suceso inesperado, una visita, el aniversario, la Navidad, todo ello te hará volver al principio.
No puedes llorar hoy lo de mañana, ni seguir llorando lo de ayer. Para hoy es tu llanto de hoy, para mañana será tu llanto de mañana.
Prepárate para que al cabo de varios meses alguien te diga que ya deberías de haberlo superado, sé paciente y no te apresures, que ?tus tiempos?? son sólo tuyos.
Deseo que puedas llegar con bien al final del camino.
Ojalá y nos encontremos tú y yo ahí.
Querrá decir? que tú lo has logrado.
Querrá decir? que yo también lo conseguí.
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